lunes, 20 de enero de 2025

Esther de Prado Francia gana la XIII edición del Concurso Literario Nacional "Villa de Periana" con su relato "Viaje en tren" año 2004.


VIAJE EN TREN por Esther de Prado Francia.

Soy Elena, soy Elena Martín Gutiérrez. Soy alta, mido casi 1,80; soy flaca y desgarbada. Soy una persona de 26 años, una considerable edad o eso dicen. Soy la hermana pequeña de Teresa, la hija de Ángel y Amparo, la que estudió Derecho en Zaragoza. Otras veces soy la rubia de pelo corto, la amiga de Raquel, la que salió con Rubén, la que vive en el 4º E, la que haber cuando se casa, la que no cantaba mal, la que sacaba buenas notas en el colegio, la que se rompió la pierna en navidad esquiando.

En mi casa soy desordenada, irónica y, despistada. En la facultad era la empollona, la perfeccionista, la aplicada; para Adela era la persona menos romántica del mundo, para Cristina blanca como la mantequilla, para otros soy sincera, hipócrita, rebelde, orgullosa, razonable, sentimental, uraña, alegre, pesimista, optimista, realista, baga, eficaz. En mi pueblo aún soy la nieta de Matías, el conserje del Ayuntamiento.

No sé que más cosas soy, no sé si alguna de estas sirve para reflejarme, o tal vez todas superpuestas. Quizá soy complicada… o quizá soy vulgar, como el resto del mundo. Ahora soy la que viaja en tren, de Alicante a Zaragoza, la que viene del entierro de su madre. La que ocupa el asiento 23 ventanilla, del coche 16, la que va por la página 54 de un Best Seller que compró en la estación; una cara aburrida, poco llamativa, una cara más ocupando un asiento más.

Tengo frío, tengo catarro, no tengo ganas de llegar ni de seguir viajando. No tengo madre. No tengo padre.

Me duele la cabeza, quizá también tenga fiebre. Son las 18:15 a las 20:03 llego a Zaragoza. En cuanto llegue entro a trabajar, a esa hora así de rara. Es imprescindible resolver unos trámites para un juicio que hay mañana. Mi jefe está nervioso. Dice que no me puedo retrasar, asunto de vida o muerte, según él.

Tal vez debería de haber dicho en el bufete que ha muerto mi madre. No, Irene no, Javier tampoco. Creo que nadie sabía si tengo padres o no, dentro de un mes quizás Irene me lo pregunte y diré “mi madre murió” y ya no importará cuándo fue, si sucedió cuando yo aún gateaba o si murió hará un mes, después de dos años de cáncer. Murió, diré, y eso ya suena a pasado. Lo pasado, pasado está, no sirve para nada. Murió. Hace diez años o hace un mes o ayer por la tarde. Qué mas da.

En el vagón debe de oler mal. No lo sé con certeza porque llevo rato aquí dentro, pero si pudiera sacar la nariz al aire del 8 de enero seguramente después me olería a tren de tercera, a bocadillo de tortilla, a sudor, calefacción, polvo, colonia barata, a mucha gente malhumorada junta.

Frente a mí un chico de unos veinte años, moreno, con gafas de pasta negra y el pelo engominado subraya un libro de Derecho Mercantil. Yo fui ese chico hace no demasiado, estudiando la víspera en los trenes. A su lado una chica duerme con la boca abierta. Me entretengo en contar los pendientes que lleva. Mas o menos cuando tenía su edad me hice dos agujeros en la oreja izquierda. Mamá se puso histérica. Cinco de aro en la oreja derecha, uno negro en la nariz (a juego con las gafas del chico), un brillante en la ceja, una bolita de metal en el labio superior. No veo la oreja izquierda porque duerme de ese lado y la tiene apoyada en el brazo. No pegan ni con cola, pero el chico la ha mirado como si fuera su novia. Espero que no sea un psicópata.

Son las seis y media. Llegamos a una estación. No la reconozco. El estudiante se pega al cristal. Mira su reloj, mira a la chica, le dice Virginia, esto va con retraso, media hora por lo menos. Virginia se despierta. Solo tiene un pendiente en la oreja izquierda. Asiente medio dormida y cambia de postura, ahora no veo los cinco pendientes de la oreja derecha.

Página 54, abro el best seller.

“Ese día, Frank llegó el primero a casa. La puerta estaba cerrada con dos vueltas pero aún así gritó hola al entrar. Era una especie de ritual que venía de un par de años atrás. Fue una noche, a la salida del cine. Rose y él salían de ver una película de miedo y Rose estaba aterrorizada al entrar. Fue gritando hola por todas las habitaciones, hasta que se convenció de que nadie le aguardaba con un cuchillo detrás de una puerta. Puso en marcha el contestador, no tenía mensajes. Se aflojó la corbata y se quitó los zapatos sin desabrochar los cordones. Volvió a la cocina y abrió la nevera. Pensaba cocinar un consomé y un par de tortillas francesas para cuando volviera Rose”.

Mamá me hacía tortillas francesas cuando de pequeña tenía gripe.

No, no, no puedo haber cogido gripe. Me espera una semana de mucho trabajo, y tal y como va últimamente el bufete, a muerte por conseguir el ascenso… He oído rumores que me colocan en buena posición. Tengo que llamar al jefe para decirle que voy con media hora de retraso, que no voy a llegar a tiempo. Se lo va a tomar fatal. Mis rivales se frotarán las manos y empezarán a referir cosas; yo no puedo encargarme de eso, Elena ya tiene bastante trabajo acumulado…

Cambio de postura y marco el número del despacho. No cogen. Marco el número del móvil del jefe.

