domingo, 17 de agosto de 2014

MANUELA.


Una historia que llega a su fin, un camino que termina y otro que comienza. Sin nada venimos y sin nada nos vamos.  Nacer, vivir, morir, el ciclo de la vida se repite sin cesar.  

Manuela se marchó para siempre con el primer rayo de sol del segundo día de primavera, era una mujer excepcional.


Nació en los Romanes (La Viñuela) en el año 1924, en el seno de una familia muy querida y respetada por la solidaridad mostrada con toda persona necesitada y hambrienta de aquella época. El feliz recuerdo de su infancia más temprana junto a sus hermanos, sus padres, sus tíos y abuelos,  su primo Juani, Teresita y Manolilla,  la acompañó toda su vida.  


Su padre se llamaba Domingo y su madre Teresa. Tuvieron 5 hijos. De mayor a menor, Maria (de la carretera), Manuela, Antonio, Mercedes y Domingo.





Domingo, era un hombre muy trabajador, y Manuela  tuvo con él un vínculo, un apego muy fuerte, pues desde que a penas daba un paso, lo acompañaba  a lomos de su burro a donde quiera que iba a trabajar. Lo adoraba, lo idolatraba, era todo para ella.  


Teresa Núñez Barroso  y Domingo García Muñoz             (Padres de Manuela.)
 
Un día de faena en el campo sufrió un desgraciado accidente, se cayó sobre un hacha ,que no lo mató, pero  le acarreó graves problemas  de corazón. Los años posteriores al accidente fueron de idas y venidas a la capital a visitar a médicos, tratamientos muy costosos, etc. El patrimonio familiar mermaba año tras año.  Como ya no podía trabajar en el campo, alquiló un bar en Vélez que regentó durante unos años y compró un cortijo en la Cruz del Cordero (Vélez-Málaga). Teresa y Domingo vendieron todo lo que tenían buscando una salvación, salvación que no llegó,  murió en el año 1935 a los 36 años. En ese momento Manuela tenía 10 años. El señor se llevó su padre, que era el ser que más quería en el mundo y también comenzaba a ser consciente del sufrimiento de su madre que sola y con cinco hijos trabajaba cada día hasta la extenuación porque ni casa les quedó donde vivir.

Teresa puso rumbo a Periana, buscando el calor de la familia. Se instalaron en una casa prestada del Carrascal y posteriormente vivieron unos años en la casa del  lavadero de la Cruz.

A los 13 años Manuela comenzó a trabajar en casa de Diego Núñez, tío suyo. A pesar del mucho trabajo y muy duro, en esa casa siempre fue muy bien tratada y considerada, además, fue instruida para ser la mejor cocinera, la mejor limpiadora, la mejor en todos los trabajos incluso aprendió a coser y a hacer crochet que no dejó de hacer hasta que su vista le alcanzó.
Una de sus tareas cotidianas en casa de Núñez  era acarrear agua de la fuente.


Jóvenes tomando un chato en el Ventorro, Manuela en el centro.

En una de sus idas y venidas cruzó la mirada con Pepe, un joven al que la fortuna tampoco había sonreído. Siendo sólo un niño perdió a su padre y sus hermanos iban muriendo uno a uno siendo niños sanos hasta quedar sólo Adela y él.  Tras 9 años de noviazgo, al alba de una mañana,  Pepe y Manuela se casaron. 


Foto de Bodas de Manuela García Nuñez  y José Oviedo Peñas.

Con el matrimonio finaliza su etapa de trabajo en casa de los Núñez y comienza otra vida de andadura de cortijo en cortijo (El Manquillo, Regalón, Los Altabacares, La Negra,etc) donde sembraban huertos , cogían aceitunas, naranjas del Algarrobal ,etc, Trabajaron mucho,  pero también se quisieron con locura. Fruto de ese amor nacieron Jose Manuel, Domingo, Teresa y Maria dolores.

Teresa  murió con  56 años, a los pocos  días de nacer Jose Manuel, su primer nieto. Nuevamente una pérdida y con ella un nuevo reto de superación.

Sus hermanos Antonio , Mercedes y Domingo fundaron una nueva vida en Málaga. María se quedó en Periana también  casó,  y puso con mucho esfuerzo una tienda en la carretera. Desde entonces fue conocida por todo el mundo como “María la carretera”.

Con el deseo de tener a todos su hijos juntos volvieron a Periana  y compraron una casa en el Carrascal. En esa casa puso una tienda que llevaba a las mil maravillas. Nunca pudo aprender a leer ni a escribir pero ideó su propio método para anotar las cuentecillas con dibujos y palitos y no fallaba.  José Manuel y Domingo ayudaban desde muy niños con el trabajo del campo. 


José Manuel, Teresa y Domingo Oviedo

El campo no daba para mucho, ella quería algo mejor que dar a sus hijos, así que un día vio se decidió a alquilar el bar que había en la actual joyería. Allí vendía cubos y cubos de pescado frito a diario, Su especialidad era la pintarroja en adobo y las albóndigas, aunque cada cosa que cocinaba era única en sabor.


 Años más tarde, la familia Benítez cerró el bar ubicado en la actual carnicería de “Manolo y Maria Dolores”, Manuela y Pepe  y Manuela decidieron comprarlo. Invirtieron en ello todo el dinero que tenían . Era un bar viejo, pero funcionaba muy bien. En la planta alta se veían los toros y el futbol.
Una buena mañana se dispusieron a abrirlo y atónitos comprobaron que se había venido abajo por completo. “Mira que plan, Manuela” , dijo Pepe. “Eso digo yo Pepe”. “Vaya plan se nos ha presentao”.

