DÉJANOS VIVIR
Esta historia, se supone vivida por un pájaro al que se le atribuye la capacidad de pensar, razonar y sentir lo que ocurre en su entorno.
- Creo que es hora de salir del cascarón; hace mucho calor aquí dentro - pensó Poppi ( el pájaro protagonista)-. Tal vez ya debería estar naciendo. Lo intentaré.
Así pues, Poppi comenzó a picotear la cáscara, y realmente ya era la hora.
- ¡Oh, si! Es fácil; pronto veré la luz, - se ilusionó Poppi- debe ser maravilloso el mundo de ahí fuera.
Y Poppi vió la luz; asomó su cabecita, y, sin pensarlo ni un momento, se aventuró a salir del huevo. ¿Cuál no sería su sorpresa al descubrir que a su alrededor, otros dos huevos se rompían también?. Pero había más. Un pájaro más grande que él se encontraba a su lado.
- Tu eres mamá, supongo.
- Si; yo soy mamá, contestó cariñosamente, y los que están saliendo del cascarón, serán tus hermanos. Los querrás mucho. ¿verdad?.
- Si mamá, los querré mucho.
Y así, se formó una gran familia de pajaritos.
Transcurrían los días felizmente en el nido. Mamá pájaro iba y venía constantemente con insectos, gusanos y cualquier cosa que pudiera mantener entretenidos los pequeños estómagos de sus hijitos.
A menudo, Poppi discutía con sus hermanos; el tema era siempre el mismo: ¿ a quién le tocará el próximo manjar?.
- El próximo gusano que traiga mamá será para mí - , advirtió uno de sus hermanos - .
- ¡De eso ni hablar! - replicó el otro - ; tú acabas de comer, así que del siguiente me ocupo yo.
- Bueno, basta ya de discusiones, - sugirió Poppi - sabéis muy bien que mamá nunca se equivoca cuando se trata de nuestro alimento. Siempre lo hace siguiendo un orden correcto y procura ser justa con nosotros, ¿ o acaso nos ha fallado alguna vez?.
- No-, asintieron sus hermanos avergonzados -.
- Entonces dejad de protestar. Además, es muy cómodo quedarnos aquí a esperarla siempre, mientras ella sale a arriesgar su vida, porque he oído que hay hombres que matan a los pájaros para...
¡Qué barbaridad! - gritaron sus hermanos interrumpiéndole -. No es posible, no lo entiendo. ¿Por qué dices que la van a matar? Es para asustarnos, ¿verdad?
- No - contestó Poppi -. No es para asustaros, es la verdad, aunque yo tampoco lo entiendo. Pero no os preocupéis; tal vez mamá tenga suerte, y la dejen vivir.
Entretanto, llegaba mamá pájaro con un exquisito gusano, así que dejaron el tema para mejor ocasión.
Bueno, en realidad, Poppi no lo dejó del todo. En su mente seguía reinando la confusión, el miedo y muchas dudas, preguntas sin respuesta.
- Dios mío, es cierto, - cabilaba él - los hombres deben ser peligrosos, pero ¿ qué puedo hacer yo?. Estoy totalmente indefenso frente a sus armas. Algún día he de salir del nido. Es terrible. Simplemente, estoy expuesto a que ellos decidan cuánto tiempo debo vivir, porque en el momento que consideren oportuno, decidirán que ya he vivido bastante, y sin tener en cuenta la, para ellos, remota posibilidad de que mi vida también importa, acabarán en un instante con ella.
Yo no cuento. A mí no se me consulta nada. Es mi vida, pero al parecer eso no importa. Son ellos los que controlan, y no puedo hacer nada por evitarlo. Es injusto - se lamenta Poppi,; las lágrimas corrían por sus mejíllas, imaginando que mundo le esperaba, y de pronto recordó sus ansias por salir del huevo, y pensó: - "Tal vez el mundo de aquí fuera, no sea tan maravilloso como parecía desde el cascarón".
Y pasaron algunos días.
Bien hijitos, - decretó un día la madre -. Ya es hora de que aprendan a sobrevivir solos; a partir de hoy seréis vosotros mismos quienes salgáis a buscar comida. Os deseo mucha suerte, y sed prudentes; hay muchos hombres malos, - advirtió -. Esta frase zumbó en la mente de Poppi. De nuevo acudían a su pensamiento ideas terribles.
En ese momento, sintieron al árbol que los cobijaba, temblar de miedo; miraron abajo. ¡Era un hombre!
¿Qué está haciendo? - preguntó Poppi al árbol -
- Va a acabar con mi vida, - contestó el árbol - es un leñador.
- ¿Por qué lo hace? - seguía Poppi sin entender -.
- No lo sé; tal vez ni él mismo lo sepa. Lo cierto es que ya siento mis heridas. Me desvanezco. Creo que su objetivo son fines materiales; algo que ellos llaman dinero.
De pronto, un golpe brusco del hacha, el nido se cayó al suelo inesperadamente. Sus hermanos se golpeaban en la cabeza, y también ellos dejaron de existir en el mundo de los mortales.
Todo ocurrió tan deprisa, que Poppi estaba aturdido.
De repente:
- ¡Vuela! - le gritó su madre - hemos de irnos o también moriremos.
Poppi voló instintivamente, aunque no le importaba demasiado seguir viviendo ya; simplemente se elevaba en el aire junto a su madre. No duró mucho; algunos kilómetros de distancia, había hombres prácticando su "deporte favorito".
Entonces, una bala perdida le atravesó el corazón a mamá, y Poppi sintió que le atravesaban el alma. Lo vió todo: primero, el aire teñirse de sangre, sin oponer resistencia. Se acabó todo. Poppi ya no tenía fuerzas para seguir volando.
Se posó en una rama y pensó mucho mientras lloraba amargamente.
- No es justo- se repetía- no es justo.
Ahora lo entiendo todo; los hombres lo tienen muy claro, no tienen escrúpulos, aunque parecen no entender algo que para mí es evidente. "Mi vida es mía, y vivirla es un derecho que la naturaleza me ha concebido". Para ellos sin embargo, dejarme vivir es una limosna que me ofrecen, y que por tanto, yo debo agradecer.
Ahora - seguía pensando Poppi - ahora sí está claro que el mundo que rodeaba mi cascarón no es tan maravilloso como yo imaginé. Ojalá no hubiese salido nunca de allí.
Remedios Pérez Martín
Alcaucín
Premio Axarquía del Concurso Literario
Ayuntamiento de Periana.
Muy bonita la historia, a pesar de su trágico final, pero también muy cierta.
ResponderEliminarSaludos