Foto enviada por Leoncio Moreno Barroso
Pilar Barroso García sería la primera pregonera tras la trayectoria hasta el momento de 16 pregoneros, en estos 25 años podemos destacar la presencia de Pilar y Mercedes Alarcón Fernández como las dos únicas mujeres que realizaron pregones en las Fiestas de San Isidro Labrador, a la espera de que en los próximos 25 años sean muchas más.
PREGÓN DE SAN ISIDRO 2006
Pilar Barroso García
Buenas noches, amigas y amigos de Periana, querida familia. Un saludo a todos los que nos visitáis y bienvenidos. Muchas gracias querido Adolfo por tu presentación. La verdad es que cuando te pusiste contacto conmigo y me dijiste que se había pensado en mí para ser pregonera de las fiestas de San Isidro, sentí una gran emoción, no sé si me lo notaste en la voz. Supe en aquel momento que no podía decir que no y así te lo dije, entendí que tenía ante mí una gran responsabilidad, pero al mismo tiempo, tenía que aprovechar la oportunidad de estar aquí con todos vosotros en estas fiestas tan entrañables en honor a nuestro patrón. Y además, pensé que tampoco tenía por qué ser tan difícil, se trataba sobre todo de dejar hablar al corazón. Insisto en mi agradecimiento porque os hayáis acordado de mí.
El nacer en un sitio u otro es algo que no se elige y es fruto del azar, probablemente habrá gente que haya nacido donde nunca hubiera querido nacer. Os puedo asegurar que no es mi caso. Creo que los dos primeros regalos que la vida me dio, fueron, en primer lugar, ser hija de Rafael Barroso y Carmen García (Rafalico y Carmela del cruce) y el segundo, haber nacido aquí en Periana y haber tenido la suerte de crecer en este marco incomparable rodeada de todos vosotros. Con vuestra generosidad y sencillez habéis contribuido a que me forme como persona, a formarme como mejor persona.
La mayoría conocéis que por mi situación laboral y familiar, en la actualidad vivo en un pueblo de Almería, con mucha frecuencia vengo a Periana, lo necesito. Porque Periana es mi paraíso y por eso tengo que decirte ¡qué linda eres!. Cuando voy llegando te me apareces majestuosa, erguida, como una reina, rodeada de todas sus aldeas, dispuestas como una corte de damas de honor compitiendo contigo en belleza. La Muela, Cortijo Blanco, El Cañuelo, Guaro, Los Baños, Vilo, Mondrón, Los Marines, Pollo Pelao, Río Seco, Las Mayoralas, Regalón y otras más, que suenan también en la voz de nuestro querido Isidro Perdigón cuando canta por Colombianas esa bonita canción compuesta por nuestro amigo Rafael Ruíz Moreno (El Moro).
Llegar aquí me transmite calma, sosiego, poco a poco me voy despojando de las cosas importantes que en realidad no tienen ninguna importancia y ya llego desnuda como cuando nací y me recibes con un entrañable abrazo maternal.
Voy por tus calles y siento que eres algo mío, respiro de otra manera, hablo de otra manera. Puedo conversar contigo y me transmites cosas tan importantes cómo que queda mucho camino sin estrenar para quién siga caminando, que la esperanza tiene que estar ahí y no podemos caer en el desánimo, que reiremos juntas aunque en algún momento recordemos con tristeza a aquellas personas tan queridas que se marcharon, algunas, antes de tiempo.
A mi edad ya empiezo a recordarte con nostalgia, se me mezclan sentimientos, sensaciones, vivencias, recuerdos. Como todo recuerdo, probablemente sea una mezcla de cosas vividas y de las fantasías que yo le haya puesto con el paso de los años. Estar lejos de ti, hace que las vivencias, los recuerdos, quizás porque lo añoro más, aparezcan con toda su fuerza en forma de colores, sabores, alegrías, tristezas. Todos ellos agolpados, manifestados con toda su fuerza y sin guardar un orden cronológico concreto, pero muy nítidos casi siempre.