- ¿Sí?

- ¿Miguel?

- ¿Sí?

Soy Elena. Voy en tren, pero llega con retraso, no voy a ser puntual. De todas maneras, en cuanto llegue cojo un taxi y en cinco minutos estoy en el despacho.

- ¿Qué? Casi no te oigo. ¿Dónde estás?

- En el tren, digo que llegaré un poco más tarde porque esto lleva retraso.

- ¿Qué?

Que no voy a lle…

- Ya te he oído. No puedes llegar más tarde, apáñatelas como puedas porque tienes que estar aquí a las ocho en punto.

- Te repito que esto lleva retraso.

- Me da igual que lleve retraso.

- Pero es que no podré estar allí, ¿me entiendes? ¿Miguel? ¿Miguel?

Se ha cortado o me ha colgado. Mierda. No llegaré. Me encuentro mal. Me toco la frente pero no sé si tengo fiebre. Así me la tocaba mamá, si estaba enferma notaba como un escalofrío, su mano helada y mi cara ardiendo de gripe. Pero ahora no noto nada.

“¿Has hecho ya la compra? Falta queso y jamón york. Si no, no puedo hacer los bocadillos mañana. Rose parecía enfadada o cansada o tal vez las dos cosas. Se acercó hasta la ventana…”. ¿A qué viene esto? No me suena. Estoy en la página 59. Debo haber pasado páginas sin enterarme. Vuelvo a la 54 y doblo la esquina. Ya seguiré en el próximo viaje en tren. El dolor de cabeza no me deja concentrarme. Estoy nerviosa por el retraso. Y harta porque tengo más frío. En realidad no es para tanto. Tengo 26 años, soy joven. ¿Por qué pienso esto?

Miro por la ventana, estamos pasando por un túnel. No distingo nada más que el reflejo de los pasajeros del otro lado del pasillo. Hay un hombre que hasta ahora no había visto. Parece atractivo. Tiene un jersey gris de cuello alto. Me fijo unos segundos en el novio de Virginia, que sigue pegado a la ventanilla (¿llevará así desde la última estación? ¿cuándo tendrá el examen de Mercantil?). Me hago la despistada y miro otra vez al hombre del jersey gris. Está apuntando algo en una agenda. Tiene calor, va remangado. Debe haber notado que le miraba, porque levanta la cabeza. Nos miramos un segundo. Los ojos parecen grises, pero quizá sea por el jersey: también pueden ser verdes o azules. ¿Cómo era lo que cantaba mamá? Ojos verdes son traidores…, así empezaba la canción, pero no recuerdo más.

Vuelvo a mirar al chico de enfrente, que ahora subraya el libro de texto. Y de nuevo por la ventana, mientras reprimo un bostezo.

Teresa. Mi única hermana. Apenas he pensado en ella en un año… sufriría si le pasara algo malo, pero… apenas nos conocemos, o sí, pero nunca hemos confiado mucho la una en la otra. Lo he pensado en el entierro. Estábamos una al lado de otra, distantes de los demás, sin padres, ni abuelos, ni tíos. Teresa y yo, ahora las dos mayores. Allí solas y sin decirnos nada. Teresa es llorona, siempre lo fue, pero ya nunca llora si estoy yo delante. Ella y su marido me acompañaron a la estación. Me dio dos besos, ni siquiera nos abrazamos. Fue una despedida fría como una estación de tren en enero. Ojalá me tuviera rencor, pero no es eso. Me tiene indiferencia, hace mucho como si no le importara. ¿Es eso, realmente? No lo sé.

El tren llega a alguna ciudad, hay más luz fuera. Durante unos kilómetros la autopista está trazada en paralelo a la vía. Veo desde cerca los coches a los que adelantamos. Uno blanco, matrícula de Zaragoza, ocupado por una mujer. Conduce concentrada, mirando al frente. Más adelante, un Mercedes oscuro, matrícula de Madrid. El conductor va sonriendo. A su lado una mujer duerme tapada hasta el cuello con una manta. Detrás de ella una niña rubia mira por la ventana y saluda al tren, luego llama la atención de sus padres. Su madre se despierta. Entonces la carretera se eleva o la vía desciende, un terraplén en medio me impide seguir viéndolos.

De pequeña me gustaba viajar de noche. Jugábamos a acertar las provincias a las que pertenecían los coches. A, es Alicante; V, Valencia; CS, Castellón… ¿cuándo llegamos?… En seguida, en seguida… Teresa se mareaba cada dos por tres: papá no sabía cómo conducir para que no vomitara, mamá se inventaba juegos para distraerla… mi niña, si ya llegamos. Respira hondo, Elena, haz el favor de bajar la ventanilla para que respire aunque tengas un poco de frío… Como en casa, como siempre: papá y yo; mamá y ella. Papá enseñándome carreteras, atajos, rutas de montaña; me llevaba al fútbol y a pescar. Mamá cantando y peinando a Teresa, cosiendo vestidos para sus muñecas.

¿Cuánto tiempo hace de esto? ¿Ha pasado alguna vez?.

El tren ahora va más despacio, el chico de en frente se ha puesto de pié y recoge rápidamente. Sacude a Virginia.

- Vir, venga, que no lleva retraso, que ya llegamos. ¡Virginia!

Virginia tarda unos segundos en espabilar, se restriega los ojos, se pone en pié y coge del altillo una bolsa roja de deporte.

Miro al tipo del jersey gris que ahora se baja las mangas. No me importaría que me abrazara, sino fuera a preguntar cómo te llamas o cuántos años tienes. Si solo me abrazara, y Virginia y su novio no miraran al pasar, como yo a la familia del coche. Y luego bajarnos cada uno en una estación.

