Antonio señala la vivienda en la que el sospechoso vivió hasta septiembre en Periana. :: A. Peláez
www.diariosur.es 5/12/2012
Los vecinos de la aldea de Periana donde Robert Edward
Bill, sospechoso del intento de secuestro de una niña de 12 años en
Vélez, no salen de su asombro, ya que durante todo el mes de agosto
estuvo conviviendo con ellos sin llamar la atención. «Era reservado y no
se relacionaba con nadie de aquí, sin embargo había algo en ese hombre
que no era normal». Al menos, eso es lo que asegura Antonio Godoy, un
jubilado que le conoció y con el que llegó a hablar en una ocasión.
«Me daba la impresión de que tenía pareja, porque en
ocasiones venía acompañado de una mujer que se quedaba en la casa que
había alquilado. Nunca pude imaginar que era un delincuente sexual. Aquí
nos fiamos de todo el mundo porque este es un lugar muy tranquilo, pero
la verdad es que no se trataba con nadie. Sólo una vez me preguntó si
se vendía alguna casa en la aldea», relata Godoy. «Cuando estaba en la
aldea se sentaba en un muro que hay cerca de la casa y se limitaba a
decir hola y adiós», afirma.
La noticia de que está registrado en Gran Bretaña como un
delincuente desde hace una década «por sexualidad insana y conducta
depravada hacia los niños» y que además ha intentado raptar a una menor
durante su estancia en España en plena calle es algo que causa gran
inquietud en Trini, otra vecina de la aldea y madre de dos hijos
menores. «Desde que me he enterado llevo dos noches sin poder dormir
solo de pensar que lo he tenido a lado de mi casa este verano. Aparcaba
su coche, un Peugeot 106 de color gris plata, justo frente a mi puerta.
Pasaba la mayor parte de los días fuera y sólo volvía a dormir», señala.
Rocío, vecina de la misma aldea y madre de dos hijas
menores, asegura que desde que sus pequeñas se han enterado en el
colegio que este hombre había vivido aquí «no se separan de mi ni un
momento. Nunca hablé con él ni hizo nada malo. Estuvo un mes, pero no
hizo por hablar con los vecinos ni por entablar amistad con nadie, de lo
cual me alegro».
Según Silvia Francis, una residente británica, Robert
Edward Bill llegó a principios de agosto pasado junto a un amigo
diciendo que acababan de llegar de Inglaterra para trabajar en la obra.
«El amigo venía sin camisa y por supuesto no me creí que
vinieran a trabajar en la construcción, con el paro que hay. Sin
embargo, eran dos extranjeros más. No había nada que les distinguiera de
un modo especial. Estando aquí se echó una novia inglesa. Lo último que
sé es que el pasado domingo llegaron aquí cuatro policías de paisano
preguntando por él. Me enseñaron la foto y lo reconocí», relata Francis.
Sobre su relación con los vecinos, esta residente inglesa
declara que se limitaba a «hola, buenos días, adiós y poco mas», una
versión que confirma la mayoría de las personas que residen en la aldea
perianense, una localidad en la que no se habla de otra cosa desde que
la noticia se difundiera a través de SUR.
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