lunes, 1 de diciembre de 2008

Serie Romances VII

MI SERRANA
Tu me quitas el sentío,
porque cada vez que te veo,
me vuelves loco perdío,
con el deseo que yo tengo,
de morder tus labios rojos,
y pasarme muchas horas contemplando,
esas moras pecadoras de tus ojos,
que me están martirizando,
sobre todo mi serrana,
cuando puesta en la ventana,
te camelas de ese modo,
con el gachón que tu quieres,
la mejor de las mujeres,
para que se la lleve un soso,
patoso cacho de bruto,
que no aprecia esta escultura,
en su valor,
con lo que yo diera,
por meterme en tu figura,
un minutito siquiera,
Jesús lo que yo daría,
por poder llamarte mía,
menos todavía un segundo,
¡Ay! en el mundo,
te iba a dar una alferecía,
de gusto entrañitas mías,
escuchando la cadena,
de piropos engarzaos,
y besos atropellaos,
por salir pronto de mi alma,
que a fuerza de palabrerías,
se iban a olvidar tus penas,
oyendo cositas buenas,
por bulerías.
Olvidando tus pesares,
por soleares,
tu me desprecias,
y quieres a otro,
y me vas a ver por las calles,
tirando piedras,
lo mismo que el que está loco,
ay serrana,
esto no es más que un delirio,
tu sigues en la ventana,
camelando ese patoso,
y yo sigo haciendo el oso,
donde a mi cuerpo el martirio,
en verlo que no debiera,
la gracia repajolera,
que tu sin querer derramas,
y el que sin saber la bebe,
y andándose por las ramas,
consiguió volverte loca,
y a mi ponerme mochales,
que yo estaba en mis cabales,
y ahora no sé lo que hago,
ni lo que digo,
Jesús chiquilla que trago,
pa no pasarlo contigo,
si bastara,
para que un querer se perdiera,
romperle a un hombre la cara,
sin cara te lo dejaba,
del bofetón que le diera,
por desgracia no es así,
y si yo hiciera eso,
me aborrecerías a mí,
que solo por un beso de tus labios,
soy capaz de discutir,
y dejarlo sin razones,
pa poderme contestar.
¡Ay! Si me dieras relaciones,
lo de conversaciones sin hablar,
que tendríamos los dos.
A ti no te ha dicho Dios,
que los labios no se han hecho,
para que dos novios se cuenten sus enojos,
se han hecho con más provecho,
para que las bocas se besen,
mientras se miran los ojos.
Que te ha hecho ese alma mía,
pajuato cara de plato,
sin salero ni dinero,
que ni para decir te quiero,
tiene que tener alegría.
Que te han hecho,
o que te hizo,
maldito sea el cenizo,
que yo por más que emporto,
aunque soy un salamero,
garboso y chirigotero,
solo encuentro los desdenes,
que me tienes,
¡pero bueno! caracoles, no le beses,
hasta que me vaya yo,
mujer bueno está lo bueno,
que si no, no sé lo que hago,
ni lo que digo,
porque este trago, es trago de veneno.

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