Benalmádenadigital. Francisco Lancha. 28/01/2009
Poco podía imaginar el vecino de Periana llamado el “Rojo”, que aquel hueso de durazno que se trajo desde Argentina en el bolsillo de la chaqueta iba a transformar el cultivo de su pueblo natal y, por lo tanto, su economía.
BENALMADENA, MALAGA. Cuenta la tradición que hace siglo y medio, año arriba, año abajo, el Rojo traspasó el charco rumbo a las Américas par visitar a un hermano y que al regreso se trajo el hueso que dio origen a los melocotones más famosos de España y a la curiosa y popular corría anual.
Con el paso de los años, el término de Periana se fue poblando del nuevo cultivo dando pie a las compras, nombre que reciben los lugares donde se instalan los compradores que vienen de diferentes sitios provistos de romana y otros útiles para el pesaje del fruto. A veces la compra se hace aforándola a ojo. Es así como el apetitoso melocotón de Periana emprende el camino de su comercialización, que es tan original como la llegada del cultivo a estas tierras.
Se conoce por corría la subasta del fruto y constituye una fiesta. Vendedores y compradores se reúnen en un lugar adecuado al efecto y da comienzo el tira y afloja, el chalaneo, la algarabía. En definitiva, un zoco. La mercancía se expone en cajas hábilmente presentadas para atraer la atención de los compradores. A veces, bastan cuatro o cinco melocotones para completar un kilo. Su piel es perfumada y exquisito su sabor. La suavidad del fruto se compara a la tersa piel de un bebé y su penetrante aroma hace que algunas amas de casa o introduzcan entre la llamada ropa blanca para que se impregne de su olor.
Terminadas las operaciones de compraventa, el producto parte hacia los diferentes mercados en camiones preparados especialmente, que es así como el melocotón perianés llega hoy hasta los más lejanos mercados. Pero no siempre fue así, ni fácil abrir mercados. Tuvieron que ingeniárselas para dar a conocer y afirmar su exquisito fruto. Eran los tiempos heroicos. Recogida la fruta, los arrieros salían a medianoche por sendas y veredas, buscando trochas para ganar tiempo, hacia los pueblos del interior donde vendían sus productos o hacían el trueque por otros de los que carecían en el pueblo.
Así dieron a conocer el melocotón en la capital, Málaga, donde pronto fue muy apreciado, Más tarde, el transporte se hacía en unos camioncillos cuyo gasto se cubría en proporción al volumen de la mercancía. Pero la salida del producto hacia la vecina Granada, vía Alhama, se continuaba haciendo en cabalgaduras, especialmente mulos y borriquillos, que tenían que remontar las alturas de la sierra Tejeda.
Hoy, cuatro millones de kilos de melocotones salen de Periana para ser consumidos en las mesas más exigentes.
BENALMADENA, MALAGA. Cuenta la tradición que hace siglo y medio, año arriba, año abajo, el Rojo traspasó el charco rumbo a las Américas par visitar a un hermano y que al regreso se trajo el hueso que dio origen a los melocotones más famosos de España y a la curiosa y popular corría anual.
Con el paso de los años, el término de Periana se fue poblando del nuevo cultivo dando pie a las compras, nombre que reciben los lugares donde se instalan los compradores que vienen de diferentes sitios provistos de romana y otros útiles para el pesaje del fruto. A veces la compra se hace aforándola a ojo. Es así como el apetitoso melocotón de Periana emprende el camino de su comercialización, que es tan original como la llegada del cultivo a estas tierras.
Se conoce por corría la subasta del fruto y constituye una fiesta. Vendedores y compradores se reúnen en un lugar adecuado al efecto y da comienzo el tira y afloja, el chalaneo, la algarabía. En definitiva, un zoco. La mercancía se expone en cajas hábilmente presentadas para atraer la atención de los compradores. A veces, bastan cuatro o cinco melocotones para completar un kilo. Su piel es perfumada y exquisito su sabor. La suavidad del fruto se compara a la tersa piel de un bebé y su penetrante aroma hace que algunas amas de casa o introduzcan entre la llamada ropa blanca para que se impregne de su olor.
Terminadas las operaciones de compraventa, el producto parte hacia los diferentes mercados en camiones preparados especialmente, que es así como el melocotón perianés llega hoy hasta los más lejanos mercados. Pero no siempre fue así, ni fácil abrir mercados. Tuvieron que ingeniárselas para dar a conocer y afirmar su exquisito fruto. Eran los tiempos heroicos. Recogida la fruta, los arrieros salían a medianoche por sendas y veredas, buscando trochas para ganar tiempo, hacia los pueblos del interior donde vendían sus productos o hacían el trueque por otros de los que carecían en el pueblo.
Así dieron a conocer el melocotón en la capital, Málaga, donde pronto fue muy apreciado, Más tarde, el transporte se hacía en unos camioncillos cuyo gasto se cubría en proporción al volumen de la mercancía. Pero la salida del producto hacia la vecina Granada, vía Alhama, se continuaba haciendo en cabalgaduras, especialmente mulos y borriquillos, que tenían que remontar las alturas de la sierra Tejeda.
Hoy, cuatro millones de kilos de melocotones salen de Periana para ser consumidos en las mesas más exigentes.
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