Con
el permiso de ustedes,
yo
les quiero relatar,
sobre
el baile de la Rueda
de
una enorme antigüedad.
Es
un folclore sencillo,
de
cantar y de bailar,
entonar
bien las canciones,
y
las palmas a compás.
No
necesita instrumentos
que
tengan que acompañar
solo
el oído y las voces,
y
poniendo voluntad.
Este
baile tan antiguo
no
debemos olvidar,
esta
joya incomparable,
que
debemos rescatar.
Bailan
mujeres y hombres
con
más o menos edad,
unos
cantan estribillos
y
otros salen a bailar.
Que
no se pierda la Rueda
les
pido con humildad,
lo
que yo pueda ayudarle
lo
hago de voluntad.
Las
letras de estas canciones,
son
de amor o de unidad,
de
celos o de ilusión,
y
a veces son de maldad.
Pues
no se guardan rencores,
para
bien ni para mal,
debemos
pasarlo bien,
y
todos vamos en paz.
Pretendemos
en la Rueda
que
cada vez seamos más,
todos
somos importantes,
a
la hora de actuar.
El
que canta o el que ríe
o
el que critica detrás,
o
quien se pone nervioso,
a
la hora de empezar.
Pues
quedamos satisfechos
que
cuando llega el final
todos
podamos ir contentos,
y
haya una gran amistad.
Yo
quisiera despedirme,
con
una dedicación,
pasar
una gran velada,
con
armonía y unión,
ofrecerle
esta Rueda,
a
San Juan nuestro patrón.
Gracias
Teresa Guerrero,
por
darme esta invitación,
y
leer estas palabras
de
gratitud y emoción.
Para
empezar la Rueda,
estos
estribillos son, como:
“No me tires
bocaitos
que me salen
cardenales
y cuando llego a mi
casa
me los conoce mi
madre”.
Baños de Vilo a 21 de junio de 2015
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