Su fama de emprendedores, de trabajadores incansables, de luchadores, no pasaba desapercibida para nadie.  Por eso no tardaron en lloverle ofrecimientos de ayuda de hombres de la categoría humana de José Núñez (padre de Rafael Núñez), que fue el primero en ofrecerle dinero, Ignacio el Tuerto que hizo la obra completa, su hermano Paco Camacho que hizo la carpintería completa, Bartolomé  y Ceferino, que suministraron la bebida y muchos hombres  más que se volcaron con la familia y arrimaron su hombro aún sin nadar en la abundancia. 


De izquierda a derecha: Antonio Ortiz, Domingo Oviedo, Teresa García, Jose Manuel Oviedo, Maria del Carmen Oviedo, José Oviedo, Cecilia Carrera, Manuela García, Lola Oviedo y María Barroso.

 Un bar nuevo y una casa donde vivir fue una realidad muy poco tiempo después.
Así fue como Manuela, Pepe y sus cuatro hijos trabajaron día y noche ahorrando hasta  el último céntimo para saldar la deuda contraída con todos ellos lo más pronto posible. La infinita gratitud hacia todos ellos quedó en su recuerdo hasta su último soplo de vida.

El Bar Benítez, al que nunca le cambiaron el nombre, era un lugar muy especial,  un bar muy concurrido, lleno de vida y alegría,  había mesas repletas de gente en la calle (no transitada por coches), en la terraza. Era un bar repleto de gente desde que se abría hasta que se cerraba.


Lola Oviedo y su prima Teresa García. Foto de bar recién terminado.

El peculiar sonido del molinillo de café nos remonta a momentos donde  Manuela  está limpiando pescado, Pepe echando cafés,  Jose Manuel, Domingo, Tere y Lola, todos con su mandil y su bandeja de mesa en mesa. Manuela organizando: “A las dos en punto la mesa montada que viene Don Juan a comer” , Isidro (Miguel Varo)  viene hoy con sus hijos, haremos sopita del puchero y albóndigas con patatas”, “El primo Paco las Vacas viene hoy, le prepararé un callo, que sé que le gusta”, “¿El Canario ha venío ya?, dile que pase a ver los pulpos que tengo”.   


Manuela García, Teresa (de Paulillo) y Teresa Oviedo en la cocina del bar Benítez.

 La época del bar fue la más feliz para todos. Nuevos miembros iban incorporándose a la familia: Maria del Carmen, Cecilia, Jose Manuel Palomo y Manolo.

Ella estaba encantada con su terraza, su balcón, sus  “patinillos” , que llenó de todo tipo de flores. Las flores eran su pasión. El bar fue también el centro reunión de la familia. Cuando venía un hermano, un primo, o familias al completo de visita era todo un acontecimiento


Un bar lleno de juventud. De arriba abajo y de izquierda a derecha:
María Barroso, Teresa García, Maria del Carmen Ortiz, Teresa García, Maria del Carmen Oviedo, Cecilia Carrera, Manuela García.
Maria de los Ángeles Cuevas,  Maria Luisa (de Demetrio), Maria del Carmen Carrera, Dolores Oviedo y Rafael (de Demetrio).

Llegaron las bodas y tras las bodas  los primeros nietos. Atanasio, Montse, Elías, Jose Manuel,  Domingo, Marcos, Jose Manuel,  Elizabeth,  Rubén, Ángel Luis (que está en cielo),  Cecilia,  Miguel Ángel, Cristina y Rocío.   Años más tarde los biznietos: David, Isaac,  Francisco Domingo (también en el cielo), Martina, Daniel, Jose Ignacio , Atanasio y una semillita que viene de camino. 


¡Los primos de Málaga vienen de visita!
De arriba abajo y de izquierda a derecha:
Maria Dolores García, Maria del Mar García, Domingo García, Paloma García, Teresa García, Dolores Oviedo y Ángel Luis García.

 Los que se fueron  tan pequeños siempre tuvieron un hueco en su pensamiento y en sus rezos. Los que  tuvimos la fortuna de  conocerla pudimos sentir el calor de sus besos, sus caricias, sus palabras de cariño, su bendición, sus piropos, su sonrisa de alegría y de orgullo, sus atenciones, el sabor de sus guisos , y toda una vida de momentos que quedan para siempre guardados nuestro pensamiento.

Y así fue como transcurrió su vida, trabajó y trabajó, cada día, sin escatimar en esfuerzo.. Se hizo así misma de la nada . Era una mujer luchadora, muy positiva, muy valiente, muy cristiana y  muy de todo lo bueno que pueda decirse de una persona.

Manuela fue despedida por  multitud de vecinos, familiares, amigos de los de verdad,  que con cariño fueron a darle el último adiós. 


La ternura de una mirada.
Manuela y Pepe con su biznieta Martina.

 En sus últimos meses de vida, siendo consciente de que se le iba poco a poco, volvió a vivir cada momento de su pasado. Se despidió de cada uno de nosotros haciéndonos saber lo orgullosa que sentía de cada uno y nos trasladó  su un único deseo, que continuásemos siendo una familia unida en la alegría y ante la adversidad.

Descansa en Paz

No hay comentarios:

Publicar un comentario