Quizás mis primeros recuerdos sean encontrarme subida en una mesa, liada en una manta, en la pensión La Giralda y el olor a "teeringos" que mi madre vendía puestos en unos juncos. Crecer siempre rodeada de gente, en un bar, jugando por todas las calles del pueblo. Mi primera escuela en el Carrascal, y mis primeros juegos en la Lomilleja. Posteriormente en La Quinta, La Cruz, El Barrero, La Fuente. Recuerdo muchas tardes de juego en la estación, aunque ya sin tren. La Peña, que era nuestro paraíso cuando éramos pequeñas ¡cuántas tardes de meriendas!, las cuevas, los eucaliptos, ¡cuantas bragas romperíamos rodando por las piedras!. Más tarde seguiría siendo un lugar de encuentro, en las noches, cuando nos sentábamos todos los amigos alrededor de la alberca.
La mayoría de mi infancia y juventud en el bar El Cruce ¡cuánto aprendizaje en ese bar!. Por allí pasaba toda la gente, los camioneros hacían su parada. Los agricultores y cabreros tomaban café o la cerveza y mientras los mulos estaban atados en el palo de la luz de la esquina y las cabras bebían agua en la pila.
En el verano, después de comer, la gente se sentaba debajo del nogal a tomar café. Yo los veía mucho debajo de la parra y los oía. Ahí empecé a darme cuenta que había muchas formas de pensar y que nunca llovía a gusto de todos. Todavía no había construcciones alrededor y era un lugar privilegiado para mirar. A la izquierda era impresionante el gran campo que había de color dorado, lleno de trigo y olivos asaltado por el rojo de las amapolas. Mi padre me mandaba llevarle una bebida al hombre que trillaba en la era y éste me dejaba subir a la trilla. Me encantaba además, como había vivido la gente de mi pueblo, sus costumbres, sus diversiones, ahondar en algunas de ellas como era el cante y el baile de la Rueda. recuerdo con mucho cariño, cuando se juntaban mis tíos y contaban lo que hacían de pequeños, nos revolcábamos de la risa.
En el invierno, el transporte escolar, qué madrugones tenían que darse los niños que llegaban de todas las aldeas. El bar siempre abierto para que se refugiaran de la lluvia. En la época en la que todavía no estaba abierto el comedor de los niños con fiambreras de comida, cuánto me gustaba el pan que traían algunos, hecho en sus casas. Mientras llegaba el autobús con los otros niños, daba tiempo a jugar al elástico, a la comba, a la pelota.
Nuestra época de colegio fue magnífica, aunque podría decir que el último año fue el mejor, la mayoría de nuestros maestros eran de aquí, fue el año del cambio, ya nos considerábamos más adultos y realmente no sé cómo podían aguantarnos, probablemente, porque no éramos malos estudiantes. Ese año preparamos el viaje de estudios con mucha ilusión e hicimos hasta un teatro.
Recuerdo mucho el campo en las mañanas de verano. No sé muy bien como describir ese recuerdo pero si sé que era algo especial, el amanecer, el olor, el canto de las chicharras y los pájaros, las zarzamoras llenas de moras, los árboles frutales, los perales, los melocotoneros, los pirilitos debajo de los árboles, el ruido del agua por la acequia. En aquella época tenía que pasar por las encinillas sin mirar atrás, vaya que salieran los espantos de los que tanto mis tíos me habían hablado.
Aunque el inicio del verano lo marcaba en la noche se San Juan. He vivido muchas y muy mágicas, fuera del pueblo, más unidas al mar. Pero no puedo olvidar aquellas en las que nos íbamos andando y nos sentábamos en la fuente de la huerta de Antonio Díaz, o íbamos a Guaro o a cualquier otro sitio. Pero os puedo decir que la que más me impresionó fue una en la que yo era muy pequeña, llegamos en un "seat 600" hasta los Baños de vilo, bajamos unas cuestas, nos iluminaba la luna, el campo estaba lleno de cerezos, todos los primos ilusionados porque iban a pasar a mi primo Carlos por la mimbre para que se le quitara una hernia, tan pequeño, desnudito entre Juanes y Marías que decían cosas, luego mirábamos como le pusieron la miel a la mimbre, la unieron y nos dijeron que había que esperar a que brotara.
