lunes, 13 de octubre de 2014

El balcón blanco de la Axarquía.


El balcón blanco de la Axarquía


Hay una vieja leyenda que asegura que en época árabe Periana era una sencilla y humilde alquería ubicada en mitad de un cruce de caminos. En realidad, en aquel lugar había dos asentamientos defensivos, uno en la cuesta de Santana y otro hacia el sur que recibía el nombre de Pereiro. Entre uno y otro se hallaba un gran prado, un simple abrevadero y lugar de descanso para las bestias que con el tiempo se convirtió en germen de la actual población.
Qué nombre poner a aquel lugar, se preguntaron los vecinos, a lo que alguien dijo: «Periana, llamémosle Periana. Ni para uno ni para otro, sino una mezcla de Santana y Pereiro». Y así fue como quedó bautizado el pueblo cuyo origen, más allá de su pasado morisco, debemos buscar a mediados del siglo XVIII como uno de los pueblos de colonización que permitieron poblar los desiertos del norte de la comarca.
La historia de Periana nos recuerda que en 1761 aquella pequeña ermita dedicada a San Isidro Labrador se convirtió en parroquia. Pero el hecho que cambió para siempre la crónica del pueblo fue elterremoto del 25 de diciembre de 1884, desatado a las nueve de la noche, un temblor de casi nueve puntos en la escala Richter, que destruyó casi por completo el municipio. Fue largo y costoso el trabajo de recuperación.
La solidaridad de la provincia y de toda Andalucía permitió poco a poco reconstruir el pueblo. La visita del rey Alfonso XII fue aprovechada por las autoridades locales para potenciar el carácter económico de la localidad, muy ligado a la industria agrícola. Ha pasado mucho tiempo de aquel fatídico temblor y Periana lo recuerda como un acicate para su desarrollo. Hoy sus vecinos siguen siendo generosos y hospitalarios y su economía sigue basada en loscereales, el olivo y en especial en el melocotón, al que algunos lo consideran uno de los mejores de España.
Hay algunos datos que conviene tener en cuenta. Periana se halla al norte de la comarca de la Axarquía, a unos cincuenta kilómetros de la capital y a más de quinientos metros por encima del nivel del mar. Es mediterráneo su clima, pero en las zonas altas del municipio la cercanía con las altas montañas que la rodean por el norte hace que la localidad disfrute de una temperatura más continental que sus pueblos vecinos.
El caserío, además, recostado en una suave ladera, abre hacia un ancho valle formado por el río Vélez-Guaro cuyas aguas se amansan en el cercano pantano de La Viñuela. Las tierras de labor que rodean el pueblo son fértiles en hortalizas y frutales, en cereales y campos dedicados a la cría ganadera. Hay caminos por todos lados que nos llevan hasta fuentes y manantiales que rara vez están secos en los meses de mucho calor. Ahora que ha llegado el otoño a Periana es grato pasearla sin prisas, subir hasta sus barrios altos y apreciar el carácter de mirador que la población tiene, frente al ancho valle que las aguas del río crean y que se amansan en el mar interior que forma el embalse comarca.
El monumento más importante de Periana sigue siendo la iglesia de San Isidro Labrador, reconstruida por completo tras los desastres del terremoto. Por dentro y por fuera luce un estilo ecléctico que se aproxima al neomudéjar. Sus trazas, su planta, los elementos donde se manifiesta el ladrillo visto la hacen interesante para los historiadores del arte. Por dentro se esparce en torno a tres naves.
Apenas quedan restos del primitivo templo y sí un detalle curioso en la solería del interior, compuesto de pequeñas piezas de terrazo policromado, a modo de teselas, que conforman una serie de dibujos geométricos que van formando grecas. No solo fue reconstruido el templo principal de Periana sino la totalidad de las casas que hoy forman el llamado barrio de Lomilleja.

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