martes, 17 de marzo de 2009

Los Poblados desaparecidos del Pantano

En esta foto se ve parte de Herrera y al fondo los Romanes.

Los Quitos en primer plano y en segundo Herrera, al fondo la Sierra de Alhama.


Los poblados que desaparecieron bajo las aguas del pantano de La Viñuela

Situados
más o menos en el centro de lo que es ahora el fondo del embalse había dos poblados: Herrera y Los Quitos, además de varias casas diseminadas.

En Herrera y los Quitos la gente vivía del campo , de lo que cultivaba en las zonas de secano y regadío. Tenían su propia granja de animales para autoconsumo.  El trigo, avena, cebada, garbanzos, y hortalizas respectivamente eran los cultivos principales de esta zona.


Hasta finales de los años cincuenta el campo de la Axarquía había estado muy poblado. De hecho en cada barriada había una escuela rural y Herrera también contaba con la suya. Estas escuelas rurales pertenecían al obispado de Málaga. 
La emigración de los años sesenta dejó la zona casi despoblada y cuando, a principios de los años ochenta, llegó la expropiación de los terrenos y las casas, la mayoría de la gente ya vivía fuera. En total se derribaron aproximadamente 120 viviendas 


Una vez desalojadas las viviendas, las máquinas empezaron su trabajo, arrancando todos los árboles y aplastando las moradas sin dejar apenas rastro alguno.

Aquí en esta foto vemos la escuela rural a la izquierda y el horno de Herrera en el centro.

Aquí vemos en primer plano los Quitos en segundo plano Herrera y al fondo la Sierra Tejeda.


Autor: Chris Cluderay
Hasta principios de los años sesenta la vida diaria apenas cambió, salvo la intrusión de tres años de guerra civil y los años de hambre que la siguieron (que se dice pronto). Pero la caída de los precios de los cereales junto a las oportunidades para ganar un sueldo fijo que se presentaban tanto en las capitales provinciales como en el extranjero, significaban el final de la vida tradicional, no sólo de la zona en cuestión, sino para casi toda la España rural.
Hasta finales de los años cincuenta el campo de la Axarquía había estado muy poblado. Prueba de esto es el hecho de que en cada barriada había una escuela rural y Herrera también contaba con la suya. Estas escuelas rurales pertenecían al obispado de Málaga. La escuela rural de Herrera se construyó en el año 1957 y antes de esta fecha la única enseñanza que recibían los chicos era de los maestros ambulantes que iban de un sitio a otro y cobraban lo que podían. No solían quedarse mucho tiempo, sólo unos meses en general, y no todos estaban tan preparados ni cualificados ni aptos para la enseñanza como se hubiera querido. Estos maestros ambulantes cobraban las clases a los padres. Manuel Llamas Fortes recuerda que asistió a clases gratuitamente durante unos meses porque las clases se daban en una casa que pertenecía a su padre, donde los alumnos escribían sobre una “mesa” grande que era en efecto una simple puerta. Con la llegada de las escuelas rurales la calidad de la enseñanza mejoró algo e incluso los adultos iban a clases nocturnas, donde aprendían a leer y escribir y a hacer un poco de aritmética.
Sin embargo, la emigración de los años sesenta y setenta dejó la zona casi despoblada y cuando, a principios de los años ochenta, llegó la expropiación de los terrenos y las casas, la mayoría de la gente ya vivía fuera. En total se derribaron aproximadamente 120 viviendas (además de sus cuadras, corraletas y pajares, etc.) De éstas viviendas, unas 90 estaban dentro del municipio de La Viñuela y las demás en Periana, en el extremo norte de lo que ahora es el embalse.
El precio que recibieron los dueños de las casas fue razonable, aunque las casas abandonadas se pagaron a menor precio, así que algunas casas fueron blanqueadas por sus dueños para dar la impresión de que estuviesen habitadas, para así cobrar lo máximo posible. Los terrenos, en cambio, se pagaron a peor precio y los terrenos no labradas menos todavía. Algunos vecinos protestaron pero no consiguieron subir la cantidad que recibieron, incluso tuvieron que esperar más tiempo antes de recibir el dinero. Una vez desalojadas las viviendas, las máquinas empezaron su trabajo, arrancando todos los árboles y aplastando las moradas sin dejar apenas rastro alguno.
Quiero agradecer a Pepe Fortes y a Manuel Llamas Fortes la información que han dado. Las fotos fueron tomadas por Manuel. 
Agradezco Chris Cluderay que me haya enviado la documentación para publicarla en este blog. 
La información contenida en este artículo podéis encontrarla de manera más amplia en el siguiente enlace.

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