martes, 16 de diciembre de 2008

Romances VIII

PENAS Y ALEGRÍAS DEL AMOR

Mira como se me pone,
la piel cuando te recuerdo,
por la garganta me sube
un río de sangre negro,
de la herida que atraviesa,
de parte a parte mi pecho.

Tengo clavos en mis manos
y cuchillos en los dedos,
y en las cienes una corona
hecha de alfileres negros.

Mira como se me pone la piel,
cada vez que te recuerdo,
que soy un hombre casado,
y sin embargo te quiero.

Desde a tu casa a mi casa,
hay un muro de silencio
de hortigas y de chumberas,
de cal, de arena, de viento,
de madre selvas oscuras,
y de vidrios en acecho.

Un muro para que nunca,
lo pueda saltar el pueblo,
que está rodando la llave,
que guarda nuestro secreto.

Y yo se bien que me quieres,
y tu sabes que te quiero,
y lo sabemos los dos,
y nadie mas debe saberlo.

Hay que alegría y que pena,
quererte como te quiero,
cuando por la noche a solas,
me quedo con tu recuerdo.

Derribaría la pared,
que separa nuestros sueños,
romparía con mi mano,
de tu cancela los hierros.

Por tal de verme a tu lado,
tormento de mis tormentos,
y después que se me diera,
quedarme en tus brazos muerto.

Nuestro amor es agonía,
angustia, llanto, miedo,
pena, sangre, luna,
rosa, sol y viento,
es morir a cada paso,
y seguir viviendo luego.

Con espada de punta,
siempre pendiente del techo,
salgo de mi casa al campo,
siempre con tu pensamiento.

Para acariciar a solas,
la tela de aquel pañuelo,
que se te cayó el domingo,
cuando venías del pueblo.

Y que no te he dicho nunca,
mi vida que yo lo tengo,
y lo estrujo entre mis manos,
lo mismo que un timón nuevo,
y miro tus iniciales,
y las repito en silencio,
para que ni el campo sepa,
lo que yo te estoy queriendo,
hay que algría y que pena,
de nuestro amor en silencio.
Ayer en la plaza nueva,
mira no vuelvas a hacerlo,
te vi besar a un niño,
a mi niño el mas pequeño.
Y como lo besarías,
Ay! Virgen de los tormentos,
que fue la primera vez,
que a mi me diste un beso.
Llegué corriendo a mi casa,
alcé mi niño del suelo,
y sin que nadie me viera,
como un ladrón en acecho,
de su boca de amapola,
mordió mi boca tu beso.
Mira, pase lo que pase,
aunque se hunda el firmamento,
aunque tu nombre y el mío,
lo pisoteen por el suelo,
aunque la tierra se hunda,
y aún cuando lo sepa el pueblo,
y ponga nuestra bandera,
de amor a los cuatro vientos,
sígueme queriendo así,
tormento de mis tormentos,
Ay! que alegría y que pena,
quererte como te quiero.

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