¿Por qué pienso tonterías?

El tren arranca despacio, despacio. En la estación, Virginia besa a una señora de mediana edad. Tienen el pelo del mismo color, castaño rojizo. Su novio estrecha la mano de un hombre alto y serio. Parece una bienvenida tan seca como mi despedida. Cualquiera sabe qué historia tendrán esos dos.

Cuando papá murió tardé en volver a casa. Teresa nunca me preguntaba nada; para ella soy solo esa parte que aparento: irónica y práctica y eficaz. Pero tendría que haber sabido que yo también soy la hija de Ángel y Amparo, la nieta de Matías el conserje, que yo también lloro, vomito y tengo fiebre, y que ella es mi hermana mayor. Después fui yo quien la dejó sola, periodos largos entre visitas de no me siento porque tengo prisa.

Queda media hora para llegar y no, el tren no lleva retraso. Pero creo que voy a llamar a Miguel y a inventarme que no me da tiempo y que estoy enferma, con 40 de fiebre. Que se las apañen sin mí. Y después de llamar a Miguel llamaré a Teresa, aunque no sé qué le voy a decir, ni si, tan tarde, servirá de algo.


Premio de Relatos (para menores de 30 años) Villa de Periana, 2004.

sábado, 18 de enero de 2025

MERCEDES ARIZA PRESENTA EN PERIANA SU LIBRO TITULADO "MI LAGARTIJA".

 











17/01/2025 - Hoy ha tenido lugar en la Biblioteca Municipal de Periana la presentación del libro titulado "Mi lagartija" de la autora Mercedes Ariza a las 19:00 horas.

Presentada por el poeta Rafael Núñez Rodríguez en donde establecieron un coloquio en donde pudieron hacer un repaso a este testimonio sincero y lleno de amor, los relatos son personales y pueden llegar a ser recursos muy útiles.

Mercedes comparte su experiencia con la esperanza de aclarar dudas y responder a preguntas que otros padres puedan tener sobre la transexualidad de sus hijos.

Finalmente los asistentes pudieron realizar preguntas a la autora.

MERCEDES ARIZA:

Nacida en 1974 en Vélez-Málaga, cuna de artistas, siempre ha sentido una profunda pasión por los libros y la literatura. Su amor por las letras quizás se originó en su juventud, cuando trabajaba en la imprenta de su padre, una experiencia que impregnó sus sentidos con el olor a tinta y gasolina, dejándole una huella imborrable. 

Con el tiempo, su vida tomó otros rumbos, alejándola de las letras y llevándola a trabajar en un hipermercado, donde ha desempeñado diversas funciones durante más de 20 años. Como esposa, madre e hija, ha dedicado gran parte de su vida al cuidado de su familia, mientras escribía fragmentos de historias que guardaba celosamente, siempre en busca de lecturas amenas y dinámicas, con una especial predilección por los libros de no ficción. 

A los 46 años, decidió aceptar el reto personal de escribir y publicar un libro. Su primer proyecto, una historia de ficción, vio la luz en enero de 2021 y fue recibido con gran entusiasmo por su entorno. Este éxito la motivó a autopublicar su segundo trabajo en el mismo año, esta vez en el género de fantasía. 

Desde entonces, ha estado trabajando en la creación de este nuevo libro, donde nos ofrece un registro completamente diferente a sus anteriores obras. En esta obra, comparte sus emociones de manera más íntima y personal, relatando las experiencias reales de su familia y destacando con cariño y detalle la transición de su hijo.

viernes, 17 de enero de 2025

FOTO PARA EL RECUERDO, ROMERÍA DE SAN ISIDRO LABRADOR AÑO 1968.


 

Esta estampa es sin duda una imagen que arrastra una historia de nuestro pueblo, unos recuerdos imborrables para quienes vivieron y disfrutaron de nuestra romería de antaño cuando su emplazamiento estaba situado en Zapata. 

Durante las fiestas patronales de San Isidro Labrador, el último día era para disfrutarlo en el campo.

Un picnic, familiares y amigos era más que suficiente para pasar una jornada fantástica.

Esta imagen es el testimonio vivo de ese día, 15 de mayo de 1968, un recuerdo que seguirá vivo y que perdurará con el paso de los años en la historia de nuestro pueblo.

jueves, 16 de enero de 2025

Inauguración del nuevo Ayuntamiento de Periana siendo alcalde Rafael Zorrilla Moreno.

Los medios de comunicación junto con todos los representantes políticos que formaban parte de aquella época acudieron a la inauguración del nuevo Ayuntamiento de Periana cuyo alcalde era Rafael Zorrilla. Si no recuerdo mal las obras comenzaron en el año 1992.

Tras acabar las obras, por fin, abriría las puertas a los vecinos de Periana el 20 de mayo de 1999.

Las autoridades, junto con todo el mundo que se acercó al Ayuntamiento pudo contemplar las dependencias justo como las vemos en estas imágenes tomadas minutos antes.

El Ayuntamiento de Periana por su situación posee unas de las mejores vistas de Periana ya que está ubicado en la Plaza de Andalucía, mirador de la Axarquía.


La prensa de aquellos años recogió el evento con la siguiente descripción.

