domingo, 29 de marzo de 2015

"La seguridad es necesaria pero hay que hacerla bien, sin molestar al ciudadano".

  FRANCISCO ARREBOLA. ex jefe superior de la policía nacional en Andalucía Oriental

Pide al Ministerio de Justicia que la Fiscalía y la Judicatura evolucionen a una mayor velocidad Cree que el éxito de la Policía de los últimos años ha sido entenderla como un servicio público
Celina Clavijo |  29.03.2015 www.granadahoy.com 


 Tras casi 45 años de servicio, el ex jefe superior de la Policía Nacional en Andalucía Oriental Francisco Arrebola, que el día 4 se despidió del Cuerpo, al que, asegura, se lo debe todo, repasa su trayectoria. El reciente nacimiento de su primera nieta ha alterado, bromea, la paz familiar.

-¿Cómo está viviendo estos días después de cuatro décadas de intenso trabajo?

-Son momentos de despedida, de enhorabuenas... El último día fue raro. Tuve el uniforme puesto hasta la tarde. Vino el secretario general a última hora, puso sobre la mesa unos papeles y anunció mi defunción administrativa. Firmas y sigues vestido de uniforme, te vas a casa y dices: se ha terminado todo. Es una manera fría de terminar, pero esto es la administración. Los compañeros te arropan. El óbito administrativo es bastante ordinario.

-¿Pone fin a su trayectoria satisfecho por el trabajo bien hecho?

-Sí, fallos tienes que tener y hay que aprender de ellos. Mi vida se ha dirigido sobre todo a la excelencia, sufro cuando veo trabajos mal hechos de cualquier tipo de seguridad, pública o privada. Me enerva porque creo que la seguridad es necesaria pero hay que hacerla bien, sin molestar al ciudadano y ayudándolo. La seguridad está para servir y no para servirse. Creo que ése ha sido el éxito de los últimos años de la Policía: entenderla como un servicio público. Eso no quita que de vez en cuando salga una oveja negra.

-¿Qué retos se había marcado en su etapa profesional?

-Me había propuesto bajar la delincuencia, que se ha conseguido. En los últimos siete años ha disminuido muchísimo en la región. Además, aproximarnos a la excelencia lo máximo posible en el servicio y cuidar del patrimonio, que en esta empresa son los hombres y mujeres de los Cuerpos.

-¿Qué le motivó a dar un paso al frente y entrar en la Policía?

-Estaba totalmente perdido. Terminé Bachiller superior y me preparaba el Preu. Llevaba desde los 14 ó 15 años sacando unos duros como ayudante de cocina, sobre todo de camarero. Un día conocí a un inspector de policía, un hombre serio y trabajador, un arreglador de entuertos, como dice El Quijote. Me dijo que iban a salir unas oposiciones y me explicó en qué consistía aquello. Empecé a prepararme y aprobé. Nunca antes hubo tradición policial en mi casa. La Policía es como la heroína, te engancha terriblemente. Cuando llegas aquí, qué difícil es salir. Tiene momentos malos, pero reconforta mucho. Tuve ofertas de trabajo bastante tentadoras por mi condición de abogado. Hice mis pinitos en dos despachos de Córdoba. Los éxitos duran muy poco, las desgracias, sin embargo, te persiguen de por vida. La Policía tiene también una malformación intrínseca que yo al final he superado. Y es que cuando roban o matan, crees que eres tú el que lo has hecho. Tienes una carga, un agobio...Hay que pensar que no eres el culpable, sino que se debe aclarar lo que ha pasado. Lo pasamos mal si en prensa se habla de inseguridad en un determinado barrio cuando objetivamente no la hay. Nos inoculamos unos a otros una responsabilidad suprema, sobre todo cuando eres mando, que se va arrastrando hasta que se arregla. Eso es muy incómodo.

-¿Cómo ha evolucionado la Policía en los últimos años?

-Al igual que la delincuencia, ha avanzado mucho. O estás al día o mueres. Cambiamos diariamente de paso. Cada día es un reto. Nosotros tenemos un prurito. La Judicatura y la Fiscalía no cambian a la velocidad que avanzamos nosotros. Creo que tendrían que ir adaptándose y ahí tenemos un frente complicado. Pediría al Ministerio de Justicia que siendo un poder imprescindible, al que nosotros estamos obligados a auxiliar permanentemente, evolucionara con más velocidad.

-¿Qué sería necesario?

-Nos hemos dotado de un estado garantista sin haber evolucionado en ese campo. Hay que unificar criterios. La sociedad hoy no admite que por el mismo hecho en una ciudad se castigue de un modo distinto a otra. Los jueces, a los que yo aprecio mucho, tienen que evolucionar en el sentido de ir más al día con las situaciones que se presentan en cada momento. Habría que tender más a la especialización. No se puede investigar atestados por mordeduras de perro y al mismo tiempo una organización criminal. Eso es imposible.

-¿Cuáles han sido los delitos más complicados de investigar?

-Los de delincuencia organizada, tanto desde el punto de vista criminal como de corrupción. Son delitos tediosos, que tienen un recorrido muy largo y requieren de muchas pruebas gráficas y documentales. Las manifestaciones, declaraciones y confesiones después se desvirtúan. Tienen que ser muy contundentes. Las unidades de delincuencia organizada de la Costa del Sol son ejemplares y están dando resultados magníficos. El grupo de blanqueo de las distintas provincias está también a un nivel altísimo, siempre apoyados por el de delitos tecnológicos. En la Policía nada va por separado.

