sábado, 23 de abril de 2022

Pregón de la XXI edición del aceite verdial a cargo de D. Juan Antonio Corbalán Alfocea.

 












Pregón de la XXI edición del aceite verdial a cargo de D. Juan Antonio Corbalán Alfocea.


Nuestro pregonero, D. Juan Antonio Corbalán Alfocea, es licenciado en medicina especialista en Medicina del Trabajo y en Medicina de la Educación Física y el Deporte. En la actualidad ejerce como coordinador del Servicio de Medicina y Ciencias de la Actividad Física y director de la Unidad de Fisiología del Ejercicio de Vithas Internacional (Madrid).

En el terreno deportivo es considerado el jugador con el mejor palmarés individual de la historia del baloncesto español. Jugó la práctica totalidad de su carrera deportiva en el Real Madrid.

Fue internacional absoluto con el Equipo Nacional Español en 177 ocasiones y 11 veces integrante de la Selección Europea. Con la selección española ganó la medalla de Plata en los Juegos Olímpicos de Los Angeles ’84 y del Campeonato de Europa de Nantes ’83. Llegó a ser capitán del Real Madrid, la Selección Nacional Española y la Selección Europea.

En la actualidad ha puesto en marcha dos nuevos proyectos: “teamsoul”, en el Área de Investigación y Desarrollo de Equipos, y “ECOOS” en colaboración con un prestigioso grupo de especialistas en psicología y psicoanálisis.


Fue distinguido con el entonces Premio “Príncipe de Asturias”, del Consejo Superior de Deportes, como mejor deportista profesional español año 84, el Premio deportivo Villa de Madrid. Orden Olímpica del Comité Olímpico Español y Medalla de oro y Maestre de la Real Orden del Mérito Deportivo. Encomienda de la Orden del Dos de Mayo de la Comunidad de Madrid en 2009.

Recientemente ha sido nombrado embajador del Proyecto Atapuerca por la Fundación Atapuerca (Burgos).

A las 20:30 horas nos dimos cita en el Salón de Actos María Zambrano, todos expectantes deseando escuchar las palabras pregonadas por D. Juan Antonio Corbalán Alfocea.
Fue Rafael Torrubia, alcalde de la localidad el encargado de presentar el acto, destacando principalmente el trabajo realizado por Antonia Ríos Martín, que ha realizado varias tallas en madera de olivo inerte para este evento tan especial, además ella personalmente ha entregado a nuestro pregonero una lámpara tallada en madera de olivo verdial, para que guarde un especial y emotivo recuerdo de su paso por Periana.

A continuación os transcribo textualmente el pregón realizado por D. Juan Antonio Corbalán Alfocea.

XXI Pregón del Aceite Verdial de Periana.


Querido Alcalde, Concejales, autoridades que nos acompañan.

Queridos vecinos y visitantes

Queridas personas que dais vida al olivar

Queridos todos….

Quiero comenzar por agradecer al ayuntamiento de Periana que se haya acordado de mí para hacerme uno de vosotros en estos días de vuestra fiesta del olivar. Algo que llena de honor.

No puedo olvidarme de mi querido amigo Paco Lorenzo (Dr. Lorenzo) como promotor de esta realidad. Gracias Paco.

Quiero también, dedicarle unas palabras especiales, llenas de alegría, a Jacobo Ramírez y Alicia Torán, mucho más que amigos, y que hoy nos acompañan a esta tierra, La Axarquía, que también es su tierra.

Ellos y yo sabemos muy bien el porqué de esa alegría y desde que Paco me pidió venir a Periana, yo supe que tendrían que estar con nosotros.

No quiero hacer un pregón oficialista, que suene a rigor y formalismo. Me gustaría haber dado a cada frase, a cada palabra, el sentimiento con el que surgieron de mí, de mi corazón.

No quiero palabras banales, de relleno, que no recojan la importancia de las fiestas populares. Y quiero, como pregonero, inclinar mi cabeza ante la belleza y la poesía que atesoran, saliendo de lo más puro de las tradiciones, de la espiritualidad de los pueblos y, en este caso, de vuestros corazones.

El árbol, y el olivo, precedieron a lo humano y son símbolos de espiritualidad. Muchos científicos afirman que, sobre ellos, nuestros ancestros aprendieron a caminar y moverse antes de bajar y pisar el suelo, antes de erguirse y ser capaces de mirar al frente.

