domingo, 26 de enero de 2014

Nubes lenticulares en Periana.

 FOTO: MARÍA LLAMAS RODRÍGUEZ


FOTO: JOSÉ TORRUBIA


FOTO: ALMUDENA MARTÍN

Durante el día de ayer sobre las 12:00 horas vivimos en Periana un extraño fenómeno, tal fue su expectación que decenas de fotos inundaron las redes sociales intentando dar alguna explicación a este extraño dibujo en el cielo con formas planas y de distintas capas.
Dada la expectación, Almudena Martín, propietaria del Alojamiento Rural Cortijo Las Monjas, buscó en internet la explicación a tan extraña rareza. El fenómeno se conoce como nubes lenticulares es muy probable que anuncien tormenta entre otras cosas.
Las nubes lenticulares son un fenómeno meteorológico que puede llegar a ser bastante espectacular. Además de conferirles una gran belleza, su aspecto en forma de disco más o menos abombado hace las delicias de avistadores de ovnis con poco o ningún interés en aprender algo sobre meteorología antes de anunciar a bombo y platillo una invasión extraterrestre. En realidad la formación de este tipo de nubes es un fenómeno relativamente frecuente y bastante sencillo de comprender a poco que se manejen algunos conocimientos científicos básicos, así que si se animan trataremos de explicarles dónde, cómo y porqué aparecen.
Aunque en determinadas condiciones las nubes lenticulares pueden formarse en lugares llanos, lo más común es que lo hagan cerca de zonas montañosas. Lo primero que hace falta es una masa de aire desplazándose hacia una montaña a una velocidad de unos 30 km/h (un viento razonablemente fuerte) y lo segundo es una inversión térmica que llegue hasta los cuatro o seis kilómetros de altura y que comience cerca de la cima.
En una inversión térmica la atmósfera presenta una capa de aire con temperatura superior a la capa que se encuentra justo debajo de ella. Esta situación no es la habitual, pues la temperatura del aire disminuye con la altitud, pero a veces ocurre en una noche despejada cuando la temperatura del suelo llega a ser tan baja que el calor que absorbe éste de las capas inferiores de la atmósfera hace que se enfríen más rápidamente que las capas superiores, provocando que cerca del suelo el aire esté más frío que a una cierta altura. Lo importante es que, en una inversión térmica, debido a la diferencia de densidades la capa de aire cálido (que no “caliente”) es muy estable en cuanto al movimiento vertical, es decir, si el aire frío que está debajo trata de hacerla subir ella intentará volver a bajar y viceversa.

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Esquema de una onda de montaña
Pues bien, ya tenemos preparado el escenario para la aparición de nuestras maravillosas nubes lenticulares. Cuando la masa de aire llega a la montaña asciende y se enfría, y si durante su ascenso la temperatura desciende hasta el punto de rocío forma una nube que asciende por la ladera hasta la cima. Si no hubiera inversión térmica la masa de aire descendería por el otro lado de la montaña, calentándose hasta superar el punto de rocío (si lo alcanzó antes) y alejándose sin más. Pero ocurre que la masa de aire cálido que causa la inversión, al verse empujada por el viento que asciende por la ladera trata de volver a descender ocupando el lugar en el que se encontraba al principio, lo que provoca un movimiento ondulatorio que se puede llegar a propagar bastantes kilómetros a sotavento de la montaña.
Esta situación se conoce como “onda de montaña” y no tiene porqué venir acompañada de ningún tipo de nube, pues para eso es necesario que el aire transporte la suficiente humedad. Sin embargo si alguna capa de aire que se vea envuelta en esta onda de montaña transporta la suficiente cantidad de agua y asciende lo bastante como para que su temperatura baje hasta el punto de rocío, se formará una nube que adoptará la misma forma que la parte superior de cada onda, es decir, una nube lenticular. Como además la oscilación puede repetirse varias veces, o incluso incrementarse por un efecto de resonancia si en su camino se encuentra con otra montaña, en ocasiones se pueden admirar auténticos desfiles de ovnis de algodón haciendo las delicias de los que admiramos la naturaleza, y por supuesto también de cualquiera que prefiera ver el programa de Iker Jiménez a pararse a leer un libro o, lo que es más difícil, a comprenderlo.
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