Como profesional de la salud me siento muy orgullosa porque sé que Periana tiene muchos aspectos que hacen de ella un municipio saludable. Es un pueblo que desarrolla muchas actividades para niños, jóvenes y adultos; es un pueblo que invita a pasear y a hacer deporte; en nuestra cocina predomina la dieta mediterránea, y en la preparación de nuestros platos típicos siempre está presente un magnífico aceite de oliva, hecho con nuestra incomparable aceituna verdial y siempre podemos poner como exquisito postre nuestros melocotnoes, que son un orgullo para nuestro pueblo.
Y además, también me siento orgullosa porque eres muy acogedora. ¡Cómo recibes a quién te visita!, ¡cómo te quedas grabada en el corazón, en la vista, en el oído!, ¡cuántas cosas se pueden decir de ti! Quiero que sepas que te querré y te respetaré hasta mi último aliento.
Ahora, querido San Isidro!, quisiera contarte algunas cosas. Mira, todos los que hemos nacido en Periana, te tenemos un cariño especial, no sé como vas entrando en nuestras vidas, pero lo cierto es que todos nos emocionamos cuando te vemos y sobre todo cuando sales de la iglesia portado a hombros por ese grupo de personas que con tanta ilusión y esmero te van paseando por las calles de nuestro pueblo. Si me pongo a pensar no sé desde cuando tengo recuerdos relacionados contigo. Quizás lo primero que recuerdo de cuando era pequeña es que te hacían fiestas muy bonitas, los cohetes, las carreras de cintas, los "cacharritos", el sonido de la banda de música. Te hacían una misa preciosa, lo que más me llamaba la atención era que la mayoría de la gente iba muy bien arreglada, tanto hombres como mujeres llevaban trajes y te dedicaban por completo ese día; a muchos casi ni los conocía porque me costaba relacionarlos con la gente que yo estaba acostumbrada a ver siempre con ropa de trabajo. La primera banda de música que recuerdo venía de Alozaina y llegaba siempre puntual el día 14, se quedaban en la fonda de mis padres, todavía puedo oler el canosto de comida que les preparaba mi madre para la romería, con las tortillas de patatas y los filetes empanados.
Otra cosa que me llamaba mucho la atención era que para principios de mayo, todas las casas estaban vestidas de blanco, estrenaban traje, relucían magníficas y competían entre sí en blancura para que te sintieras orgulloso de tu pueblo y de tu gente.
Pasaron los primeros años de mi vida. Como no había instituto nos íbamos muy pequeños a estudiar fuera. A partir de ahí ya no siempre podíamos acompañarte. El primer año estudiarmos un grupo de gente en Antequera. vinimos a las fiestas pero nos fuimos el domingo, recuerdo que fui llorando hasta más allá de la Huerta de Antonio Díaz y que no había nada que me consolara. Después nos fuimos a Málaga, los fines de semana veníamos en la alsina graells, todos los estudiantes, nos poníamos en la parte de atrás. cuando iba llegando mayo no te puedes imaginar las caras de ilusión, hablábamos de la ropa que nos habíamos comprado, siempre queríamos estrenar algo, hablábamos de las amigas y amigos que nos íbamos a traer, de dónde se iban a quedar. Queríamos llegar pronto, como muy tarde el día 14, como la banda de música. Todavía recuerdo un día que me cogió mi primo "sindi" con la moto y llegamos los primeros.
Aunque no siempre era así, en el mes de mayo, a veces coincidían exámenes importantes y no podíamos estar el día de la procesión, de ahí tengo mis primeros recuerdos del trigo, hablaba por teléfono con mi madre y me decía que estuviera tranquila que iba a aprobar porque ella le iba a echar un cubo de trigo a San Isidro por mi. Ya sabes San Isidro, como mínimo te debo la mitad de mi carrera. Esta ilusión y este cariño por ti lo he seguido manteniendo siempre. Mis hijos también tienen su cubo de trigo y les he inculcado que te respeten y que aprendan a quererte.
Y las romerías, magníficas. Mañanas de arreglos, el paisaje, la música, el colorido, los olores, los sabores. Si todo se pudiera plasmar, qué cuadros más entrañables, dignos de cualquier pintura costumbrista. Podrían ser óleos, acuarelas, da igual, distintos escenarios a cuales más bonitos. En la era de Guaro, el agua. La gama de verdes y el frescor bajo la sombra de los árboles de Zapata, El Batán. Árboles llenos de flores, amarillo intenso de los campos llenos de gallumbas. El Cortijo Blanco, el pantano. Las carrozas y camiones llenos de gente cantando. La alegría de la gente, el olor de la comida, todos juntos, la panda de verdiales, la banda de música. Las visitas furtivas a tu carroza a ver si seguías bien. La vuelta, acompañarte a la fuente, dejarlo bien puesto. Cómo se mezcla todo y más en la distancia.
