Francisco Arrebola Larrubia, Jefe Superior de Policía de Andalucía Oriental.
12/05/2012 EL IDEAL de Granada.
Suma 40 años en la Policía y ha pasado por todos los escalafones. Le gusta supervisar el trabajo en la calle, lejos del despacho.
El 29 de marzo de 1992, poco antes de la Expo' 92 y de los Juegos Olímpicos de Barcelona, se produjo una de las mayores operaciones contra ETA. Después de una minuciosa investigación llevada a cabo por la Guardia Civil, la policía francesa detuvo a la dirección de la banda terrorista en un chalet de la localidad francesa de Bidart. La banda terrorista no volvió a atentar hasta julio de 1993. Un alivio para España y para Francisco Arrebola Larrubia, el rostro "anónimo" de la seguridad del principal escaparate del país ante el mundo en 1992, a quien le encomendaron la misión de diseñar el dispositivo de seguridad de la Expo y quien estuvo al mando de la comisaría instalada en el recinto de la Cartuja por donde pasaron 18 millones de personas, incluidos reyes de distintas monarquías, primeros ministros y presidentes de gobierno, entre otros.
En aquel recinto no se movía un alfiler sin conocimiento del hoy jefe superior de la Policía de Andalucía Oriental, hasta el punto de que los servicios de información detectaron que un empleado del pabellón de Irlanda tenía vínculos familiares con miembros del estinguido grupo terrorista del IRA. Su buen hacer se recompensó con la máxima distinción policial, la cruz del mérito con distintivo rojo.
No lo tuvo fácil en su infancia. El hijo más pequeño, de cuatro, de Antonia y Emilio vió la luz en 1950 en una casa de Baños de Vilo, una pedanía del municipio malagueño de Periana. Sus padres eran jornaleros pero siempre tuvieron claro que el futuro de sus vástagos era mejor labrarlo entre libros que entre olivos. Por eso, su madre Antonia intercedió ante Don Segundo Pascual Toledo para que su hijo pequeño pudiera estudiar con este maestro en la pedanía de Mondrón, a tres kilómetros de su casa. Arrebola se despertaba con el canto del gallo para llegar a tiempo a las clases de Don Segundo; recorría junto a otros zagales los tres kilómetros del camino serpenteante entre Baños de Vilo y Mondrón para instruirse con las enseñanzas de este maestro, que hoy tiene 81 años. "Era mi mejor alumno, le gustaba estudiar, era tímido, educado y muy buena persona, como sus padres". El afán de Don Segundo era inculcar a sus decenas y decenas de alumnos que había vida más allá de la agricultura, de los olivos, de las jornadas de sol a sol en el campo... y el camino para conseguirlo era estudiar, estudiar y estudiar.
De aquella humilde escuela salieron médicos, abogados, un director de un periódico y el hoy jefe superior de Policía de Andalucía Oriental.
Arrebola era un niño rubio, delgado y siempre acudía al colegio acompañado de una talega donde su madre Antonia le dejaba el almuerzo. El camino de vuelta a casa, sobre las cinco y cuarto de la tarde, lo hacía con otros compañeros suyos de aquellas pedanías de Periana. "Curro siempre estaba entre libros, le gustaba mucho estudiar y aprender. No era una persona traviesa, más bien todo lo contrario, bastante cervicial, comenta Teresa una de aquellas niñas que alegraba junto al resto de escolares aquel camino que culebreaba hasta Mondrón.
La escuela de D. Segundo se le quedó pequeña y dio el salto al Seminario de Málaga, donde inició los estudios de bachillerato, pero salió de aquel centro para continuar el bachiller en el Instituto de Martiricos, en su Málaga nata. Aquel avispado niño, labrado asimismo con mucho esfuerzo y tesón, se convirtió a los 19 años en uno de los policías más jóvenes de la capital malacitana, después de aprobar las oposiciones de ingreso en el Cuerpo Nacional de Policía. Aquella semilla sembrada por Don Segundo comenzó a dar sus primeros frutos y hoy cuarenta años después sigue al frente de su gran pasión, el trabajo policial.
ENAMORADO DEL CAMPO
La otra gran pasión, también tiene mucho que ver con su infancia, con el paisaje donde nació. Es un apasionado del campo, de andar por senderos donde solo se oye el silencio de la naturaleza y donde el ruido del estrés se queda aparcado.
Periana sigue siendo uno de sus rincones favoritos donde le gusta compartir las paellas con sus amigos de toda la vida, casi siempre después de una jornada de caza, otra de sus vías de escape.
Angelines, su esposa, comenzó a compartir su vida con Arrebola en Córdoba, donde nació la primera de sus tres hijas. Éste inquieto policía de calle, nunca de despacho, se hizo cargo de la brigada de Investigación Criminal en la ciudad del califato, para posteriormente volver a su Málaga natal donde estuvo, entre otros cargos, al frente del grupo de Atracos de la brigada de la Policía Judicial.
Era un momento en que la heroína convirtió en atracadores a mucha gente joven que buscaba dinero fácil en las sucursales bancarias, farmacias o comercios. Pasó por todos los escalafones policiales y estuvo al frente del Área de Seguridad Ciudadana, Policía Judicial y Extranjería... para acabar de Jefe Provincial.
