...
En los campos de mi pueblo
una niña se criaba,
como los rayos del sol,
la niña tenía su cara,
y sus cabellos tan rubios,
como una espiga dorada,
tenía la mirada dulce
y era una niña callada.
Desde los trece años trabajando,
para ayudar en su casa,
cuando cumplió quince años,
yo empecé a cortejarla,
y así comenzó el noviazgo,
de dos jóvenes en Periana,
que después de casi cuarenta años,
sigue el amor por su dama,
y aunque ella no lo crea,
se lo digo con el alma,
aquí termino este verso,
a mi mujer dedicado,
para que siempre lo lleve,
en su corazón guardado.
AUTOR: Isidro Frías Luque
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