El olivo entró en la divinidad de nuestras civilizaciones y acompañó al desarrollo de las mismas.

Desde el antiguo Egipto la diosa Isis regaló a su pueblo el olivo y su cultivo. Una rama de olivo acompañaba a los difuntos en su viaje eterno y era ornamentación habitual de los sarcófagos.

Los griegos atribuían al olivo un origen divino. Cuentan las leyendas que allá, en la roca donde Poseidón, dios de los mares, hizo aparecer un caballo, Atenea, con un golpe de su lanza, hizo nacer un olivo. También, como señala Virgilio en la Eneida, es símbolo de reconciliación y acuerdo.

Según la tradición cristiana, la humanidad se hizo vulnerable al pecado, por comer una manzana. Si el árbol hubiera sido un olivo Eva, le hubiera ofrecido a Adán, un trocito de pan mojado en un buen aceite. Puede que ella hubiera comido también, y hasta el mismo Dios lo hubiera probado dándose cuenta de que por algo tan rico no se podía castigar a nadie.

Aunque en el jardín del edén, sólo había dos árboles: el de la vida y el del conocimiento del bien y del mal, vuestros olivos, fueron los primeros en ser nombrados en la Biblia.

Tras el diluvio universal, con que Dios castigó a la humanidad. Noé, a los siete días soltó una paloma que volvió con el primer esqueje de olivo en su pico. No era una ramita de verdial, pero seguro que sería una rama de olivo hermano, de aquella tierra: de Amhani, de Dakar o de Galuti. Sea como fuere, la imagen de la paloma con la rama de olivo en su pico se ha convertido en el símbolo de la paz. Como Picasso, malagueño ilustre, reflejo en su dibujo para el congreso por la paz de París del que el día 20 de este mes hizo 73 años.

Una reproducción en plata, de una rama de olivo, fue depositada en la luna en 1969 por los astronautas americanos del Apolo 11. Símbolo de una paz cósmica que no somos capaces de conseguir en nuestro planeta.

En las antiguas lenguas de aquellas tierras, el olivo se llamaba “ulu” que derivo en “óleum”, y nuestro aceite, era “zayitt” en hebreo que pasó al árabe como “zaitum”.

Con olivo se pagaban transacciones, servía como regalo, o incluso de impuesto, siendo un inapreciable bien, ya desde la antigüedad.

Llegó también a los altares como elemento de ceremonias y consagraciones.

Entre los judíos, el aceite de oliva da luz a su candelabro de siete brazos, La Menorah, y es símbolo de la bendición divina. También en el Islam, el aceite de oliva da la luz que guía a los humanos.

Todavía hoy, algunos olivos milenarios miran a la ciudad de Jerusalén, desde “el monte de los olivos” o el “huerto de Getsemaní”, vigilantes de la Ciudad Sagrada para las tres grandes religiones monoteístas. De esta manera, el olivo se hizo patrimonio del mundo conocido.

Antes de los orígenes de la humanidad, desde los territorios de Mesopotamia, entre los dos grandes ríos del creciente fértil, el olivo envolvió al mar mediterráneo con un abrazo verde y antiguo, y todas sus orillas están bendecidas por su presencia, desde Israel, Palestina o el Líbano hasta la península Ibérica. Desde las tierras altas italianas a Marruecos, Túnez o Egipto. Hoy, desde el mediterráneo, se ha extendido a todos los continentes: a las américas, al norte y sur de África, a los confines del oriente de China, o a Australia y Nueva Zelanda.

En los orígenes de los pueblos ocupó un lugar primordial en las historias de las grandes culturas, las grandes religiones y los grandes imperios. La historia de los imperios mesopotámicos, fenicios, griegos, romanos, cristianos, judíos, musulmanes los atestiguan.

Yo he sido una persona muy afortunada. Mis padres me educaron con lo mejor sí mismos y me enseñaron a respetar personas y a saborear las pequeñas cosas. A disfrutar de lo que se tenía, en épocas en las que nada sobraba.

Años que recuerdo con una intensa felicidad. Años bendecidos por un aceite de oliva que lo hacía todo bueno en la cocina: unas buenas patatas, unos huevos, una merluza, una simple ensalada o un trozo de pan con aceite y un poquito de sal. El aceite era la esencia y la compañía de todo. En casa, mi madre no regateaba paseos para conseguir lo que podría ser el mejor aceite para su casa y le encantaba que le llevara aceite de mis viajes.