Le gustaba tanto pisar la calle y estar al pie del cañón que de él cuentan anécdotas curiosas. Un día salió de la cama a las cuatro de la madrugada para personarse en una calle de la ciudad malacitana donde una patrulla de policías estaba atendiendo un suceso. Quiso asistir en primera persona al desarrollo de aquella actuación policial. Ente el ruido de los atracos, las noches de patrulla, las huellas de la droga y el seguimiento a las mafias de la costa del Sol tuvo tiempo de estudiar la carrera de Derecho.
"Es un policía de calle, le gusta mucho su trabajo y siempre es el primero en dar ejemplo. Un hombre muy activo y muy sencillo, nunca mira desde arriba, más bien al contrario, comenta un compañero suyo de Málaga.
El cenit de su carrera profesional lo alcanzó en 1996 cuando el Gobierno de José María Aznar lo nombró jefe superior de la Policía de Cataluña. Su compromiso con esta tierra, que vio a muchos lugareños de Periana emigar en la década de los cincuenta y sesenta, llegó hasta el extremo de que aprendió catalán, tanto hablado como escrito. Lo mismo le ocurrió cuando lo trasladaron en el año 2000 a la embajada de Lisboa, donde estuvo de agregado del Ministerio del Interior, allí también aprendió el portugués.
Don Segundo dice que cuando pasa por el solar de la casa de Baños de Vilo donde nació Arrebola, ubicada pocos metros más abajo del palacete donde el general Narváez se alojaba cuando acudía al desaparecido balneário de este núcleo de población, siempre comenta lo mismo: "Aquí vivió uno de mis mejores alumnos, quizás el que más lejos ha llegado de todos".
La escuela de D. Segundo se le quedó pequeña y dio el salto al Seminario de Málaga, donde inició los estudios de bachillerato, pero salió de aquel centro para continuar el bachiller en el Instituto de Martiricos, en su Málaga nata. Aquel avispado niño, labrado asimismo con mucho esfuerzo y tesón, se convirtió a los 19 años en uno de los policías más jóvenes de la capital malacitana, después de aprobar las oposiciones de ingreso en el Cuerpo Nacional de Policía. Aquella semilla sembrada por Don Segundo comenzó a dar sus primeros frutos y hoy cuarenta años después sigue al frente de su gran pasión, el trabajo policial.
ENAMORADO DEL CAMPO
La otra gran pasión, también tiene mucho que ver con su infancia, con el paisaje donde nació. Es un apasionado del campo, de andar por senderos donde solo se oye el silencio de la naturaleza y donde el ruido del estrés se queda aparcado.
Periana sigue siendo uno de sus rincones favoritos donde le gusta compartir las paellas con sus amigos de toda la vida, casi siempre después de una jornada de caza, otra de sus vías de escape.
Angelines, su esposa, comenzó a compartir su vida con Arrebola en Córdoba, donde nació la primera de sus tres hijas. Éste inquieto policía de calle, nunca de despacho, se hizo cargo de la brigada de Investigación Criminal en la ciudad del califato, para posteriormente volver a su Málaga natal donde estuvo, entre otros cargos, al frente del grupo de Atracos de la brigada de la Policía Judicial.
Era un momento en que la heroína convirtió en atracadores a mucha gente joven que buscaba dinero fácil en las sucursales bancarias, farmacias o comercios. Pasó por todos los escalafones policiales y estuvo al frente del Área de Seguridad Ciudadana, Policía Judicial y Extranjería... para acabar de Jefe Provincial.
Le gustaba tanto pisar la calle y estar al pie del cañón que de él cuentan anécdotas curiosas. Un día salió de la cama a las cuatro de la madrugada para personarse en una calle de la ciudad malacitana donde una patrulla de policías estaba atendiendo un suceso. Quiso asistir en primera persona al desarrollo de aquella actuación policial. Ente el ruido de los atracos, las noches de patrulla, las huellas de la droga y el seguimiento a las mafias de la costa del Sol tuvo tiempo de estudiar la carrera de Derecho.
"Es un policía de calle, le gusta mucho su trabajo y siempre es el primero en dar ejemplo. Un hombre muy activo y muy sencillo, nunca mira desde arriba, más bien al contrario, comenta un compañero suyo de Málaga.
El cenit de su carrera profesional lo alcanzó en 1996 cuando el Gobierno de José María Aznar lo nombró jefe superior de la Policía de Cataluña. Su compromiso con esta tierra, que vio a muchos lugareños de Periana emigar en la década de los cincuenta y sesenta, llegó hasta el extremo de que aprendió catalán, tanto hablado como escrito. Lo mismo le ocurrió cuando lo trasladaron en el año 2000 a la embajada de Lisboa, donde estuvo de agregado del Ministerio del Interior, allí también aprendió el portugués.
Don Segundo dice que cuando pasa por el solar de la casa de Baños de Vilo donde nació Arrebola, ubicada pocos metros más abajo del palacete donde el general Narváez se alojaba cuando acudía al desaparecido balneário de este núcleo de población, siempre comenta lo mismo: "Aquí vivió uno de mis mejores alumnos, quizás el que más lejos ha llegado de todos".
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