"Tarde de paseo" En la imagen aparecen la niña Maria Ríos, Reme de la Gazpacha, Pepa de la Carmona y la niña
de la Margara, que es hermana de José Manuel
Frías. Aproximadamente año 1965. (Foto enviada por Pepi Moreno)
FOTO CON RECUERDOS
Tardes de paseo
Hasta ahora no me había sucedido nunca. Siempre, al mirar una foto me había fijado en las personas o cosas que aparecían en ella. Sin embargo, al echar una mirada a la fotografía que tengo ante mis ojos, su ausencia ha golpeado mi cerebro. Eran cinco aquellas amigas íntimas e inseparables que vivían en la calle de Las Monjas. ¿Dónde está la que falta? ¿Dónde esta Mari Carmen Barroso Carrera “La Niña Adolfo”?
¿Estaría enferma? No, imposible. Sus amigas jamás se hubieran ido de paseo estando ella mala. La hubieran acompañado en el lecho del dolor. ¿La habría castigado su madre sin salir? No, tampoco. Si tal cosa hubiese sucedido ellas no irían de paseo, se hubieran puesto en la puerta de de su casa para suplicarle a Victoria “Adolfo”, su madre, que le perdonase el castigo. ¿Estaría haciendo algún recado o mandado? No, la hubiesen esperado ¿Dónde estaba “La Niña Adolfo”? Creo que he encontrado respuesta a mi pregunta. Estaba estudiando en Málaga. Si, ella fue la única del grupo que pudo estudiar. Ha trabajado toda su vida de maestra. Cuando se tomó la foto estaría haciendo el Bachiller.
Resuelto el misterio que asaltó mi mente nada más contemplar la fotografía, paso a plasmar los recuerdos que me sugiere. En ella aparecen cuatro amigas, pero amigas de verdad, amigas que se necesitaban, que no podían vivir las unas sin las otras. Amigas que compartieron juegos, vivencias y secretos. Amigas que iban juntas a la escuela y pasaban todo el día en la casa de las unas o de las otras. Amigas que se peleaban de vez en cuando, pero la pronta reconciliación reforzaba aún más su indestructible amistad. Perdón, me he dejado llevar por la vorágine de aquella ejemplar amistad y aún no se las he presentado. Son de izquierda a derecha: Mari Carmen “La Niña de María Ríos”, Reme de “La Gazpacha”, Pepa de “La Carmona” y María Dolores “La Niña de la Margara”, mi hermana.
En Periana, cuando se era hija única, no importaba que tuvieses hermanos, había la costumbre de llamarle “La niña de…” Normalmente se tomaba como apelativo el nombre o apodo de la madre. Pero había algunas excepciones, tal es el caso de mi hermana que era conocida como “La Niña de la Margara”, haciendo referencia a mi abuela materna, Margarita Mata Carrera.
Ellas, las retratadas en la foto, junto a Mari Carmen “La Niña de Adolfo”, vivían en la misma calle. Su amistad se fraguó desde el momento que doña Margarita las trajo al mundo. Entre la mayor y la menor apenas había unos meses de diferencia. Además, las casas de todas estaban pegando, las más distantes no rebasaba los cincuenta metros. Pero que nadie piense que eran un grupo cerrado de amigas, otras niñas se unían a ellas para jugar, tal era el caso de Milagros “El Santo”, Loli de “La Eroma”, Pepa “Adolfo”, Mari de “La Zafra”, Emilia “Cenizo”…
La foto, sirve de escaparate para visionar la forma de vestir que tenían las quinceañeras en aquellos tiempos, faldas que llegan a la rodilla –los pantalones en las mujeres eran una rareza- y zapatos bajos. Aunque yo no estaba allí y mi hermana ignoraba su existencia, tengo la plena seguridad de que está tomada por la tarde. Aquellas tardes, de los años sesenta del pasado siglo, cuando las chicas en grupos paseaban cogidas del bracete. Los chicos que también paseaban en grupos las miraban, les decían algún piropo e iban detrás de ellas. Cuando se conseguía el dinerillo necesario, los paseantes acompañaban su pasear degustando una bolsa de pipas “Carancha”.
El paseo era una tradición en la Periana de mi niñez. Los días de diario se efectuaba, siempre que el buen tiempo invitase a ello, por las tarde. No obstante, los domingos y fiestas de guardar se hacía también por la mañana. El recorrido oficial del paseo comenzaba en la puerta de la tienda de la María “Antonio Bueno” y llegaba a la Peña el Sombrero. Hasta llegar a Los Empalmes el trayecto era terrizo. A él acudían perianenses de todas las edades y lugares del pueblo. Aunque predominaban las mozuelas y mozuelos. Las mujeres casadas sólo lo hacían en compañía de sus maridos los días de fiesta. Jamás un grupo de mujeres casadas paseaban solas. Los hombres casados, a veces, si lo hacían, en grupo.
