jueves, 11 de junio de 2009

La Orientadora Desorientada

LA ORIENTADORA DESORIENTADA
Mi amiga me llamó para despedirse. Aquel fue un encuentro lleno de misterio del que salí sin respuestas. Se marchaba a un lugar que no quiso revelarme. Atrás lo dejaba todo. O no dejaba nada porque me enteré más tarde que había vendido piso, coche…
Así que no puedo explicar de forma clara lo que le ocurrió a una persona a la que todo le iba tan bien. Sólo puedo hacer conjeturas. Empecemos por una descripción breve de la sujeto en cuestión.
Una mujer joven con trabajo fijo, independiente, moderna, puesta en el mundo, alegre, sana, con la vida resuelta, soltera. Con un puñado de amigos y amigas suficientes como para no sentir el vacío de la soledad.
Lo que me contó ese día de forma inconexa y apresurada fue que:
Uno, ella era una persona a la que acudían con frecuencia en busca de consejo los amigos, simples conocidos, los compañeros de trabajo, los familiares o los vecinos. Consejos que le agradecían porque, gracias a ellos, los asuntos de esas personas parecían tomar una buena dirección.
Dos, dado que su oficio tenía algo que ver con la terapia, la psicología, la orientación personal - profesional o las relaciones humanas en general, se le pedía en muchas ocasiones un programa para la resolución de conflictos individuales o de grupo. No era éste su principal medio de vida pero no dejaba de proporcionarle contactos valiosos y enormes satisfacciones personales.
Tres, un poco médica y muy puesta en métodos alternativos de salud y bienestar general, sabía poner al alcance de todo el que se lo pedía una dieta adecuada o remedios eficaces contra males y molestias.
Cuatro, sus diagnósticos de personas o situaciones eran rigurosos, serios y certeros. Esta capacidad de análisis la sabía ejercer en el terreno profesional, familiar y personal.
El encuentro fue en una cafetería céntrica. Me había pedido por teléfono que nos viéramos porque tenía algo importante que decirme. Ahora que lo pienso detecté que algo le pasaba pero entonces no me atreví a hacerle muchas preguntas. No me gusta ser indiscreto. En pocas palabras me dijo que se iba por un tiempo porque necesitaba un tiempo para reflexionar. Llevaba ya tiempo dándole vueltas a la cabeza y no encontraba respuestas a sus preguntas. Ella que era una experta en solucionar los conflictos de los otros, en dar buenos consejos, en desliar enredos, en aconsejar métodos de autoayuda, en orientar al desorientado no había sabido orientarse a sí misma y llevaba mucho tiempo perdida.
Yo fui incapaz de proporcionarle consejo, ayuda o método alguno de superación.
José Manuel Rejano Cabello,
en Vélez-Málaga a 11 de Junio de 2009.
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Gracias a José Manuel Rejano por participar en este blog.

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