Una historia que llega a su fin, un camino que termina y otro que comienza. Sin nada venimos y sin nada nos vamos. Nacer, vivir, morir, el ciclo de la vida se repite sin cesar.
Manuela se marchó para siempre con el
primer rayo de sol del segundo día de primavera, era una mujer excepcional.
Nació en los Romanes (La Viñuela) en el año 1924, en
el seno de una familia muy querida y respetada por la solidaridad mostrada con
toda persona necesitada y hambrienta de aquella época. El feliz recuerdo de su
infancia más temprana junto a sus hermanos, sus padres, sus tíos y
abuelos, su primo Juani, Teresita y
Manolilla, la acompañó toda su vida.
Su padre se llamaba Domingo y su madre Teresa. Tuvieron 5
hijos. De mayor a menor, Maria (de la carretera), Manuela, Antonio, Mercedes y
Domingo.
Domingo, era un hombre muy trabajador, y Manuela tuvo con él un vínculo, un apego muy fuerte, pues
desde que a penas daba un paso, lo acompañaba a lomos de su burro a donde quiera que iba a
trabajar. Lo adoraba, lo idolatraba, era todo para ella.
Teresa Núñez Barroso
y Domingo García Muñoz
(Padres de Manuela.)
Un día de faena en el campo sufrió un desgraciado accidente, se cayó sobre un hacha ,que no lo mató, pero le acarreó graves problemas de corazón. Los años posteriores al accidente fueron de idas y venidas a la capital a visitar a médicos, tratamientos muy costosos, etc. El patrimonio familiar mermaba año tras año. Como ya no podía trabajar en el campo, alquiló un bar en Vélez que regentó durante unos años y compró un cortijo en la Cruz del Cordero (Vélez-Málaga). Teresa y Domingo vendieron todo lo que tenían buscando una salvación, salvación que no llegó, murió en el año 1935 a los 36 años. En ese momento Manuela tenía 10 años. El señor se llevó su padre, que era el ser que más quería en el mundo y también comenzaba a ser consciente del sufrimiento de su madre que sola y con cinco hijos trabajaba cada día hasta la extenuación porque ni casa les quedó donde vivir.
Teresa puso rumbo a Periana, buscando el calor de la
familia. Se instalaron en una casa prestada del Carrascal y posteriormente
vivieron unos años en la casa del
lavadero de la Cruz.
A los 13 años Manuela comenzó a trabajar en casa de Diego
Núñez, tío suyo. A pesar del mucho trabajo y muy duro, en esa casa siempre fue
muy bien tratada y considerada, además, fue instruida para ser la mejor
cocinera, la mejor limpiadora, la mejor en todos los trabajos incluso aprendió
a coser y a hacer crochet que no dejó de hacer hasta que su vista le alcanzó.
Una de sus tareas cotidianas en casa de Núñez era acarrear agua de la fuente.
Jóvenes tomando un
chato en el Ventorro, Manuela en el centro.
En una de sus idas y venidas cruzó la mirada con Pepe, un
joven al que la fortuna tampoco había sonreído. Siendo sólo un niño perdió a su
padre y sus hermanos iban muriendo uno a uno siendo niños sanos hasta quedar
sólo Adela y él. Tras 9 años de noviazgo,
al alba de una mañana, Pepe y Manuela se
casaron.
Foto de
Bodas de Manuela García Nuñez y José
Oviedo Peñas.
Con el matrimonio finaliza su etapa de trabajo en casa de
los Núñez y comienza otra vida de andadura de cortijo en cortijo (El Manquillo,
Regalón, Los Altabacares, La
Negra,etc) donde sembraban huertos , cogían aceitunas, naranjas
del Algarrobal ,etc, Trabajaron mucho,
pero también se quisieron con locura. Fruto de ese amor nacieron Jose
Manuel, Domingo, Teresa y Maria dolores.
Teresa murió
con 56 años, a los pocos días de nacer Jose Manuel, su primer nieto. Nuevamente
una pérdida y con ella un nuevo reto de superación.
Sus hermanos Antonio , Mercedes y Domingo fundaron una
nueva vida en Málaga. María se quedó en Periana también casó,
y puso con mucho esfuerzo una tienda en la carretera. Desde entonces fue
conocida por todo el mundo como “María la carretera”.
Con el deseo de tener a todos su hijos juntos volvieron a
Periana y compraron una casa en el
Carrascal. En esa casa puso una tienda que llevaba a las mil maravillas. Nunca
pudo aprender a leer ni a escribir pero ideó su propio método para anotar las
cuentecillas con dibujos y palitos y no fallaba. José Manuel y Domingo ayudaban desde muy niños
con el trabajo del campo.
José Manuel, Teresa y Domingo Oviedo
El campo no daba para mucho, ella quería algo mejor que
dar a sus hijos, así que un día vio se decidió a alquilar el bar que había en
la actual joyería. Allí vendía cubos y cubos de pescado frito a diario, Su
especialidad era la pintarroja en adobo y las albóndigas, aunque cada cosa que
cocinaba era única en sabor.
Años más tarde, la familia Benítez
cerró el bar ubicado en la actual carnicería de “Manolo y Maria Dolores”, Manuela
y Pepe y Manuela decidieron comprarlo. Invirtieron
en ello todo el dinero que tenían . Era un bar viejo, pero funcionaba muy bien.
En la planta alta se veían los toros y el futbol.