El retratista, que vivía en un callejón frente a la iglesia, siempre estaba dispuesto, con la cámara colgada al hombro, para complacer a los paseantes que le pedían que les echase una foto. La foto esta tomada en el Paseo de Bellavista, donde finalizaba el grupo escolar de las niñas. En la parte derecha podemos ver los almendros de don Carmelo “El Veterinario”. Al fondo, se aprecia un camión y, en la parte izquierda, los árboles que proporcionaban sombra a los niños y viejos, niños que sentados en los bancos que había debajo de ellos jugaban a los chinos y viejos que rememoraban sus tiempos jóvenes. Aquellos frondosos árboles, hoy todos desaparecidos para “favorecer el progreso”, daban unas florecillas blancas llamadas “pan y queso” que eran comestibles. Desde donde esta tomada la foto hasta la Peña el Sombrero solo existían tres construcciones, la casa de Antonio de “La Concepción”, el cuartel de la Guardia Civil y el bar de la Carmela de “Barroso”.
El paseo de las chicas –los chicos gozaban de mayor libertad- tenia hora de salida y de entrada. Si alguna amiga tenía reloj no había problema, de no ser así, había que preguntarla continuamente. Un retraso, por mínimo que fuese, podía suponer quedarse muchos días sin pasear, irte a la cama en ayunas o recibir un alpargatazo. Además, las chicas no podían pasear todos los días ya que - según decían sus madres, tías, abuelas y vecinas- se ponían muy vistas.
P.D.: Las cinco amigas, pocos años después emigraron. Tres a Barcelona y dos a Málaga. Y al día de hoy, alguna es abuela.
JOSÉ MANUEL FRÍAS RAYA.
FOTO CON RECUERDOS
Tardes de paseo
Hasta ahora no me había sucedido nunca. Siempre, al mirar una foto me había fijado en las personas o cosas que aparecían en ella. Sin embargo, al echar una mirada a la fotografía que tengo ante mis ojos, su ausencia ha golpeado mi cerebro. Eran cinco aquellas amigas íntimas e inseparables que vivían en la calle de Las Monjas. ¿Dónde está la que falta? ¿Dónde esta Mari Carmen Barroso Carrera “La Niña Adolfo”?
¿Estaría enferma? No, imposible. Sus amigas jamás se hubieran ido de paseo estando ella mala. La hubieran acompañado en el lecho del dolor. ¿La habría castigado su madre sin salir? No, tampoco. Si tal cosa hubiese sucedido ellas no irían de paseo, se hubieran puesto en la puerta de de su casa para suplicarle a Victoria “Adolfo”, su madre, que le perdonase el castigo. ¿Estaría haciendo algún recado o mandado? No, la hubiesen esperado ¿Dónde estaba “La Niña Adolfo”? Creo que he encontrado respuesta a mi pregunta. Estaba estudiando en Málaga. Si, ella fue la única del grupo que pudo estudiar. Ha trabajado toda su vida de maestra. Cuando se tomó la foto estaría haciendo el Bachiller.
Resuelto el misterio que asaltó mi mente nada más contemplar la fotografía, paso a plasmar los recuerdos que me sugiere. En ella aparecen cuatro amigas, pero amigas de verdad, amigas que se necesitaban, que no podían vivir las unas sin las otras. Amigas que compartieron juegos, vivencias y secretos. Amigas que iban juntas a la escuela y pasaban todo el día en la casa de las unas o de las otras. Amigas que se peleaban de vez en cuando, pero la pronta reconciliación reforzaba aún más su indestructible amistad. Perdón, me he dejado llevar por la vorágine de aquella ejemplar amistad y aún no se las he presentado. Son de izquierda a derecha: Mari Carmen “La Niña de María Ríos”, Reme de “La Gazpacha”, Pepa de “La Carmona” y María Dolores “La Niña de la Margara”, mi hermana.
En Periana, cuando se era hija única, no importaba que tuvieses hermanos, había la costumbre de llamarle “La niña de…” Normalmente se tomaba como apelativo el nombre o apodo de la madre. Pero había algunas excepciones, tal es el caso de mi hermana que era conocida como “La Niña de la Margara”, haciendo referencia a mi abuela materna, Margarita Mata Carrera.
