De
la mejor manera y en casa, la selección española femenina de waterpolo
se convirtió en campeona del mundo tras derrotar en la final a Australia
(8-6), cerrando el círculo virtuoso que abrió hace un año cuando se
convirtió en subcampeona olímpica en Londres.
Fieles a su estilo. Salieron con el convencimiento de la
victoria. Sabían que ellas iban a ser las estrellas de la noche y no
fallaron. De hecho, las 'guerreras' nunca fallan, ni siquiera en la
derrota. Hoy todo el mundo que se dio cita en las piscinas Picornell
sabía quien iba a ganar y el equipo de Oca lo demostró a las primeras de
cambio.
Maica García fue la encargada de abrir el marcador. La
boya española fue fundamental. Abrió espacios y forzó exclusiones, fuera
quien fuera su defensora. En la segunda exclusión, España volvió a
anotar (0-2) y a pesar del 1-2 marcado por Arancini, las 'guerreras' se
sintieron superiores.
Una incontestable defensa, máxima concentración y ni una
concesión. La tercera y también la cuarta superioridad de España fueron
aprovechadas por las de Oca, aunque Australia también rentalibilizaba
las suyas.
El 3-5, marcado por Roser Tarragó a 1:16, dibujó lo que
ocurría en la piscina. La española tiró desde seis metros a la
desesperada, a Kelsey Wakefield, una de las mejores porteras del
Mundial, se le doblaron las manos y a las 'aussies' se les encogió el
alma un poco más.
Laura López puso más cerca el título en el primer minuto
del penúltimo acto (3-6). Se multiplicaba la defensa, Laura Ester, a
pesar de sus 170 centímetros, parecía haber tejido una enorme tela de
araña en su portería, y las oceánicas -tremendo físico- cada vez tenían
menos fe en la remontada.
En el último cuarto, Maica García puso el 4-7, Jennifer
Pareja el 5-8, mientras Laura Ester seguía parando y agigantaba a su
equipo que por entonces ya sobrevolaba sobre el agua de las Picornell.
El título es el premio de la perseverancia y del trabajo
bien hecho. La demostración de cómo plasmar una idea y llevarla a la
práctica. Una historia que empezó hace dos años y que año a año ha
tenido continuidad. Cada verano, prácticamente un éxito, un campeonato
mundial júnior, una plata olímpica y ahora el colofón, una medalla de
oro.
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