-¿Le ha robado el sueño alguna investigación?

-Sí, cuando era jefe del grupo de atracos de la Costa del Sol. En una ocasión, vinieron contra mí la defensa, la prensa, la opinión pública y la política. Y todo porque se basaron en unas manifestaciones de la defensa erróneas, no quiero pensar que fueran malintencionadas. Me refiero al caso del mendigo que tuvo un enfrentamiento con la Policía Local. En el tiroteo hubo un rebote de una bala de plomo que se dividió, parece ser, en dos y una esquirla se le metió en el abdomen. Murió de madrugada en los calabozos después de beber agua. Tuvo una autopsia mal hecha, no fue eficaz. Hay que entender que fue un error. Asistieron tres forenses pero no observaron la esquirla. Todo apuntaba a que se le había matado en Comisaría con un punzón o una llave. Gracias a un juez, Don Hipólito, que nos apoyó muchísimo, hubo que exhumarlo a los 20 ó 30 días después de hacer muchas pruebas y reconstruir los hechos. Estábamos convencidos de que tenía un trozo de bala dentro y de ahí venía la hemorragia. A través de un escáner se le detectó la esquirla. Ni la defensa, ni la prensa ni los políticos de aquel entonces pidieron la más mínima disculpa. Al final, en el juicio, se llevó a una mujer, a la que defendí como testigo. Era una auxiliar contra la que querían cargar toda la culpa. El juicio final fue patético. Después de tanta maldad, nunca nadie pidió perdón. Cuando uno se equivoca, deberíamos tener la mínima humildad de reconocerlo. Contra mí y mi grupo hubo muchas infamias. Yo estaba convencido de que a ese señor se le habían respetado todos los derechos.

-Le ha tocado vivir con toda la corrupción de frente.

-Siempre ha existido, pero ahora tenemos unos Cuerpos muy preparados para la investigación. No creamos que la hemos inventado en la democracia, que es un mal sistema de gobierno pero el mejor que conocemos. Los países mediterráneos tenemos una conciencia sobre ella un poco más lasa que otros del centro o norte de Europa. Aquí, recomendar a alguien es lógico, influir sobre ciertas personas también. No debería ser tan lógico y hay que erradicar la corrupción de nuestra forma de ser.

-Habrá temido por su vida en más de una ocasión.

-He estado siempre en la calle y hay muchos momentos en que te la juegas. Participas en tiroteos, actuaciones muy comprometidas con gente armada. Cuando sabes hacer tu oficio, vas preparado y se lo pones complicado al malo, aunque su deseo sea matarte. Ves a mujeres, hombres y niños que van a cruzar y te tiras a por ellos y te los llevas, exponiéndote a ti mismo. No da tiempo a pensar, las balas corren mucho.

-¿Qué casos le han impactado más?

-En Palma de Mallorca hubo una incidencia. Nos llamaron porque había un fuerte olor en un apartamento. Había una ventana de la que entraban y salían insectos. Encontramos a una señora de muy avanzada edad amortajada en una cama con una colcha bordada con hilo. Al lado de ella, de rodillas y con un rosario en la mano, había un joven que murió por inanición rezándole a su madre. Aquello me impresionó muchísimo. Estuvo días y días con la mano cogida a ella hasta que murió de rodillas. El amor puede mover montañas. Tienes que creer en él, es lo que te ayuda a afrontar las durezas.

-No ha debido de ser fácil el día a día.

-Tropiezas con cosas muy complicadas. En la misma jornada puedes estar en el palacio y barriendo o limpiando las letrinas, viendo la podredumbre de la sociedad. Lo bueno de este oficio es que conoces lo mejor y lo peor de ella.

-¿La imagen de la violencia y el odio ensalzados en las redes se corresponde con la realidad?

-Las personas que usan este medio para menoscabar la dignidad de otros son muy cobardes y miserables. Eso existe en la sociedad y todos tenemos un poco de eso. El día que sale esa parte tuya, te parapetas detrás de un ordenador donde nadie te ve y te dedicas a decir barbaridades. Si hicieran algo de autocrítica o terapia en grupo se darían cuenta de cómo son.

-¿Empaña la amenaza yihadista el quehacer diario?

-Riesgos hay. Desde que estás vivo, tienes la condición propicia para morir. No podemos alimentar todos los días en redes, en prensa, en política que viene el lobo. Estamos preparados. La Policía da muestras de que controla bien el terrorismo islámico, que necesita posiblemente de otras medidas. Los estados tienen que aprender que hay que intervenir contra predicadores o kamikaces.

-¿Como policía, le ha quedado algo pendiente por hacer?

-Me hubiese gustado contribuir al éxito de la transformación 3.0 de la Policía que se está llevando a cabo en cuanto a objetivos, procedimientos y formación. Está siendo muy revolucionaria. Va a ser una de las más avanzadas de Europa. Pero la edad no perdona y tienes que marcharte.

-Y ahora, ¿qué perspectivas tiene?

-Mi familia dispone de una empresa de gestión y asesoramiento de la que yo tengo unas mínimas acciones. Estaré vigilante. Todavía no he visto a mi nieta, que nació en Barcelona. Aprovecharé la Semana Santa. Ahora vivo en el campo, en Periana.

-Dicen que un buen policía nunca deja de serlo.

-Es horroroso. Observas todas las manchitas de seguridad que existen en cada punto. Tienes que pensar: soy un ciudadano, pero te importa porque has invertido mucho de tu vida en ello.

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