Inaugurado el nuevo Ayuntamiento.
Los vecinos de Periana quisieron arropar ayer con su presencia la inauguración del nuevo Ayuntamiento, acto al que también asistieron el delegado del Gobierno de la Junta de Andalucía, Luciano Alonso, y el diputado responsable de la comarca de la Axarquía, José Manuel Atencia. El alcalde de la localidad, Rafael Zorrilla Moreno (PSOE), que ha decidido poner fin a su trayectoria política y no concurre a las elecciones municipales del 13 de junio, se mostró visiblemente emocionado. "Me voy orgulloso de haber conseguido dejar a Periana unas instalaciones modernas y dignas para los trabajadores, donde se pueden presentar buenos servicios a los ciudadanos", dijo M.O.

Además la corporación posó ante los medios de comunicación y a continuación os muestro una pequeña representación de las mismas.









Navarro se reúne en Mancomunidad con los alcaldes afectados por la DANA.




16/01/2025 - www.axarquiaplus.es
Navarro agradece que los responsables municipales manifiesten su voluntad a despejar y proteger el cauce de los ríos de cara a futuras inundaciones

La delegada del Gobierno andaluz, Patricia Navarro, ha mantenido hoy una reunión con los alcaldes de los municipios de la Axarquía más afectados por las DANAS, a los que ha informado de los avances y la tramitación en los arreglos de infraestructuras rurales, viarias, educativas y de cauces, fundamentalmente. En la reunión han participado también el delegado territorial de Agricultura, Pesca, Agua y Desarrollo Rural, Fernando Fernández Tapia-Ruano, y el presidente de la Mancomunidad de Municipios de la Axarquía, Jorge Martín.

En su intervención, la delegada del Gobierno ha indicado que de esos más de 100 millones -casi 110 millones- la Consejería de Justicia, Administración Pública y Administración Local ha destinado 20 millones para los Ayuntamientos para reponer y reparar todas aquellas instalaciones y equipamientos municipales que se hayan visto afectados que, en el caso de la provincia de Málaga, “han solicitado estas ayudas un total de 39 municipios afectados por la primera DANA y 55 de la segunda”.

En previsión de que dicha tramitación ordinaria de las ayudas pudiera ser demasiado larga para que los ayuntamientos pudieran hacer frente a esos daños que necesitaban arreglar con inmediatez, el Gobierno andaluz articuló las navidades pasadas un mecanismo de anticipo, que “han solicitado en la provincia de Málaga un total de 20 municipios afectados por la primera DANA y 38 afectados por la segunda”. La delegada ha explicado que los Ayuntamientos que no solicitaron el anticipo siguen con la tramitación ordinaria “y recibirán igualmente las ayudas que han solicitado”.

Navarro ha destacado hoy que la provincia de Málaga recibirá cerca de 50 millones en ayudas dirigidas a aquellos municipios que sufrieron daños y afectaciones tras el paso de las dos DANAS (finales de octubre y principios de noviembre de 2024). Navarro ha puesto en valor “la diligencia” de la Junta de Andalucía para movilizar más de 100 millones de euros en ayudas económicas, una cifra inicial que podría incrementarse.

Agricultura moviliza 75 millones inicialmente

De esos cerca de 110 millones de euros en ayudas, el mayor montante corresponde a la Consejería de Agricultura, Pesca, Agua y Desarrollo Rural, que ha destinado inicialmente 75 millones de euros, cantidad que se prevé que pueda verse incrementada tras la reprogramación de los fondos europeos.

Así, la delegada ha detallado que 55 millones irán destinados a ayudas directas al sector del campo, explotaciones agrícolas y ganaderas que se hayan visto afectadas por fenómenos meteorológicos adversos, y que en este caso no son solo las DANAS, sino también la sequía. Tras el visto bueno del Parlamento Europeo de la Medida 23 del Plan de Desarrollo Rural de Andalucía, el Gobierno andaluz está reprogramando dichos fondos europeos no comprometidos para, posteriormente, trasladar al sector agrícola y ganadero.

La delegada del Gobierno ha detallado que “en Málaga estimamos que se han podido ver afectadas más de 7.500 hectáreas, lo que supone el 50% de la superficie dañada en toda Andalucía”, al tiempo que ha recordado que para poder acceder a estas ayudas directas, los agricultores y ganaderos deben acreditar haber sufrido pérdidas por encima del 30% de su potencial productivo.

Asimismo, otros 10 millones de euros van a ir destinados al arreglo de caminos rurales: “Ahora mismo tenemos ejecutándose las obras en caminos rurales de aquellos municipios afectados por la primera DANA, y está en trámite la convocatoria para que puedan acceder los ayuntamientos que tengan caminos y carriles afectados por la segunda DANA”, ha explicado Patricia Navarro.
En total ya hay adjudicados 3 millones de euros para un total de 90 actuaciones en una quincena de municipios cuyos caminos rurales sufrieron afectaciones durante la DANA de finales de octubre.

Navarro ha incidido en la partida destinada a las actuaciones de emergencia para reparar daños y acondicionar los cauces que se vieron afectados por las dos DANAS consecutivas. Para toda Andalucía la Consejería tiene previsto una inversión de 10 millones de euros que, en el caso de Málaga, ya se han adjudicado 8,36 millones de euros distribuidos en siete lotes.

El primer lote para Álora, Antequera y Valle de Abdalajís; el segundo lote para Cártama y Pizarra; el tercer lote para Alhaurín de la Torre, Almogía, Casabermeja y Málaga; el lote cuatro para Almargen, Ardales, Cañete la Real, Campillos y Teba; el lote cinco para Carratraca, Casarabonela, Coín, Guaro y Tolox; el sexto lote para Alfarnate, Alfarnatejo, Algarrobo, Benamargosa, Benamocarra, Comares, Cútar, Riogordo, Vélez-Málaga y Viñuela; y el último lote para Benalauría, Benadalid, gaucín, Jimera de Líbar, Cortes de la frontera y Casares.

