miércoles, 16 de septiembre de 2020

FOTOS QUE HABLAN "ABASTECIMIENTO DE AGUA EN PERIANA" POR JOSÉ MANUEL FRÍAS RAYA.

FOTOS QUE HABLAN 

ABASTECIMIENTO DE AGUA A PERIANA 



A todas las aguadoras y 

lavanderas de Periana. 



Se dice que una imagen vale más que mil palabras, yo completaría este adagio diciendo que las imágenes hablan, reviven el pasado y nos acercan a la historia. Al mirar esta fotografía, los perianenses que superen los sesenta años rememorarán tiempos pretéritos y los más jóvenes, descubrirán un modo de vida y un pueblo que, afortunadamente, nada tiene que ver con el actual. Vemos en ella a dos mujeres jóvenes que cargan al cuadril, es decir, sobre su cadera, un cántaro de agua. Una es pequeña y menuda, la otra alta y fuerte, siendo los recipientes que transportan proporcionales a su fisonomía. Lástima que el fotógrafo no haya ampliado su campo de visión para darnos una panorámica del lugar donde está tomado la fotografía, como buen profesional se ha limitado a plasmar en ella a las mujeres que le han encargado la foto, las que pagan por ella. 

Es fácil deducir que la instantánea está tomada en La Fuente, el lugar más emblemático de Periana, origen de nuestro pueblo. Y aunque los cuatro caños de la misma no aparecen por ningún lado, la hornacina de San Isidro en la parte alta a la derecha y el balate en el centro la identifican claramente, pero lo fundamental para interpretar esta fotografía son los cántaros. Sí, en los cántaros que cargan al cuadril las dos mujeres está la clave para revivir la historia que encierra. Para ello nos formularemos la siguiente pregunta: ¿Por qué las mujeres van por agua a La Fuente? La respuesta es muy sencilla: porque no había agua corriente en las casas. A partir de aquí se nos abre un amplísimo campo para especular e investigar. Y no dejaros engañar por la sonrisa de una y la complacencia de la otra, es una pose momentánea, porque los cántaros pesaban y había que acarrear mucha agua para beber, cocinar, fregar o asearse. Era habitual llevar el cántaro apoyado en la cadera izquierda y en la mano derecha un caldero, un botijo, un cantarillo o una garrafilla. Había que aprovechar el viaje. ¿Os imagináis lo que suponía ir por agua a La Fuente desde lo alto del Barrihumo y La Quinta o desde lo hondo del Carrascal y la calle de Las Monjas?. 


Supongo que, por una u otra causa, casi todos hemos pasado un día sin agua corriente en nuestras casas, si lo sabías con antelación, podías recoger alguna en la bañera, fregadero o recipiente, pero si te cogía por sorpresa había que ir a comprar algunas garrafas o botellas para salir del apuro. Recuerdas lo mal que lo pasaste el tiempo que estuviste sin agua: vas al váter y no puedes tirar de la cisterna, tampoco puedes lavarte las manos, los platos y vasos se acumulan… Piensa que hasta el inicio de los años sesenta del pasado siglo, ese era el vivir permanente de la mayoría de los habitantes de Periana. Pocas, muy pocas, eran las casas que disponían de agua corriente, gracias a que tenían un manantial. En estos momentos me vienen a la mente el “Alambique” de Rafael Pascual, la de Manolico Núñez y Bartolomé Clavero Moreno “Bartolo”, ambas situadas en la Calle Las Monjas, aunque es posible que hubiera alguna más. En la mayoría no había agua corriente y debían de abastecerse del líquido elemento, llevándolo desde La Fuente, mayoritariamente, o el Lavadero de la Cruz, que se convertían en lugares de reunión, siendo muy normal hacer grandes colas para recoger el agua. En épocas de sequía, cuando algún caño de La Fuente se secaba y de los otros caía un
hilillo de agua, las colas duraban las veinticuatro horas del día, produciendo alguna que otra algarabía que los municipales o la guardia civil, con su presencia permanente, intentaban evitar. En casi todas las casas había como minino un par de cántaros, que se solían colocar en unas cantareras construidas de obra o madera. A los cántaros se les colocaba un tapón de corcho o madera. 