Otra cosa importante que quiero que conozcas es que cada año hay un grupo de personas, tus mayordomos, que trabajan para hacerte la fiesta más bonita aún que el año anterior. No te puedes imaginar como se trabaja, con qué ilusión se prepara todo, qué malos ratos a veces, porque las cosas no salen como se quisiera. Pero te puedo decir que es un honor, yo he vivido esa experiencia un año y puedo asegurarte que no la olvidas.
Y ahora, a todos vosotros, os deseo desde lo más profundo de mi corazón que en estos días olvidéis el trabajo diario, que os envolváis en una nube de diversión, que seáis capaces de sacarle todo el jugo a estas fiestas y que podáis paladear el sabor más dulce que a cada uno le corresponda.
¡MUCHAS GRACIAS! ¡VIVA SAN ISIDRO! ¡VIVA PERIANA!
A mi edad ya empiezo a recordarte con nostalgia, se me mezclan sentimientos, sensaciones, vivencias, recuerdos. Como todo recuerdo, probablemente sea una mezcla de cosas vividas y de las fantasías que yo le haya puesto con el paso de los años. Estar lejos de ti, hace que las vivencias, los recuerdos, quizás porque lo añoro más, aparezcan con toda su fuerza en forma de colores, sabores, alegrías, tristezas. Todos ellos agolpados, manifestados con toda su fuerza y sin guardar un orden cronológico concreto, pero muy nítidos casi siempre.
Quizás mis primeros recuerdos sean encontrarme subida en una mesa, liada en una manta, en la pensión La Giralda y el olor a "teeringos" que mi madre vendía puestos en unos juncos. Crecer siempre rodeada de gente, en un bar, jugando por todas las calles del pueblo. Mi primera escuela en el Carrascal, y mis primeros juegos en la Lomilleja. Posteriormente en La Quinta, La Cruz, El Barrero, La Fuente. Recuerdo muchas tardes de juego en la estación, aunque ya sin tren. La Peña, que era nuestro paraíso cuando éramos pequeñas ¡cuántas tardes de meriendas!, las cuevas, los eucaliptos, ¡cuantas bragas romperíamos rodando por las piedras!. Más tarde seguiría siendo un lugar de encuentro, en las noches, cuando nos sentábamos todos los amigos alrededor de la alberca.
La mayoría de mi infancia y juventud en el bar El Cruce ¡cuánto aprendizaje en ese bar!. Por allí pasaba toda la gente, los camioneros hacían su parada. Los agricultores y cabreros tomaban café o la cerveza y mientras los mulos estaban atados en el palo de la luz de la esquina y las cabras bebían agua en la pila.
En el verano, después de comer, la gente se sentaba debajo del nogal a tomar café. Yo los veía mucho debajo de la parra y los oía. Ahí empecé a darme cuenta que había muchas formas de pensar y que nunca llovía a gusto de todos. Todavía no había construcciones alrededor y era un lugar privilegiado para mirar. A la izquierda era impresionante el gran campo que había de color dorado, lleno de trigo y olivos asaltado por el rojo de las amapolas. Mi padre me mandaba llevarle una bebida al hombre que trillaba en la era y éste me dejaba subir a la trilla. Me encantaba además, como había vivido la gente de mi pueblo, sus costumbres, sus diversiones, ahondar en algunas de ellas como era el cante y el baile de la Rueda. recuerdo con mucho cariño, cuando se juntaban mis tíos y contaban lo que hacían de pequeños, nos revolcábamos de la risa.
En el invierno, el transporte escolar, qué madrugones tenían que darse los niños que llegaban de todas las aldeas. El bar siempre abierto para que se refugiaran de la lluvia. En la época en la que todavía no estaba abierto el comedor de los niños con fiambreras de comida, cuánto me gustaba el pan que traían algunos, hecho en sus casas. Mientras llegaba el autobús con los otros niños, daba tiempo a jugar al elástico, a la comba, a la pelota.
