El 28 de abril, nuestras rutinas se detuvieron por completo. A partir de las 12:33 h aproximadamente, un apagón que afectó a España, Portugal y Francia, nos dejaba sin suministro eléctrico durante bastantes horas. Lo que en un primer momento parecía una simple interrupción puntual, se convirtió en un suceso que nos recordó la fragilidad de aquello que damos por sentado.
Sin previo aviso, nos vimos envueltos en un silencio inusual: sin luz, sin conexión, sin televisión, sin electrodomésticos…
Más allá de las molestias evidentes, el apagón dejó al descubierto también una parte más humana. Vecinos saliendo a la calle para comentar lo ocurrido, familias que improvisaban cenas sin microondas ni vitrocerámica, niños que jugaban sin pantallas y mayores que recordaban con naturalidad que “antes esto pasaba más”.
En algunos puntos se reanudó el suministro eléctrico en torno a las 17:00 horas y en otros puntos, según noticias de los vecinos, en torno a las 04:00 de la madrugada. Solo podemos destacar la avería del repetidor de la aldea de Vilo, por lo que algunos vecinos estuvieron cerca de 24 horas sin luz.
Aún no se han concretado oficialmente las causas ni el alcance exacto de la incidencia, pero lo cierto es que el apagón del 28 de abril quedará en nuestra memoria reciente como una pausa forzada. Una desconexión inesperada que, por unas horas, cambió el ritmo de nuestro día.
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