La delegada del Gobierno ha destacado que “en algunos casos los cauces han subido por sedimentos y acumulación de malezas, escombros y residuos, y aquí en la Axarquía incluso han subido más de 2 metros de sus niveles de altura habitual y por lo tanto hay que hacer una gran labor de restauración de esos cauces, que ya se está ejecutando en muchos casos y que se prolongará en estos próximos meses”.

También ha resaltado las actuaciones en carreteras, con 11 millones de euros previstos de inversión en Andalucía, de los cuales 4,5 millones son para la provincia de Málaga, mencionando por ejemplo, que ya se está actuando en la A-7207, Canillas de Albaida-Torrox, donde hubo un desprendimiento que obligó al corte total de esa carretera, con un 25% ya de la obra ejecutada.
Por último, ha recordado que “hay una parte importante de arreglos en centros educativos, a los que se ha destinado un total de dos millones de euros para toda Andalucía, de los cuales tenemos más del 25% de estas ayudas en la provincia de Málaga, con casi 700.000 euros y 40 actuaciones que ya se están llevando a cabo o están a punto de empezar”.


Protección del dominio público hidráulico

La delegada del Gobierno ha señalado que la reunión ha dado a los alcaldes “tranquilidad y certidumbre” sobre la tramitación de las ayudas, pero además Navarro se ha mostrado satisfecha por el compromiso de los alcaldes para despejar y proteger el dominio público hidráulico en sus zonas urbanas frente a futuras inundaciones. “Nos han transmitido hoy su voluntad de ir progresivamente acometiendo todas esas medidas que permitan la protección del dominio público hidráulico para evitar daños mayores en posibles episodios que se puedan dar de lluvias torrenciales que traigan como consecuencia inundaciones y avenidas en sus términos municipales”.

En este sentido, ha destacado que “se trata de una muestra de responsabilidad y de cooperación leal de los ayuntamientos de esta comarca con la Junta de Andalucía. En este tema hay una confluencia de competencias y también de responsabilidad en la que tiene que haber mucho entendimiento por parte de las dos administraciones a la hora de abordar el futuro”.
Por ello, Navarro ha incidido en que “no podemos más que mostrar nuestra satisfacción al respecto porque vemos que el conjunto de los responsables municipales está muy concienciado con ese futuro que pasa por liberar el cauce de ríos y arroyos y liberar el dominio público hidráulico de obstáculos que puedan tener como consecuencia momentos de inundaciones y avenidas, con daños no sólo materiales sino incluso humanos”.

La Junta estará vigilante para que se cumplan los acuerdos del sector de la pesca de arrastre

Por otra parte, la delegada del Gobierno ha valorado ante los medios de comunicación la reunión que las comunidades autónomas mantuvieron ayer con el ministro de Agricultura sobre el sector de la pesca de arrastre, afirmando que la Junta de Andalucía “estará muy vigilante” para que se cumplan los acuerdos alcanzados y también los compromisos adquiridos por el Gobierno de España.
Patricia Navarro ha incidido en que se trata de un sector “muy importante para nosotros, al que vamos a seguir defendiendo con uñas y dientes, y no nos vamos a conformar ni vamos a consentir ninguna estrategia por parte de ninguna institución competente, ya sea el Gobierno de España o la Unión Europea, que pase por el desmantelamiento de este sector estratégico para nuestra economía”.
Igualmente, ha reiterado que “tampoco vamos a consentir que a determinados ámbitos de la pesca, como pueden ser los que se dedican al arrastre, se les criminalice y se les achaque todos los males por los que puedan pasar los caladeros o el estado de nuestros fondos marinos”.

La delegada ha insistido en las demandas que desde Andalucía han trasladado al Ministerio y que pasan “por dedicar más fondos europeos a las nuevas necesidades que tiene el sector y que vienen derivadas muchas de ellas de las medidas que va a adoptar la Unión Europea. Andalucía necesita 73 millones de euros más para atender esas nuevas demandas del sector, añadido a los 80 millones que ya están justificados de los 152 millones que ha recibido hasta el momento”.
“Solo para financiar las paradas temporales, Andalucía necesita 17 millones hasta 2027, porque se prevé además que va a sufrir un 20% de pérdida sobre lo que actualmente suponía su producción”, ha dicho Navarro.

Igualmente, ha informado de que “hemos pedido y el Ministerio se ha comprometido a tenerlo muy en cuenta, la singularidad de la pesca de arrastre en el Mediterráneo y que se activen las compensaciones necesarias ante las pérdidas de ingresos por la obligación de cambiar las mallas para cumplir con los requisitos de la Unión Europea. También hemos pedido ayudas para la flota andaluza, para que pueda financiar el 100% de la instalación de las puertas voladoras, así como nuevas ayudas para llevar a cabo un plan de renovación de nuestra flota”.

La delegada ha reclamado además la convocatoria de la Conferencia Sectorial de Pesca para que “se fijen las reglas del juego y el sector sepa a que atenerse” desde principios de año, al mismo tiempo que ha pedido la modificación del reglamento que regula también el plan plurianual del Mediterráneo, que es una de las reivindicaciones de las Cofradías de Pescadores de la provincia de Málaga.

Periana logra financiación para poner en valor los olivos milenarios.





