MÁLAGA.- El consejero de Cultura, Paulino Plata, ha presidido en Málaga un acto de celebración de la reciente declaración de la Fiesta de Verdiales como Bien de Interés Cultural, donde se ha destacado su gran valor como exponente de la cultura popular tradicional, su singula-ridad y profunda raigambre dentro del territorio malagueño.
Paulino Plata ha resaltado la importancia de la inscripción en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz de esta expre-sión cultural de música y baile, cuya protección contribuirá tanto a afianzar las señas de identidad de los malagueños como al desarrollo del turismo cultural. El decreto aprobado por el Consejo de Gobierno incluye así recomendaciones para favorecer la difusión de este bien de interés etnológico a través de los centros de enseñanza y los medios de comunicación.
El consejero ha señalado que los Verdiales es una manifestación muy viva que experimenta un auténtico renacer, como prueba la existencia de 24 escuelas de verdiales, 35 agrupaciones inscritas en la federación y con una media de más de 20 fiesteros por formación.
La Fiesta de Verdiales se basa en un tipo de fandango ‘abandolao’ que se caracteriza por la danza en pareja y por la música de violín, guitarra, castañuelas y pandero. Se celebra tradicionalmente en el solsticio de invierno, del 25 al 28 de diciembre, para culminar el Día de los Santos Inocentes con el ‘choque’ de pandas de fiesteros, agrupaciones que compiten con sus cantes y bailes y en cuya indu-mentaria destaca un simbólico sombrero de verdiales compuesto por veinticuatro cinta de colores.
La ‘lucha’ entre las agrupaciones de los Verdiales se produce en términos musicales, se rivaliza en la velocidad de los músicos y pierde aquella panda que se equivoca en el ritmo o el compás
De clara raíz agraria, los Verdiales surgen y se desarrollan en pequeños núcleos de población de los Montes malagueños y, en su discurrir histórico, experimenta un mestizaje que entronca con el flamenco hasta presentar tres modalidades claramente adscritas al territorio que los origina: el estilo Montes, el Almogía y el Comares.
En la modalidad Montes, situada en la comarca de Málaga y Montes de Málaga y que comparte estilo con el sur de la Serranía de Ronda, el ritmo es más suave, domina el pandero y en el baile se da prioridad al movimiento de todo el cuerpo. Además del baile en pareja, se baila el ‘tresillo’ o ‘zángano’ compuesto por una pareja y una mujer.
En la modalidad Almogía, que corresponde al Valle del Gua-dalhorce y al sureste de Antequera, el ritmo es más rápido, el violín muy melismático, los pasos más grandes que en los Montes y los brazos se suben y se mueven mucho más.
El estilo Comares, que en la comarca de la Axarquía se da en términos como Comares, Colmenar, Cútar, Rincón de la Victoria, Periana y La Viñuela, se caracteriza por el protagonismo de los instrumentos de cuerda, la riqueza melódica del violín acompañado por el laúd y el baile hombro con hombro.
A partir de la década de los 60, y como consecuencia del fuerte éxodo rural, la celebración se desplaza paulatinamente a la periferia de la de capital malagueña. Para las generaciones más veteranas emigradas desde estos pueblos de los Montes y la Axarquía a barrios como Mangas Verdes o El Palo, es una forma de no desgajarse de sus orígenes.
La gran difusión de los Verdiales ha provocado una creciente identificación de la sociedad malagueña con esta fiesta y la aparición de nuevos contextos y tiempos de celebración, como las calles del centro de la capital durante la feria de verano o los festivales y concursos. Entre éstos destacan el de la Ermita de las Cruces y el de Villanueva de la Concepción, declarados Fiestas de Interés Turístico de Andalucía.
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