Conocemos la identidad de una de las mujeres que aparece en la fotografía: Encarna Jiménez Guerrero “La Montaña”, aguadora de la familia Arrebola Nacle, que vivían la Calle Camino de Vélez, donde regentaba una farmacia. Al igual que Encarna “La Montaña”, otras mujeres del pueblo se ganaban la vida de esta manera, aunque no era privativo de ellas, también lo hacían niños y hombres. Otra forma de acarrear agua era en bestias, mayoritariamente burros o mulos, en aguaderas y serones, o en carrillos. En las casas había grandes tinajas que necesitaban muchos cántaros para llenarse, junto a ellas solía haber un jarrillo de lata o un cachucho para sacar el agua. En las viviendas de las personas más pudientes, para las que trabajaban las aguadoras, había cuarto de baño, cocina y pila para lavar con su instalación de agua correspondiente, que se abastecían de grandes depósitos situados en lugares altos para que el líquido elemento llegará con fuerza, necesitándose muchísimos cántaros para poder llenarlos. 


Dolores Rodríguez, la segunda por la izquierda, muchachas con su cantaro posado en el cuadrí a por agua a la fuente.

El ir por agua a La Fuente, en todos los rincones de España, dio lugar a coplillas. He aquí una muestra de las mismas: 

Vas a La Fuente por agua
y no llevas compañera.
¿Quieres que yo te acompañe?
¡Rosa de primavera! 

No te figures que voy
por ti a La Fuente a beber;
no voy por ti ni por nadie
que voy porque tengo sed. 

Niña si quieres casarte, 
no molestes a San Antonio, 
ve a La Fuente por agua 
y allí encontrarás novio. 


A La Fuente voy y bebo 
y el agua no la aminoro, 
lo que hago es aumentarla 
con las lágrimas que lloro. 


Allí arribita, arribita, 
esta La Fuente de Oro, 
donde lavan las mocitas 
los pañuelos de los novios. 


Fui a La Fuente a beber 
y en la pila me encontré: 
un cuerpo hermoso y salado 
que se llama Isabel. 

Ya no va la Carmen por agua a La Fuente, 
le han metido en casa el agua corriente. 
Se ha convertido en una señorona 
y ahora quiere moza y una lavadora.


Los habitantes de Periana reclamaban que el pueblo tuviese agua corriente en las casas, las autoridades locales no eran ajenas a ello, pero este fue un asunto que, por una u otra causa, siempre estuvo gafado. Las primeras gestiones para conseguirlo datan de finales de los años cuarenta del pasado siglo. En las visitas que las autoridades civiles, militares y eclesiásticas realizaban al pueblo siempre salía el tema a relucir. Don José Núñez Moreno, el perianense que, en nuestra corta historia, más ha hecho por su pueblo y sus paisanos, movía sus muchas influencias en Madrid, pero hubo que esperar hasta el año 1957 para que el abastecimiento de agua a Periana, comenzase a andar de manera oficial. Siendo esta su cronología: 

JUEVES 14 DE MARZO DE 1957 

La Diputación Provincial de Málaga hizo público el siguiente edicto. 

De conformidad con lo que preceptúa el Art. 24 del vigente Reglamento de Contratación de las Corporaciones Locales de 9 de enero de 1953, y sin prejuicio de anunciar las subastas de las respectivas obras cuando así convenga a los intereses de esta Excelentísima Diputación Provincial, por el presente se exponen al público, durante el plazo de ocho días hábiles, a efectos de oír reclamaciones, los pliegos de condiciones y proyectos para la realización de la obra que a continuación se menciona, perteneciente al Plan de Cooperación Provincial del bienio 1954-55, la que se realizará por el procedimiento de concurso-subasta o concierto directo, según la cuantía de la mismas. 