16/01/2025 - www.axarquiaplus.es 
La vicepresidenta de la Mancomunidad de Municipios de la Costa del Sol Axarquía, Marilé Muñiz; la alcaldesa de Periana, Meritxel Vizuete y el concejal de Turismo, Juan Peñas, han dado a conocer los detalles del proyecto Periana 2030 para poner en valor los olivos milenarios, implementar la Agenda 2030 y promover el desarrollo sostenible entre sus habitantes

“Mi enhorabuena al Ayuntamiento de Periana por haber conseguido financiación para este proyecto tan enriquecedor y productivo, pero sobre todo, por el trabajo que habéis hecho para lograrlo: es completo, exhaustivo y sobre todo porque integra a todo el tejido social del municipio: asociaciones, empresarios, instituciones, o agentes culturales”, ha destacado la presidenta.

“Por tanto – ha continuado Muñiz – quiero felicitarlos porque este proyecto también sirve para la preservación y puesta en valor de los recursos naturales, para potenciar sus posibilidades turísticas, y por tanto, para generar riqueza en el territorio repercutiendo en la generación de empleo y mejora de la calidad de vida de sus habitantes”. “Es un ejemplo a seguir por los pequeños municipios para combatir la despoblación: generar ilusión y alternativas”, ha remarcado.

La alcaldesa, Marixell Vizuete, ha sido la encargada de presentar el proyecto ‘Periana 2030: Primer plan participativo de Desarrollo Sostenible y Turismo Sostenible. “El objetivo general de este proyecto es promover el desarrollo sostenible de Periana como herramienta para mejorar la vida de las personas y del municipio”, ha resumido la alcaldesa quien ha explicado que consta de tres actuaciones que engloban la construcción participativa del primer Plan de implementación de la Agenda 2030 de Periana; el fomento del Turismo Sostenible a través del proyecto «Olivo Milenario» y la sensibilización y educación de los habitantes de Periana en torno al significado y la importancia del desarrollo sostenible.

Vizuete ha explicado que proyecto está financiado por el Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030 que aporta 130.500 euros. “Ha sido uno de los 13 municipios españoles menores de 5.000 habitantes seleccionados en una convocatoria a la que han concurrido cerca de 400 gobiernos locales, siendo en su gran mayoría menores de 5.000 habitantes Es el único proyecto aprobado a un municipio de la provincia de Málaga”, ha resaltado la regidora quien ha lanzado una invitación a “la Mancomunidad Axarquía Costa del Sol, a los municipios que la componen, a la Diputación de Málaga, a la Junta de Andalucía, al Gobierno de España o a la Unión Europea a que participen en las distintas actividades del proyecto”.

El concejal de Turismo, Juan Peñas ha explicado que “la construcción participativa del Plan Periana 2030, primer Plan de implementación de la Agenda 2030 en el territorio, pretende dotar al municipio de una hoja de ruta de largo plazo para mejorar la vida de las personas que habitan Periana y las generaciones futuras, contemplando los componentes económico, social, medioambiental y cultural”. “Este Plan debe posicionar mejor a Periana para atraer inversión privada y captar financiación pública hacia un territorio que sabe lo que quiere y hacia donde quiere caminar”, ha afirmado.

Otro de los pilares del proyecto se asienta en el turismo sostenible a través de los olivos milenarios “una referencia en la provincia como lo es el aceite de oliva virgen extra verdial que sale de ellos”. El objetivo es difundir los valores del patrimonio cultural y natural del territorio, y a la par hacer de este recurso, una oportunidad para el fomento del turismo rural, una fuente de riqueza y mejora de vida de las personas de Periana.

“Este proyecto pretende poner en valor el olivo milenario y fomentar las rutas que promueven el desarrollo rural. Con la colaboración de cooperativas, centros educativos, medios de comunicación, asociaciones de Periana, otras empresas y otras entidades, entre ellas, entidades financieras, Periana quiere instalar un Centro de Interpretación del Olivo Milenario y organizar un Encuentro Internacional que fomente el reconocimiento de este patrimonio natural, que ayude a promover el turismo sostenible en torno a esta riqueza y que convoque a otros municipios, nacionales y extranjeros”, ha explicado.

La tercera línea de actuación va encaminada a informar y sensibilizar a la población de Periana y de la Axarquía, sobre el significado del desarrollo sostenible y la agenda 2030, una agenda universal, basada en la promoción de los derechos sociales, económicos, ambientales y culturales para mejorar la vida de las personas y del planeta.

El proyecto contempla la creación de un portal de internet y una aplicación para móviles que ayude a difundir el gran potencial del turismo sostenible a partir del Olivo Milenario, las rutas rurales y las ofertas turísticas complementarias: gastronomía, alojamiento, cultura.

Al acto también han asistido el teniente alcalde de Periana, Javier Segarra Pascual; la edil de Cultura, Gema Frías Luque junto a Antonio Zurita y Nancy Rodríguez, miembros del equipo consultor de la Cooperativa de Desarrollo Sostenible responsables de la redacción del proyecto junto al Ayuntamiento de Periana.

martes, 14 de enero de 2025

MAX SZNAIDER GANA EL XVIII CONCURSO INTERNACIONAL DE RELATO "VILLA DE PERIANA" CON SU RELATO "SOLDADITOS DE PLÁSTICO" POR SEGUNDO AÑO CONSECUTIVO.




20/11/2009 - www.infoaxarquia.es
Por segundo año consecutivo el argentino Max Sznaider ha ganado el Certamen Literario Villa de Periana. Este joven de 25 años se ha trasladado desde Buenos Aires para recoger el premio de la décimo octava edición. Es estudiante de cine en el Instituto de Arte Cinematográfico de Avellaneda y conoció el certamen a través de internet.

Los miembros del jurado han querido aclarar que el proceso de lectura y valoración de los trabajos se ha llevado a cabo sin conocer los nombres de los autores de las obras ya que van en un sobre cerrado a parte. Con lo que al no haber ningún punto en las bases que impida que la misma persona gane el premio dos veces, y ante la calidad del trabajo presentado por Sznaider, han acordado por unanimidad volver a concederle el primer premio consistente en dos mil euros.

