El origen del nombre de esta aldea proviene del resplandor que desprendían las paredes encaladas de su único y gran cortijo. A la entrada se encuentra una fuente de gran caudal, de aguas transparentes y refrescantes, utilizada aún como lavadero. Sus calles estrechas y empedradas nos recuerdan tiempos pasados, al igual que su gran “almecino” centenario nos invita al descanso. Actualmente es una zona privilegiada para el turismo rural.
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