Tengo que agradecer mucho a mis padres, pero yo fui reeducado desde mis primeros años en el deporte, en el baloncesto de un pequeño colegio de barrio, el colegio San Viator de Madrid y luego en el club, que se hizo mi casa, el Real Madrid. A ellos les debo mucho de lo que soy y el capital inestimable de una buena cantidad de amigos que fueron ahormando mi vida.

Uno de nuestros manjares en la mesa de nuestro equipo, al margen de lo que comen los deportistas, eran las ensaladas.

Las preparábamos en comidas y cenas. Todos nos hicimos buenos aliñadores, pero era Rafael Rullán el que se erigía en nuestro maestro “ensaladero”. Elegía los aceites con mucho conocimiento, ante la sorpresa de metres y camareros.

Desde entonces, la búsqueda de buenos aceites, se convirtió en una constante de nuestro equipo, costumbre que espero haya permanecido hasta hoy. No sé, cómo no se le ocurrió al Real Madrid hacer de nuestro aceite el regalo o recuerdo de intercambio con los otros equipos, junto al protocolario banderín, insignia o llavero.

Pero el deporte va mucho más allá de la realidad de nuestro equipo y del baloncesto. El origen del deporte es incierto, aunque hay mucho escrito desde antiguo. La bibliografía apunta a que los albores del gran deporte fueron manifestaciones populares de los griegos que con los que honraban a sus dioses Zeus, en Olimpia para cerrar los ciclos de cuatro años que eran las Olimpiadas.

Podemos decir que el Deporte, con mayúsculas, aparece con el nacimiento de los propios JJOO. No todo era deporte. También se acompañaban de una manifestación más lúdica, poética y artística en honor de Dionisios. Deidad más dada al placer. Ne es de extrañar que el aceite de oliva fuera manjar o ungüento de sus orgias. Puede que el “citius, altius, fortius” tuviera más interpretación que la deportiva en los orígenes.

El mayor grado de distinción de un deportista era ser coronado con una rama de olivo, premio a los ganadores de cada una de las pruebas. Las coronas estaban hechas con ramas de un olivo silvestre concreto, cortadas con una hoz de oro por un adolescente. Y tenía que ser de un olivo del pequeño bosque llamado “Altis” en las cercanías del templo de Zeus en Olimpia.

Hoy, la gloria se reconoce a través de una medalla de oro, plata o bronce, dinero, pero el auténtico símbolo de reconocimiento olímpico permanecerá ligado a la corona de olivo, como se reflejó en los JJOO de Atenas de 2004 donde quisieron recordar esos inicios.

El olivo y su significado de honor y reconocimiento ha trascendido también al deporte, para llegar a todas las actividades humanas.

Vuestro árbol, y sus olivos hermanos, son pues un símbolo entre los símbolos. Representado en banderas, escudos y monedas de muchos países del mundo. Como ejemplo valga la bandera de la ONU en la que luce una gran corona de olivo.

Es un árbol longevo en algunos casos milenario, monumental y resistente. Símbolo de Fertilidad y Victoria, que podemos ver en muchos 78 escudos de municipios de España. 43 en Andalucía, 9 en Cataluña, 7 en Extremadura y 5 en Aragón.

La mitología del olivo es bonita e interesante, pero me gustaría que el asunto mollar de este pregón se centrara en las gentes y las tierras que hacen realidad este mundo.

Nombrados por poetas, escritores, cantautores, escultores, cineastas, los olivos enraízan en lo más profundo de lo andaluz, en concreto de este maravilloso rincón La Axarquía, y de pueblos como el vuestro de Periana y sus quince pedanías. Por todo ello, enraízan con una parte fundamental de nuestra España.

Hoy, un gran número de familias viven, vivís, de su cultivo y procesado. Sólo esto, refleja su valor en un país donde trabajar dignamente parece ser cada día más difícil.

Sí, son tiempos difíciles y parece que nada de lo que hacemos se hace bien o es suficiente, pero esto no es así. España, oscura en algunas cosas, puede estar orgullosa de muchas cosas, y una de ellas sois vosotros los olivareros, la gente del olivo, que habéis llevado este sector a ser una de las más firmes propuestas de nuestra economía de eso que llamamos “marca España”.