El año anterior Max Sznaider ganó el certamen con el relato de ciencia ficción “Las artes genéticas”. Este año el joven ha dado un giro radical en su obra, con el relato “Soldaditos de plástico”, una historia que transcurre durante la última dictadura militar argentina, narrada a través de los ojos de un niño pequeño, hijo de un militar. Se trata de un contraste entre la mirada inocente de un niño y el sanguinario mundo de los adultos.

Al concurso se han presentado 20 aspirantes menores de 30 años de toda España, siendo el ganador el único concursante internacional.

Este año el premio se ha entregado en el instituto de secundaria para hacer partícipe a los alumnos de segundo de bachillerato. El alcalde, Adolfo Moreno (PSOE) ha querido agradecer el apoyo que la Diputación Provincial de Málaga que ha venido prestando al certamen durante todos estos años. “El certamen se ha hecho grande, ya es mayor de edad, y pedimos el apoyo de los sectores sociales implicados en la cultura, al igual que lo viene haciendo la Diputación. Queremos que además de por el aceite de oliva, Periana se convierta en un referente para la cultura”, ha subrayado el regidor quien ha recordado que el certamen se enmarca dentro de las actividades de la Semana Cultural.

Susana Radío, diputada de Cultura, ha insistido en la importancia de la colaboración entre las instituciones como elemento fundamental para el desarrollo de la cultura, “la cultura es la base de la igualdad entre todos los ciudadanos, también de la libertad y del avance de sociedades cada vez más democráticas. Por ello, la Diputación Provincial estará encantada de colaborar con este tipo de iniciativas siempre que se la requiera”.



SOLDADITOS DE PLÁSTICO

Me acuerdo cuando mamá entró con la bebé. Tenía los ojos grandes y un chupete que le tapaba la boca. Ya me habían avisado que iba a venir, pero yo seguía sin entender ¿Cómo podía tener una hermanita si mamá no había estado embarazada? Recién a la noche papá me explicó como era la cosa. En realidad, ellos no habían tenido a la bebé. Los papás de verdad eran otros, pero como ellos no la podían cuidar la íbamos a cuidar nosotros. Eso tenía un poco más de sentido, pero igual me parecía raro. ¿Por qué no podían cuidarla ellos? Papá me explicó que el señor y la señora habían tenido un accidente, que se habían caído de un avión al río y se habían ahogado en el agua. Eso me impresionó un poco. Por suerte me olvidé, porque en seguida me entretuve viendo a la bebé en su cuna, sonriendo y moviendo las patitas. Mamá me dijo que se llamaba Carolina.

Ese primer día me cayó muy simpática. Pero me empezó a molestar un poquito. No es que tuviera nada en contra de Carolina, pero mamá se ocupaba tanto de ella que a mí no me prestaba atención. Me molestaba sobre todo porque estábamos de vacaciones y no pasaba mucho tiempo en casa. Yo creo que papá se dio cuenta de eso, porque empezamos a jugar más seguido cuando volvía del trabajo. A él le gusta mucho el fútbol y a veces íbamos al patio a tirar penalties. Me decía que en dos años iban a hacer un mundial acá en Argentina y que él me iba a llevar a la final. Que iba a ser una fiesta, toda la gente cantando y tirando papel picado. Igual a mi mucho no me interesaba.

Lo que si me interesó fue el regalo que me trajo la semana siguiente, eran unos soldaditos de plástico de dos colores. Los buenos eran verdes los malos eran rojos. Me acuerdo que los desparramamos por todo el patio y papá me enseñó a jugar a la guerra. Él agarraba los soldados, les ponía voces graciosas y yo me mataba de risa. A los malos, les decía comunistas. Y después me explicó como hacían para esconderse y sorprender a los otros. Estrategias decía que eran. Papá siempre supo mucho de esas cosas porque trabaja en el ejercito. Pero él no usa casco como los soldados, porque se visten así cuando van a la guerra y nosotros no tenemos ninguna. Papá me explicó que todavía no van a ir a la guerra porque se tienen que ocupar de los problemas que tenemos acá. Me dijo que antes había una presidenta que era la esposa de un presidente que murió, y que ellos la tuvieron que sacar porque era una tonta y hacía todo mal. Por eso estaban ocupados.

A los pocos días se acabaron las vacaciones y volvieron las clases. Como siempre, había algunos compañeros nuevos y otros que se habían ido. Los nuevos se llamaban José, Guillermina y Damián. La maestra les pidió que se presentaran y ellos contaron por qué se habían cambiado de colegio. En general era porque se habían mudado. Después empezó la clase, aunque no me acuerdo bien de qué era. Creo que de matemáticas. Igual no importa. La cuestión es que apenas sonó el timbre del recreo, los chicos salieron al patio para jugar al fútbol. Martín había llevado una pelota hecha con diarios y una media, porque la directora no les dejaba usar una de verdad. Decía que iban a romper un vidrio, qué se yo. Igual a ellos les daba lo mismo y jugaban igual. Los equipos los elegían los dos mejores (Roberto y Martín) y a mi siempre me dejaban para el final, porque soy malísimo para el fútbol. Para colmo me mandaban a atajar (porque nadie quería atajar) y me moría de aburrimiento.