Nuestra época de colegio fue magnífica, aunque podría decir que el último año fue el mejor, la mayoría de nuestros maestros eran de aquí, fue el año del cambio, ya nos considerábamos más adultos y realmente no sé cómo podían aguantarnos, probablemente, porque no éramos malos estudiantes. Ese año preparamos el viaje de estudios con mucha ilusión e hicimos hasta un teatro.
Recuerdo mucho el campo en las mañanas de verano. No sé muy bien como describir ese recuerdo pero si sé que era algo especial, el amanecer, el olor, el canto de las chicharras y los pájaros, las zarzamoras llenas de moras, los árboles frutales, los perales, los melocotoneros, los pirilitos debajo de los árboles, el ruido del agua por la acequia. En aquella época tenía que pasar por las encinillas sin mirar atrás, vaya que salieran los espantos de los que tanto mis tíos me habían hablado.
Aunque el inicio del verano lo marcaba en la noche se San Juan. He vivido muchas y muy mágicas, fuera del pueblo, más unidas al mar. Pero no puedo olvidar aquellas en las que nos íbamos andando y nos sentábamos en la fuente de la huerta de Antonio Díaz, o íbamos a Guaro o a cualquier otro sitio. Pero os puedo decir que la que más me impresionó fue una en la que yo era muy pequeña, llegamos en un "seat 600" hasta los Baños de vilo, bajamos unas cuestas, nos iluminaba la luna, el campo estaba lleno de cerezos, todos los primos ilusionados porque iban a pasar a mi primo Carlos por la mimbre para que se le quitara una hernia, tan pequeño, desnudito entre Juanes y Marías que decían cosas, luego mirábamos como le pusieron la miel a la mimbre, la unieron y nos dijeron que había que esperar a que brotara.
Como profesional de la salud me siento muy orgullosa porque sé que Periana tiene muchos aspectos que hacen de ella un municipio saludable. Es un pueblo que desarrolla muchas actividades para niños, jóvenes y adultos; es un pueblo que invita a pasear y a hacer deporte; en nuestra cocina predomina la dieta mediterránea, y en la preparación de nuestros platos típicos siempre está presente un magnífico aceite de oliva, hecho con nuestra incomparable aceituna verdial y siempre podemos poner como exquisito postre nuestros melocotnoes, que son un orgullo para nuestro pueblo.
Y además, también me siento orgullosa porque eres muy acogedora. ¡Cómo recibes a quién te visita!, ¡cómo te quedas grabada en el corazón, en la vista, en el oído!, ¡cuántas cosas se pueden decir de ti! Quiero que sepas que te querré y te respetaré hasta mi último aliento.
Ahora, querido San Isidro!, quisiera contarte algunas cosas. Mira, todos los que hemos nacido en Periana, te tenemos un cariño especial, no sé como vas entrando en nuestras vidas, pero lo cierto es que todos nos emocionamos cuando te vemos y sobre todo cuando sales de la iglesia portado a hombros por ese grupo de personas que con tanta ilusión y esmero te van paseando por las calles de nuestro pueblo. Si me pongo a pensar no sé desde cuando tengo recuerdos relacionados contigo. Quizás lo primero que recuerdo de cuando era pequeña es que te hacían fiestas muy bonitas, los cohetes, las carreras de cintas, los "cacharritos", el sonido de la banda de música. Te hacían una misa preciosa, lo que más me llamaba la atención era que la mayoría de la gente iba muy bien arreglada, tanto hombres como mujeres llevaban trajes y te dedicaban por completo ese día; a muchos casi ni los conocía porque me costaba relacionarlos con la gente que yo estaba acostumbrada a ver siempre con ropa de trabajo. La primera banda de música que recuerdo venía de Alozaina y llegaba siempre puntual el día 14, se quedaban en la fonda de mis padres, todavía puedo oler el canosto de comida que les preparaba mi madre para la romería, con las tortillas de patatas y los filetes empanados.
Otra cosa que me llamaba mucho la atención era que para principios de mayo, todas las casas estaban vestidas de blanco, estrenaban traje, relucían magníficas y competían entre sí en blancura para que te sintieras orgulloso de tu pueblo y de tu gente.