Y podemos elevar la voz con altivez, como decía Miguel Hernández en sus poemas de la gente del olivar. Pero aún más allá de la literalidad de los versos y otras connotaciones que no vienen al caso, el olivar es el fruto de todos vosotros. De inversores, por supuesto, pero también de los que arriesgan y apuestan por su tierra teniendo en cuenta el beneficio empresarial y el beneficio social. Pero sobre todo de los que dan su vida en el mantenimiento y cuidado de estos olivos milenarios. Y sí, todos podemos decir con la cabeza muy alta “aceituneros altivos”, orgullosos de su obra y de su tierra.

El resultado son estas dos grandes cooperativas: San José Obrero y San Isidro (a éste lo compartimos en Madrid). Pero, como en tantos otros campos, los españoles debemos aprender a concentrar fuerzas. En este caso os invito a hacerlo en torno a un AOVE de esta variedad tan especial, tan escasa en extensión, pero consagrada por sus características palatales.

Reconozco haberlo conocido gracias a mi amigo Paco Lorenzo y haberlo probado de su mano, en Madrid, hace unas semanas y ya desde hoy, será una referencia que hago mía en mi futura experiencia aceitera.

Dicen los que entienden, que es frutado con un leve toque picante y de excelente fragancia. Dicen también que es fino y suave en boca, de astringencia media y tocado por la hierba fresca y la manzana en su aroma.

Yo, cuando lo probé, no noté tantas cosas, pero pude resumir que estaba riquísimo, de eso doy fe. Ahora, cuando me pregunten, me adornaré un poco más, o como decimos en Madrid me “tiraré el rollo” gracias a vuestro aceite, que ya es mío, y sus cualidades. Me gustaría que el nombre “Verdial de Periana, de la comarca de Vélez Málaga, malagueño y español se conociera en todo el mundo y desde ahora podéis contar conmigo como vuestro primer embajador.

Tenemos que unirnos para ser cada vez más propietarios de lo que vuestra tierra da, para saber darlo a conocer, distribuirlo, comercializarlo con inteligencia y, si es posible, no dejar que pierda su origen tras una marca extraña, ajena a nosotros. Sé que es muy fácil decirlo, pero difícil hacerlo. Los tiempos no están a nuestro favor. Para ello necesitamos una nueva visión de lo que es nuestro, de nuestras empresas y una actitud decidida.

Vuestros olivos son también una forma ecológica de entender la vida.

Asentando la tierra y combatiendo la desertificación.

Capturando y fijando CO2

Favoreciendo la diversidad vegetal y animal

Favorece industrias alternativas con sus componentes

Esta forma de vivir será un magnífico regalo que dejaréis a las generaciones futuras. Es la obligación que todos tenemos con el planeta que nos da cobijo. Todo lo que no hagamos por él, lo hacemos en su contra.

Pero por muchas razones que busquemos en su favor, la principal, es el placer rotundo que aporta a la mesa, expresado desde una humilde tapa, a un gazpacho. Desde una ensaladilla a un escabeche o a un frito. Un placer supremo.

He hablado de muchas cosas y como soy médico no quisiera pasar por alto la bondad del AOVE para nuestra salud. Su perfecta y equilibrada composición organoléptica (Ac Grasos oleico, palmítico y linoleico) lo hace ideal para su consumo en fresco o con fritos, Su consumo racional lo hace una fuente de salud al alcance de todos

Así el aceite pasa de la mística a los más cotidiano, a la mesa, a la cocina, al generoso fuego y las ascuas duraderas que da su leña.

Es una forma de arte intangible, reflejado a lo largo de los siglos en nuestros pintores, imagineros, broncistas que recibieron la inspiración a través del olivo para representarlo como un símbolo de nuestra cultura y forma de vida. Esa cultura se refleja en su maravilloso vocabulario, en su jerga que nos hunde completamente en lo popular de los localismos que llenan la geografía española, sobre todo la andaluza.

Hablar de la vida es un buen tema para cerrar estas palabras diciendo que las fiestas populares y sus canciones son el mejor reconocimiento de las gentes a su tierra. Como sé que “verdial”, además de un tipo de olivo y aceituna es una canción popular de esta tierra, os he compuesto uno para vuestras “pandas”.

Con torpeza, pero con corazón, en vuestro honor y en homenaje a estas fiestas.

Ahí va:

Nada me gustaría más

que poder ser un fiestero

y en estas tierras cantar,

diciéndole al mundo entero.

Quiero alma de olivar

y enterrarme en este suelo.




Muchas gracias.

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