Una buena mañana se dispusieron a
abrirlo y atónitos comprobaron que se había venido abajo por completo. “Mira
que plan, Manuela” , dijo Pepe. “Eso digo yo Pepe”. “Vaya plan se nos ha
presentao”.
Su fama de emprendedores, de trabajadores incansables, de
luchadores, no pasaba desapercibida para nadie.
Por eso no tardaron en lloverle ofrecimientos de ayuda de hombres de la
categoría humana de José Núñez (padre de Rafael Núñez), que fue el primero en
ofrecerle dinero, Ignacio el Tuerto que hizo la obra completa, su hermano Paco
Camacho que hizo la carpintería completa, Bartolomé y Ceferino, que suministraron la bebida y
muchos hombres más que se volcaron con
la familia y arrimaron su hombro aún sin nadar en la abundancia.
De izquierda a derecha: Antonio Ortiz, Domingo Oviedo,
Teresa García, Jose Manuel Oviedo, Maria del Carmen Oviedo, José Oviedo,
Cecilia Carrera, Manuela García, Lola Oviedo y María Barroso.
Un bar nuevo y una casa donde vivir fue una realidad muy
poco tiempo después.
Así fue como Manuela, Pepe y sus cuatro hijos trabajaron
día y noche ahorrando hasta el último
céntimo para saldar la deuda contraída con todos ellos lo más pronto posible.
La infinita gratitud hacia todos ellos quedó en su recuerdo hasta su último
soplo de vida.
El Bar Benítez, al que nunca le cambiaron el nombre, era
un lugar muy especial, un bar muy
concurrido, lleno de vida y alegría, había mesas repletas de gente en la calle (no
transitada por coches), en la terraza. Era un bar repleto de gente desde que se
abría hasta que se cerraba.
Lola Oviedo y su prima Teresa García. Foto de bar
recién terminado.
El peculiar sonido del molinillo de café nos remonta a
momentos donde Manuela está limpiando pescado, Pepe echando
cafés, Jose Manuel, Domingo, Tere y Lola,
todos con su mandil y su bandeja de mesa en mesa. Manuela organizando: “A las dos
en punto la mesa montada que viene Don Juan a comer” , Isidro (Miguel
Varo) viene hoy con sus hijos, haremos
sopita del puchero y albóndigas con patatas”, “El primo Paco las Vacas viene hoy,
le prepararé un callo, que sé que le gusta”, “¿El Canario ha venío ya?, dile
que pase a ver los pulpos que tengo”.
Manuela García,
Teresa (de Paulillo) y Teresa Oviedo en la cocina del bar Benítez.
La época del bar fue la más feliz para todos. Nuevos
miembros iban incorporándose a la familia: Maria del Carmen, Cecilia, Jose
Manuel Palomo y Manolo.
Ella estaba encantada con su terraza, su balcón, sus “patinillos” , que llenó de todo tipo de flores.
Las flores eran su pasión. El bar fue también el centro reunión de la familia.
Cuando venía un hermano, un primo, o familias al completo de visita era todo un
acontecimiento
Un bar lleno de
juventud. De arriba abajo y de izquierda a derecha:
María Barroso, Teresa
García, Maria del Carmen Ortiz, Teresa García, Maria del Carmen Oviedo, Cecilia
Carrera, Manuela García.
Maria de los Ángeles
Cuevas, Maria Luisa (de Demetrio), Maria
del Carmen Carrera, Dolores Oviedo y Rafael (de Demetrio).
Llegaron las bodas y tras las bodas los primeros nietos. Atanasio, Montse, Elías,
Jose Manuel, Domingo, Marcos, Jose
Manuel, Elizabeth, Rubén, Ángel Luis (que está en cielo), Cecilia,
Miguel Ángel, Cristina y Rocío. Años más tarde los biznietos: David,
Isaac, Francisco Domingo (también en el
cielo), Martina, Daniel, Jose Ignacio , Atanasio y una semillita que viene de
camino.
¡Los
primos de Málaga vienen de visita!
De arriba abajo y de izquierda a derecha:
Maria Dolores García, Maria del Mar García, Domingo
García, Paloma García, Teresa García, Dolores Oviedo y Ángel Luis García.
Los que se fueron tan pequeños siempre tuvieron un hueco en su
pensamiento y en sus rezos. Los que tuvimos la fortuna de conocerla pudimos sentir el calor de sus
besos, sus caricias, sus palabras de cariño, su bendición, sus piropos, su
sonrisa de alegría y de orgullo, sus atenciones, el sabor de sus guisos , y
toda una vida de momentos que quedan para siempre guardados nuestro
pensamiento.
Y así fue como transcurrió su vida, trabajó y trabajó,
cada día, sin escatimar en esfuerzo.. Se hizo así misma de la nada . Era una
mujer luchadora, muy positiva, muy valiente, muy cristiana y muy de todo lo bueno que pueda decirse de una
persona.
Manuela fue despedida por
multitud de vecinos, familiares, amigos de los de verdad, que con cariño fueron a darle el último
adiós.
La ternura de una mirada.
Manuela y Pepe con su biznieta Martina.
En sus últimos meses de vida, siendo consciente de que se
le iba poco a poco, volvió a vivir cada momento de su pasado. Se despidió de
cada uno de nosotros haciéndonos saber lo orgullosa que sentía de cada uno y
nos trasladó su un único deseo, que
continuásemos siendo una familia unida en la alegría y ante la adversidad.
Descansa en Paz
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