viernes, 31 de julio de 2009

Leyendas de Mondrón


El Diablo se le apareció hace mucho tiempo a un campesino de Mondrón (Periana) que tenía un puñado de olivos que daban un aceite rico, rico, y un copudo algarrobo a cuya sombra estaba comiendo algarrobas, pues eran años de hambre. Invitó al recién llegado a pan cateto con aceite, y el Diablo se relamió insistentemente, preguntó algo sobre el tiempo y las cosechas para disimular, y al final le soltó que le compraba su alma a cambio de lo que quisiera. El labrador pensó largo rato rascándose la cabeza, que ayuda mucho, y dijo que de acuerdo, que quería una casa grande y cómoda, pero no tanto como para despertar la envidia de las cuñadas, y otra parcelilla de olivos para estar más entretenido, y paz, mucha paz. Pero con una condición: que no viniera a recoger su alma hasta que se pasase la época de las algarrobas. El Diablo sabía que cada fruta tiene su época y en unos meses se acaba, y pensó que nuestro amigo era bobo. Pero era muy listo, pues cuando unas algarrobas están grandes y marrones brota otra generación de chiquitillas verdes, y ambas se solapan, y el árbol nunca está sin ellas. Y el pobre Diablo se hinchó de dar viajes a Mondrón inútilmente, y solo se consolaba dando gracias a Dios y al campesino por el pan cateto con aceite.

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