domingo, 30 de agosto de 2020

Almudena Martín, la empresaria que vive en un olivar de montaña en la Alta Axarquía.


www.diariosur.es - 30/08/2020
JAVIER ALMELLONES
No hay nada ni nadie que la saque de allí. Hace catorce años que Almudena decidió que su presente y su futuro estaban en el Cortijo Las Monjas, el mismo que vio nacer a su madre y que hoy es uno de los complejos rurales más veteranos de la Alta Axarquía.
Allí, entre un olivar de montaña ecológico, no sólo gestiona este conjunto de apartamentos, estudios y habitaciones sino que tiene su propio hogar. Almudena Martín decidió en 2006, con tan sólo 24 años, que tenía que echar una mano al negocio familiar que inauguraron sus padres a principios de esa década.
Lo que no sabía Almudena es que pronto se convertiría en su «medio de vida» gracias a un proyecto que sin ella no se puede entender. El visionario fue su padre, quien en el año 97, junto al resto de la familia, decidió emprender con un alojamiento rural en el corazón de un cortijo de Periana con mucha historia, que está rodeado de un espectacular olivar de la variedad verdial, el famoso 'oro líquido' de la Alta Axarquía.
Con el apoyo de sus padres y de su hermano Nacho, Almudena fue poco a poco cogiendo las riendas de su destino personal y profesional. Además del complejo rural, que tiene ocho estancias y una capacidad para dieciséis personas, esta joven empresaria, también es la responsable de aprovechar el mar de olivos que le rodea para que se convierta en aceite de oliva virgen extra.
Hace seis años convenció a su padre para pasar el cultivo a ecológico. «Al principio, él no quería, pero ahora es el que está más contento», explica Almudena. De esta forma, a través de la cooperativa de San Isidro de Periana, de allí sale un zumo de aceitunas orgánico cada otoño. Y así el olivar sirve para complementar la línea de negocios del Cortijo Las Monjas.
Reconoce que, en alguna ocasión, ha tenido sensación de «hartazgo» por las circunstancias. «Me he visto de noche llevando sola las aceitunas recogidas a una almazara en Casabermeja», apunta. Pero, a pesar de todo, Almudena no está dispuesta a cambiar el Cortijo Las Monjas por nada: «Me compensa poder desayunar al aire libre, las vistas a a la montaña o el silencio, entre otras muchas cosas», comenta.
En este sentido, no echa de menos para nada la vida en la ciudad. Porque sus primeros años los pasó en Fuengirola, junto a sus padres y su hermano. Eso sí, cada fin de semana y en vacaciones, tocaba ir al Cortijo Las Monjas, que, por aquel entonces, apenas se sostenía en pie.
Hoy desde Fuengirola hasta allí apenas hay poco más de una hora por carretera, pero cuando Almudena era una niña, era casi el triple. «No nos importaba, siempre estábamos contentos por venir», explica. Ahora tiene a Vélez y a Málaga a menos de una hora. Con eso le basta para ir ocasionalmente.
El confinamiento fue un duro varapalo para el alojamiento turístico, aunque esta joven empresaria dice que le vino bien para «reforzar lo que ya sentía, que donde se vive mejor es en el campo».
Tras sus estudios de secundaria, Almudena se sacó el grado de Administración y Dirección de Empresas, lo que, sin duda, le vino muy bien para la gestión del Cortijo Las Monjas. De hecho, ella ha hecho todo lo posible para mejorar los resultados año a año.
Por un lado, trabaja con el mercado nacional, que suele ser el que aprovecha más el verano y otras fechas. Por otro, con los turistas extranjeros intenta romper la tan temida estacionalidad, uno de los azotes del sector.
También ha incorporado nuevos complementos al negocio, como una sala de yoga, que ella misma practica. De hecho, lo ha introducido en su vida cotidiana en lugar de la danza oriental, que antes era una de sus grandes aficiones: «Ahora sólo bailo en la intimidad».
Almudena también tiene sueños realizables, como que los jóvenes de Periana y otros municipio del entorno no vean como única salida para progresar irse del pueblo. «Que se preparen y estudien, pero que vuelvan después a desarrollar sus proyectos aquí», pide. Lo dice ella que, además de un grado universitario, hizo un máster en Gestión de Empresas Constructoras.
También hay otro anhelo en su horizonte, que su querida Axarquía se convierta en un destino ecológico. «Ojalá que vengan los turistas atraídos por una economía sostenible», comenta. El pasado mes de enero, después de catorce años sin vacaciones, Almudena decidió irse de viaje. Eligió Hong Kong y allí se familiarizó con las mascarillas. Lo que no sospechaba es que meses después en su querida Axarquía tendría que usarla también.

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