12/08/2022 - Revista La Almazara
Nuestro paisano, Francisco Ruiz Fernández (Paco las Vacas, apodo que le venía de su padre, Manuel, que vivía del trabajo de arada con su yunta de vacas), ha fallecido este mediodía a los 81 años. Al cumplir los 80, le pedimos unas notas biográficas sobre su vida y el ejercicio de su sacerdocio, que tuvo la deferencia de atender con unas notas y reflexiones sobre las claves de su sacerdocio y algunos retazos biográficos. Lo publicamos en el nº68 de Almazara con el título "Una gota de agua entre otras muchas". Paco, desde niño, fue una persona dedicada al servicio de los demás, con un sentido profundamente cristiano de la vida y con una vocación sacerdotal de acompañamiento, ayuda y servicio que dejó una huella profunda allá por donde pasó, desde sus primeros años en Canillas de Aceituno y Sedella hasta sus últimos años de sacerdocio activo dedicados al barrio marginal de los Asperones. Sus últimos años, retirado ya de la actividad pastoral y social, los ha vivido, con intensa espiritualidad, en la residencia el Buen Samaritano de Churriana
En "Una gota de agua entre muchas" (Almazara, nº68) escribía:
"Nací donde nací, en un hábitat pequeño, con unos padres muy trabajadores en el campo de otros.
Era LUNA NUEVA. Fue el 25 de junio de 1941. En Periana, de la zona de la Axarquía en Málaga.
2) Con infancia normal, una familia de cuatro: mis padres, mi hermana y yo. Humildes, sencillos, pobres, austeros, trabajadores, en la normalidad de los años cuarenta.
Con algunas travesuras que me costaron unas “galletas” o tortazos. No fui demasiado travieso.
No tenía aspiraciones especiales. Fui un niño normal, dócil, con amigos de la edad.
Iba a ayudar a mi padre en tareas agrícolas (siembra, recolección, recoger aceitunas, arrancar garbanzos) y a jornal. Recuerdo que los primeros jornales fueron siete pesetas al día.
Aceptaba la vida y la afrontaba.
3) En los colegios que había. En ninguno se cantaba “el cara al sol”, ni había tinte especial que me marcara.
Normalidad. De lunes a viernes, mañana y tarde. Sábados por la mañana.
Con las excepciones de los días que había que ir al campo. El campo era lo primero, después la escuela.
4) En relación con la parroquia, mucha normalidad: catequesis, misa del domingo (vestido de limpio).
Ropa de la semana que se lavaba en el lavadero público, en los sábados noche y así se estaba limpio para ir a misa el domingo.
Hice la Primera Comunión antes de cumplir los siete años, con un traje prestado, sin que acudieran mis padres, celebrada en el salón parroquial con chocolate y galletas y regalando las estampitas escritas a mano y con los regalos (9 duros en el año 1948) mi madre y hermana me compraron un trajecito.
5) En este breve espacio de tiempo iba siendo consciente de las carencias en muchos aspectos: vivienda, cartillas de racionamiento hasta mis 11 años, comida escasa, sin pasar hambre. Pero sí, por ejemplo, un huevo frito para cuatro. Muchos detalles de carencias".
Paco sufrió una tragedia familiar (la muerte temprana de su única hermana, de su cuñado y de un sobrino) y ha tenido que superar graves enfermedades. Recordaba:
"Toda mi vida ha estado inmersa en adversidades.
Y al mismo tiempo, las he aceptado y afrontado con un dinamismo vital, con una “chispa”, y he salido con “más vitalidad” y con sus secuelas.
En esta confrontación y batalla ha habido dolor, lágrimas, soledad, buenos amigos y buen ánimo, confianza y fortaleza para seguir caminando.
La adversidad es parte consustancial de la vida.
No hay vida sin adversidad, como no hay día sin noche. Ni noche sin día".
Publicamos algunas imágenes de su vida: con el equipo de fútbol de la Quinta, tonsura en casa del párroco de Periana Don Justo Merino, su primera misa con sus padres, escenas familiares y en la residencia del Buen Samaritano.
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