Municipio y obra. Periana. Abastecimiento de aguas. 

Importe Proyecto 639.337´89 pesetas 

Subvención Diputación 127.867´57 pesetas 

Aumento del 20´75 % 26.532´52 

MIÉRCOLES 16 DE JULIO DE 1958 

El Consejo de Ministro concedió al Ayuntamiento de Periana 880.368´28 pesetas para abastecimiento de agua y 128.752´23 para electrificación. 

MARTES 30 DE SEPTIEMBRE DE 1958 

La Comisión Provincial de Servicios Técnicos, dependiente del gobierno civil de la provincia de Málaga, sacó a pública subasta las obras de abastecimiento y distribución de agua en Periana por un importe de 978.186´97 pesetas y un plazo de ejecución de 12 meses. 

SÁBADO 29 DE NOVIEMBRE DE 1958 

Las obras de abastecimiento a Periana volvieron a salir a subasta al no haberse presentado ninguna proposición en la anterior convocatoria. Las condiciones eran las mismas. 

LUNES 29 DE DICIEMBRE DE 1958 

Bajo la presidencia del gobernador civil interino, José Marqués, se reunió la Permanente de la Comisión Provincial de Servicios Técnicos, acto al que asistieron los vocales de la misma. En ella se adoptó el acuerdo de adjudicar con carácter definitivo al Ayuntamiento de Periana, en 978.186´97 pesetas, las obras de abastecimiento de agua al pueblo. 

Aunque salieron dos veces a subasta, ninguna empresa constructora se interesó por ellas, siendo adjudicas al Ayuntamiento de Periana que regía Pedro Arrebola Larrubia. Estas obras pasaron por numerosas vicisitudes, en función de las disponibilidades económicas del consistorio, siendo su coste muy superior a lo presupuestado. He preguntado, buscado y rebuscado en todos los lugares posibles, la fecha de inauguración de la misma y no he podido averiguarla. Cosa rara, cuando en aquellos tiempos, cercano el 18 de julio, los jerarcas del Movimiento se desplazaban a los pueblos para inaugurar todo tipo de obras por muy pequeñas que fuesen. La no inauguración oficial del abastecimiento de agua a Periana, puede deberse a que se realizó por fases o zonas, transcurriendo entre la primera (La Lomilleja) y la última (El Barrihumo) bastante tiempo, datando la primera del año 1961. 

El progreso que llevaba consigo bienestar para todos, trajo perjuicio para unos pocos: todas las personas que ganaban algún dinerillo acarreando agua a casas ajenas, se quedaron sin trabajo. También se vieron afectadas las lavanderas, al ser sustituidas por lavadoras. Este electrodoméstico era un objeto de superlujo, que no estaba al alcance de cualquiera. En el año 1970, el salario mínimo interprofesional era de 120 pesetas diarias, 3.600 pesetas al mes, y una lavadora automática, costaba 30.000 pesetas. 

Las autoridades locales eran conscientes de que no todo el mundo tenía recursos económicos para meter el agua en sus casas y pagar las cuotas correspondientes por el suministro. Teniendo en cuenta esta circunstancia, con muy buen criterio, acordaron que la llegada del agua a las diversas zonas del pueblo, llevara consigo la instalación de fuentes públicas en las mismas. En la actualidad, creo que todos los hogares de Periana disponen de agua corriente, pero algunos tardaron mucho tiempo en tenerla. Mi familia emigró a Málaga en el año 1970 y en mi casa, situada en el número 7 de la calle de Las Monjas, no había agua corriente. La cercanía al lavadero de Las Pilas, puede que influyera en ello. 

JOSÉ MANUEL FRÍAS RAYA 

Foto enviada por Ana Belén Verdugo Molina (su abuela) a la cual agradezco su colaboración en esta página.

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