Ellas, las retratadas en la foto, junto a Mari Carmen “La Niña de Adolfo”, vivían en la misma calle. Su amistad se fraguó desde el momento que doña Margarita las trajo al mundo. Entre la mayor y la menor apenas había unos meses de diferencia. Además, las casas de todas estaban pegando, las más distantes no rebasaba los cincuenta metros. Pero que nadie piense que eran un grupo cerrado de amigas, otras niñas se unían a ellas para jugar, tal era el caso de Milagros “El Santo”, Loli de “La Eroma”, Pepa “Adolfo”, Mari de “La Zafra”, Emilia “Cenizo”…
La foto, sirve de escaparate para visionar la forma de vestir que tenían las quinceañeras en aquellos tiempos, faldas que llegan a la rodilla –los pantalones en las mujeres eran una rareza- y zapatos bajos. Aunque yo no estaba allí y mi hermana ignoraba su existencia, tengo la plena seguridad de que está tomada por la tarde. Aquellas tardes, de los años sesenta del pasado siglo, cuando las chicas en grupos paseaban cogidas del bracete. Los chicos que también paseaban en grupos las miraban, les decían algún piropo e iban detrás de ellas. Cuando se conseguía el dinerillo necesario, los paseantes acompañaban su pasear degustando una bolsa de pipas “Carancha”.
El paseo era una tradición en la Periana de mi niñez. Los días de diario se efectuaba, siempre que el buen tiempo invitase a ello, por las tarde. No obstante, los domingos y fiestas de guardar se hacía también por la mañana. El recorrido oficial del paseo comenzaba en la puerta de la tienda de la María “Antonio Bueno” y llegaba a la Peña el Sombrero. Hasta llegar a Los Empalmes el trayecto era terrizo. A él acudían perianenses de todas las edades y lugares del pueblo. Aunque predominaban las mozuelas y mozuelos. Las mujeres casadas sólo lo hacían en compañía de sus maridos los días de fiesta. Jamás un grupo de mujeres casadas paseaban solas. Los hombres casados, a veces, si lo hacían, en grupo.
El retratista, que vivía en un callejón frente a la iglesia, siempre estaba dispuesto, con la cámara colgada al hombro, para complacer a los paseantes que le pedían que les echase una foto. La foto esta tomada en el Paseo de Bellavista, donde finalizaba el grupo escolar de las niñas. En la parte derecha podemos ver los almendros de don Carmelo “El Veterinario”. Al fondo, se aprecia un camión y, en la parte izquierda, los árboles que proporcionaban sombra a los niños y viejos, niños que sentados en los bancos que había debajo de ellos jugaban a los chinos y viejos que rememoraban sus tiempos jóvenes. Aquellos frondosos árboles, hoy todos desaparecidos para “favorecer el progreso”, daban unas florecillas blancas llamadas “pan y queso” que eran comestibles. Desde donde esta tomada la foto hasta la Peña el Sombrero solo existían tres construcciones, la casa de Antonio de “La Concepción”, el cuartel de la Guardia Civil y el bar de la Carmela de “Barroso”.
El paseo de las chicas –los chicos gozaban de mayor libertad- tenia hora de salida y de entrada. Si alguna amiga tenía reloj no había problema, de no ser así, había que preguntarla continuamente. Un retraso, por mínimo que fuese, podía suponer quedarse muchos días sin pasear, irte a la cama en ayunas o recibir un alpargatazo. Además, las chicas no podían pasear todos los días ya que - según decían sus madres, tías, abuelas y vecinas- se ponían muy vistas.
P.D.: Las cinco amigas, pocos años después emigraron. Tres a Barcelona y dos a Málaga. Y al día de hoy, alguna es abuela.
JOSÉ MANUEL FRÍAS RAYA.
COMENTARIO ENVIADO POR PEPI MORENO "PEPA LA CARMONA"
ResponderEliminarAmigo José Manuel; Quisiera felicitarte por el escrito. Has plasmado de forma muy especial la esencia de la fotografía, y con tus palabras, me has trasladado a mi, y a mi familia, a aquellos tiempos remotos, donde la inocencia y la amistad formaban parte principal de nuestro día a día. Cómo pasa el tiempo..., Qué recuerdos...,cómo hemos cambiado..., aunque debo decir, que pese a la distancia, nuestra gran amistad perdura todavía. Como bien dices, yo ya soy abuela. Tengo un nieto, precioso, de 10 meses, Albert, a quien tengo muchas ganas de llevar al Pueblo, a nuestra Periana. Antes de finalizar, quiero felicitar a Gema, su gran labor en este hermoso proyecto, junto a ti, por supuesto. De todo corazón un abrazo muy fuerte de Pepa Moreno, " la Pepa la Carmona".