Pasaron los primeros años de mi vida. Como no había instituto nos íbamos muy pequeños a estudiar fuera. A partir de ahí ya no siempre podíamos acompañarte. El primer año estudiarmos un grupo de gente en Antequera. vinimos a las fiestas pero nos fuimos el domingo, recuerdo que fui llorando hasta más allá de la Huerta de Antonio Díaz y que no había nada que me consolara. Después nos fuimos a Málaga, los fines de semana veníamos en la alsina graells, todos los estudiantes, nos poníamos en la parte de atrás. cuando iba llegando mayo no te puedes imaginar las caras de ilusión, hablábamos de la ropa que nos habíamos comprado, siempre queríamos estrenar algo, hablábamos de las amigas y amigos que nos íbamos a traer, de dónde se iban a quedar. Queríamos llegar pronto, como muy tarde el día 14, como la banda de música. Todavía recuerdo un día que me cogió mi primo "sindi" con la moto y llegamos los primeros.
Aunque no siempre era así, en el mes de mayo, a veces coincidían exámenes importantes y no podíamos estar el día de la procesión, de ahí tengo mis primeros recuerdos del trigo, hablaba por teléfono con mi madre y me decía que estuviera tranquila que iba a aprobar porque ella le iba a echar un cubo de trigo a San Isidro por mi. Ya sabes San Isidro, como mínimo te debo la mitad de mi carrera. Esta ilusión y este cariño por ti lo he seguido manteniendo siempre. Mis hijos también tienen su cubo de trigo y les he inculcado que te respeten y que aprendan a quererte.
Y las romerías, magníficas. Mañanas de arreglos, el paisaje, la música, el colorido, los olores, los sabores. Si todo se pudiera plasmar, qué cuadros más entrañables, dignos de cualquier pintura costumbrista. Podrían ser óleos, acuarelas, da igual, distintos escenarios a cuales más bonitos. En la era de Guaro, el agua. La gama de verdes y el frescor bajo la sombra de los árboles de Zapata, El Batán. Árboles llenos de flores, amarillo intenso de los campos llenos de gallumbas. El Cortijo Blanco, el pantano. Las carrozas y camiones llenos de gente cantando. La alegría de la gente, el olor de la comida, todos juntos, la panda de verdiales, la banda de música. Las visitas furtivas a tu carroza a ver si seguías bien. La vuelta, acompañarte a la fuente, dejarlo bien puesto. Cómo se mezcla todo y más en la distancia.
Otra cosa importante que quiero que conozcas es que cada año hay un grupo de personas, tus mayordomos, que trabajan para hacerte la fiesta más bonita aún que el año anterior. No te puedes imaginar como se trabaja, con qué ilusión se prepara todo, qué malos ratos a veces, porque las cosas no salen como se quisiera. Pero te puedo decir que es un honor, yo he vivido esa experiencia un año y puedo asegurarte que no la olvidas.
Y ahora, a todos vosotros, os deseo desde lo más profundo de mi corazón que en estos días olvidéis el trabajo diario, que os envolváis en una nube de diversión, que seáis capaces de sacarle todo el jugo a estas fiestas y que podáis paladear el sabor más dulce que a cada uno le corresponda.
¡MUCHAS GRACIAS! ¡VIVA SAN ISIDRO! ¡VIVA PERIANA!
Pilar Barroso García
Cuando llego desde Milán a Barcelona,los viernes por la tarde, lo primero que hago, después de abrazar a mi familia, es ojear las novedades que Gema cuelga en su blog. Hoy he leído el pregón de las fiestas de San Isidro de 2006 por una mujer que ha puesto en mis ojos, y desde ahí al corazón, un torrente de recuerdos imborrables a pesar de los años pasados,los países visitados, las culturas conocidas; siguen vivos en el rincón de la infancia que permanece intacta en mi corazón. También hubo amarguras, miedos y penas al sentirme despreciado por la "alta sociedad" de entonces;aunque, eso precisamente, me ayudó, y de qué manera, a superarme día a día y no desfallecer hasta alcanzar el objetivo que me propuse.
ResponderEliminarSoy Paco el montaño.
Felicidades por todo lo que haces por mi pueblo, Gema.
Saludos cordiales.
Gracias por tus palabras. Un saludo
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