EFECTOS DEL TEMPORAL - CONTINÚAN LOS PROBLEMAS EN EL INTERIOR DE LA PROVINCIA.
En la aldea de Guaro (Periana) utilizan sacos terreros para contener el río mientras en el pueblo no tienen agua.
GEMA MARTÍNEZ. PERIANA - Jueves 9 de enero de 1997 - DIARIO SUR
El alcalde de Periana, Rafael Zorrilla, asegura que la idea le vino de las películas: "Pensé en esos sacos de arena con los que los protagonistas conseguían frenar el caudal del río y empezamos a transportarlos en camiones, para luego colocarlos sobre las paredes de las casas más afectadas, a modo de barricadas".
Zorrilla no se propone encauzar un río, pero sí su nacimiento que es tan caudaloso que ha extendido la preocupación entre el centenar de vecinos de la aldea de Guaro, donde nace el río del mismo nombre, justo al pie de Marchamona, en la Sierra de Enmedio. De momento la idea ha dado resultado, aunque entre los paisanos se mantiene cierta inquietud. Al desalojo se han negado. El caudal del nacimiento ha crecido al mismo tiempo que la sierra ha ido absorbiendo las fuertes lluvias caídas en los llanos de Zafarraya, al otro lado de la montaña, y el pantano de la Viñuela, al fondo, se ha ido llenando hasta rebosar.
Cuando la fuerza del agua arrastra o destroza los primeros sacos de tierra, los que se encuentran encima se acoplan y el retén permanente del Ayuntamiento vuelve a reponer la trinchera, aunque para ello tiene que atravesar la carretera tercermundista que une la aldea con Periana, que presenta un total de cinco desprendimientos en un trayecto de menos de tres kilómetros construido sobre un terreno sumamente arcilloso.
El alcalde de Periana (PSOE) ha decidido desoír la señal de "carretera cortada", única actuación desarrollada por la Diputación Provincial en la zona, porque supone el aislamiento total de los habitantes de Guaro. "No se puede abandonar a las personas a su suerte, marcar con señales los corrimientos de tierra y lavarse las manos como Pilatos, porque esa es una actitud irresponsable", asegura indignado Zorrilla, que ha decidido sustituir el despacho del Ayuntamitneo por el teléfono móvil para poder vigilar la crecida del cauce, su obsesión permanente.
"Mantenemos la carretera abierta bajo nuestra responsabilidad, porque nuestra responsabilidad también es la suerte que corran nuestras gentes. Ni la Diputación ni Protección Civil han venido a echarnos una mano, aunque conocen una situación que no es nueva. Mantenemos la carretera abierta echando arena y grava".
Según el alcalde, tres de los cinco desprendimientos se produjeron en 1995, sin que ningún responsable se ocupara de arreglarlos. "Sabemos que el terreno es difícil, porque es muy arcilloso, pero las carreteras no se limpian desde que se hicieron, no existen arcenes y el asfalto es pésimo. Eso equivale a que las lluvias las conviertan en auténticos arroyos y a que un mínimo movimiento obligue al corte".
PROBLEMAS
La de Guaro no es la única vía con problemas. Según el alcalde casi la totalidad de los 16 núcleos del municipio tiene problemas, y en los últimos días también han sufrido las comunicaciones con los pueblos vecinos de Alfarnate y Alfarnatejo, hasta tal punto que los alumnos que se desplazan al instituto de Periana han interrumpido su asistencia a clase.
Los corrimientos de tierra provocados por las lluvias no sólo se han llevado parte de la carretera de Guaro. También han destrozado los cinco kilómetros de tubería que abastecía de agua potable a los 3.000 habitantes de Periana, que desde hace tres semanas ven salir por sus grifos barro puro, no apto ni para el aseo, mientras que por el alcantarillado brotan caños de agua.
El Ayuntamiento optó por conectar el nacimiento de La Peña, que ha resurgido con las lluvias, con el depósito, a través de una tubería provisional para abastecer la parte baja del pueblo, mientras que la zona alta se abastece mediante otra tubería del Arroyo Cantarranas. Pero el agua no es potable, por lo que los vecinos sufren un peregrinar constante hasta las fuentes, cuyos pilones, incapaces de contener la abundancia de líquido, constituyen a conformar las pequeñas riadas que corren cuesta abajo.
Como último recurso algunos han optado por coger agua de la lluvia de las canales y llenar calderos, barreños y bidones y utilizarla para el aseo. Rafael Zorrilla asegura que ante esta situación la única respuesta que ha obtenido el gobernador civil de Málaga ha sido que el Ayuntamiento tenía la obligación de restituir el suministro de agua potable a la población, "¡Cómo si yo no lo supiera!, exclama. Ahora resulta que me van a decir, después de 17 años en el Ayuntamiento, cuáles son mis obligaciones. La tubería no se puede reparar, porque se arregla una avería y aparece otra. En Málaga hay mucho político de corbata", concluye el alcalde con su móvil y sus preocupaciones a cuestas.
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