Las aulas hospitalarias intentan normalizar la vida
 de los niños que están ingresados a causa de una enfermedad y que no 
pueden asistir al colegio.
www.laopiniondemalaga.es - 31/05/2015
La escuela normaliza la vida de los 
niños. Adquirir rutinas es muy importante en su educación y su 
crecimiento. La enfermedad es siempre un hecho traumático y agresivo. Si
 un menor, además, tiene que ser hospitalizado, aparece también un alto 
grado de inseguridad que influye en su desarrollo emocional y afecta a 
sus relaciones psicosociales y psicoafectivas. Además, un internamiento 
prolongado también ocasiona la interrupción del ritmo de su 
escolarización. Para paliar este desgaste, surgen las aulas 
hospitalarias. El cole en el hospital.
Las Consejerías de 
Educación y de Salud mantienen vigente desde 1988 un convenio de 
cooperación para la atención de estos niños en los centros sanitarios 
por docentes especializados. El equipo malagueño está formado por diez 
maestros (nueve mujeres y un hombre) que trabajan en los hospitales 
comarcales de Antequera, Costa del Sol, la Axarquía y Ronda, y en el 
Materno Infantil de la capital, donde desarrollan su actividad cuatro 
docentes. «Es un recurso que funciona desde hace más de 20 años pero que
 la sociedad tiene aún que visualizar», reconoce Rosi Rodríguez, 
coordinadora de las aulas hospitalarias de la Delegación Territorial de 
Educación en Málaga.
Simple y llanamente, a los niños les cambia 
la vida. A unos por más tiempo y a otros por menos. Pero la estancia 
hospitalaria consume. Poder dar clases en el centro sanitario, mantener 
medianamente el ritmo de sus compañeros, constituye un importante 
impulso motivacional que incluso beneficia al tratamiento médico que 
tiene como objetivo recuperar la salud. Y eso se nota. Y los niños 
esperan poder subir cada día a la séptima planta del Materno con gran 
entusiasmo.
Los datos de Rodríguez alcanzan al curso 2013/2014. 
Entonces, más de 1.300 niños convalecientes fueron atendidos por estos 
docentes en las distintas aulas hospitalarias de la provincia o 
recibieron atención domiciliaria en sus casas mientras terminaban de 
recuperarse.
Atención a la diversidad
El 
profesor hospitalario desarrolla su trabajo en un extenso ámbito de 
actuación, procurando atender educativamente la diversidad de los niños 
pacientes, algunos de ellos con necesidades educativas muy especiales. 
Por eso el proceso para la selección de este personal es muy estricto, 
según reconoce Rosi Rodríguez. Y tienen que compaginar la atención 
médica con la educativa. Los niños suben al aula o son los docentes los 
que bajan a las habitaciones y les dan clases particulares a pie de 
cama. La atención que se presta es integral; no sólo se les procura la 
vertiente sanitaria sino también la psicológica y la pedagógica. «Hay 
que esperar al desayuno, al aseo, a que les hagan pruebas si ese día les
 toca, a que sus médicos les visiten y pasen consulta... Todo esto hace 
que el horario se adapte», informa la coordinadora.
Niños de 
Oncología, Hematología, Quemados, Hemodiálisis, Pediatría, 
Infecciosos... Y todos los que lo soliciten. La coordinación de estos 
equipos de las aulas hospitalarias con los centros de referencia de los 
alumnos es continua. «El profesor canaliza y le sirve de referencia», 
señala la coordinador del servicio. Toda ayuda es poca. La comunicación 
entre los docentes es constante, por teléfono, por correo electrónico...
 Se intercambian el material didáctico y hasta los exámenes, para que 
los alumnos puedan hacerlo en el hospital para evitar el desfase 
curricular. Los maestros de los hospitales también hacen informes de lo 
realizado en el tiempo de estancia en el centro sanitario, que a su vez 
sirven al tutor de su colegio para la evaluación.
Este año, según 
informa Rosi Rodríguez, el equipo se ha aumentado con un profesor más. Y
 todos están «al pie del cañón» prácticamente las 24 horas del día. 
«Algunos profesores, en función del volumen de trabajo en su aula 
hospitalaria, dedican algún tiempo a la atención domiciliaria de otros 
escolares enfermos o convalecientes que no pueden acudir a sus centros 
docentes», recuerda.
Los meses de mayo y junio son los más 
complicados. La enfermedad no avisa, y puede aparecer en cualquier 
momento. Al final del curso es un momento crítico. Esos niños también 
necesitan ayuda para acabar sus estudios y poder promocionar. «Y hacemos
 un esfuerzo por atender a todos», recalca la coordinadora de las aulas 
hospitalarias de la provincia malagueña.
Otra novedad importante 
es que la atención no se reduce a los alumnos que de los cursos de la 
etapa obligatoria (Primaria y ESO). También se incluyen a los más 
pequeños, de Infantil.
Derecho a la educación
El
 servicio procura que el derecho del niño a la educación no quede 
vulnerado por el hecho de estar enfermo. «Que parezca que no ha pasado 
nada cuando vuelva a su colegio», señala Teresa Aragón, una de las 
docentes del aula hospitalaria de la séptima planta del Materno 
Infantil, de Málaga. Por este motivo, ese contacto permanente con los 
tutores de sus centros de referencia, «porque los niños siguen siendo 
alumnos de sus colegios» a pesar de que la enfermedad sea crónica y 
larga, lo que hace que el impacto sea mayor.

 
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