3/04/2006. Laopinióndemálaga
Fue escribir Lope de Vega del amor un adagio irrebatible, "quien lo probó, lo sabe", y han pasado siglos desde entonces corroborándolo los amadores ilustrados. En boca de los mejores poetas, las palabras invaden el paladar hasta proporcionarnos su gusto exacto, porque la poesía excelente consiste también en ese prodigio físico. Si escribió Neruda (el enorme poeta, no el ideólogo minúsculo) que hay sílabas de aceite, palabras útiles y olorosas como su fragante materia, pues todo el mundo bocabajo con gustazo lírico. Aquí, digo ahora en Periana, el aceite ha escrito siempre las sílabas más dulces, porque el suyo es de los que no pican el gusto ni amargan, y además desde hace unos años compone una fiesta pública: el mayúsculo Día del Aceite Verdial. Ayer celebró su séptima edición esta jornada que tiene el vicio o la virtud de unir el aceite, que siempre flota, con el pueblo y los políticos, que al cabo y de algún modo obligado flotan siempre juntos. La verdial es una clase de aceituna de la que en Periana han sabido hacer un aceite áureo y con clase, y también un encuentro, porque ya pondera la cita bíblica que aquel que busca, halla. Los munícipes de Periana han hallado la piedra filosofal de hacer de su aceite una fiesta útil y olorosa. A santo del encuentro de ayer, también yo he buscado el santoral del aceite, hallándolo en nuestra historia sagrada, y en la del ritualidad, y en la de la iluminación, y en la de la cosmética, y hasta en la del masaje antes de la invención mediática del spa, que bien podría significar "salud por aceite". Y he hallado, merced al intríngulis de la fiesta de Periana, que al médico en Babilonia lo conocían como "asu", o sea, el "conocedor de los aceites". Diríase sin hipérbole que la aventura del aceite es la del Mediterráneo. Y mientras esto escribo, recuerdo que, como una demostración última o una suerte de prodigio, desde las alturas de Periana se ve el mar.Con tanta fiesta oficial por doquier, la que no es tradición es casi plagio. Sea como fuere, pasarán estos tiempos de overbooking lúdico y quedarán los olivos. Y probablemente el Día del Aceite Verdial, una fiesta de interés turístico con interés elemental, nerudiano, porque trata de darle al olivo lo que del olivo es en Periana, donde todo el monte es aceite centenario. Al aceite lo encumbran su olor, su sabor, su historia y, desde hace algo así como medio siglo, una oda bella, inigualable, de Pablo Neruda: "No sólo canta el vino, también canta el aceite, vive en nosotros con su luz madura, y entre los bienes de la tierra aparto, aceite, tu inagotable paz, tu esencia verde, tu colmado tesoro que desciende desde los manantiales del olivo". Lo saben, como los amadores lopescos, quienes lo han probado.
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