Ese primer día invitamos a los nuevos a jugar con nosotros. José aceptó pero Damián no quiso. Yo pensé que le daba vergüenza o algo así, pero después nos explicó que no le gustaba el fútbol. Lo que a él le gustaba eran los dinosaurios y tenía un libro grandote con todas las especies y una foto de cada uno. Se lo había regalado el papá y lo cuidaba mucho porque no quería romperlo. A mi me llamó la atención porque en la tapa tenía un dinosaurio enorme abriendo la boca y sacando los colmillos. Así que le pregunté a Damián si podía verlo y él me fue mostrando las fotos. Estaban el brontosaurio, triceratops el estegosaurio, pterodáctilo y otros más. Pero a mi el que más me gustaba era el tiranosaurio. Tanto me interesó el libro que dejé de jugar al fútbol y nos pasamos todos los recreos mirando las fotos. Damián tenía muy buena memoria y se acordaba cuanto medía cada uno si era carnívoro o vegetariano, y todas esas cosas.

Cuando volvía a casa le conté a mamá que había conocido a Damián y que tenía un libro de dinosaurios que estaba buenísimo. Le pregunté si podíamos ir al zoológico a ver algunos dinosaurios de verdad, pero me explicó que ya no quedaban más. Al principio pensé que me estaba haciendo una broma pero después me explicó que era en serio, que se habían muerto hace cien millones de años o algo así. A mi me parecía una pena. ¿Con tantos animales aburridos que hay justo se tenían que acabar los dinosaurios? ¿Por qué no los ratones o las iguanas?

Al otro día le conté a Damián que los dinosaurios se habían muerto todos, pero él ya lo sabía. Su libro decía que les había caído un meteorito encima o algo así. Pero para Damián era todo mentira. Según él, los habían matado unos cazadores, como esos que atrapan elefantes o rinocerontes. Mataron tantos que al final no quedó ninguno. Igual a nosotros nos gustaban igual, aunque ya no quedaran más.

En los recreos empezamos a llevar hojas y marcadores al patio para copiar las fotos de los dinosaurios. En realidad Damián no tenía marcadores, así que yo le prestaba los míos. Cada uno iba llenando su cuaderno con dibujos y él me criticaba porque hacía siempre al tiranosaurio. En realidad creo que me tenía un poco de envidia, porque yo dibujaba mejor que él. Bueno, por ahí el estegosaurio le salía mejor que a mí. Pero era el único. A los otros los hacía mejor yo.

Tratábamos de dibujar en todos los recreos, pero a veces teníamos que parar porque Pablo y Beto nos molestaban. Nos tiraban los marcadores al piso, nos arrancaban las hojas, nos hacían burlas. Y yo quería ser como los tiranosaurios del libro, para pisarlos con una pata gigante y que se dejaran de molestar. Pero no éramos ningunos dinosaurios, así que nos teníamos que defender hasta que viniera la maestra que les dijera que paren.

Con todas esas peleas los marcadores se fueron rompiendo o perdiendo. Así que un día, cuando papá llegó del trabajo, le pedí que me comprara unos nuevos. Pero justo estaba del mal humor y me dijo que no lo molestara. Había traído una máquina del trabajo que se había roto y la tenía que arreglar. Yo le quise insistir, pero mamá me dijo que lo dejara tranquilo o se iba a enojar. Así que me fui para mi pieza a jugar con los soldaditos.

Al rato bajé la escalera y vi que la puerta de la cochera estaba abierta. Me dio ganas de ver cómo era la máquina, así que me metí para mirar un poco. Al final, era bastante fea. Yo me la había imaginado grandota, con muchos cables y cosas, pero era como una caja de zapatos hecha de metal. En la parte de adelante tenía unas perillitas y un cable con un bastoncito en la punta. Tuve poco tiempo para verla porque en seguida entró papá a la cochera y me retó. Me dijo que la máquina era peligrosa para los chicos o algo así, que yo me tenía que ir para que él la arreglara tranquilo.

Yo le hice caso, pero dejé un poquito abierto para espiar desde afuera. Igual no me quedé ahí porque se iba a dar cuenta. Me fui para la cocina y volví un ratito después, haciendo poco ruido para que no se avivara. Entonces vi que había abierto la caja y que adentro sí tenía cable y partecitas de metal como yo pensaba. Con una pinza, papá tocaba las partecitas despacio, con mucho cuidado. Supongo que así la fue arreglando. Después metió todo de vuelta en la caja y agarró el cable largo que salía para afuera, ese que terminaba en un bastoncito. La punta era de metal. Papá lo levantó y se lo apoyó en el brazo, como pinchándose la piel. En ese momento pasó lo que menos me esperaba. Papá apretó uno de los botones de la máquina y el cuerpo le comenzó a temblar, como si se estuviera electrocutando. Fue un segundito no más, porque en seguida se paró, pero papá pegó un grito fuerte y yo me asusté mucho.

Para que no me viera, salí corriendo para la cocina. La bebé también había escuchado el grito y se puso a llorar. Por suerte mamá le puso el chupete y en seguida se calló. Un ratito después papá salió de la cochera y pasó por la cocina. Yo pensé que iba a estar enojado, porque el aparato debía seguir roto. Pero no, estaba bastante contento. Según él la máquina ya estaba arreglada.

Esa misma semana, Damián me invitó a la casa, bueno, en realidad fue su mamá la que llamó a casa y habló con la mía. Aunque eso no importa. La cuestión es que un día fui a lo de Damián después del colegio. La pasamos muy bien esa tarde. La casa tenía un jardín grande en el fondo, y ahí jugamos a ser investigadores en una selva, buscando dinosaurios. A veces hacíamos que nos perseguían y nos escondíamos entre las plantas para que no nos comieran. Como había llovido a la mañana, la tierra estaba un poco mojada y nos manchamos toda la ropa. Pero estábamos tan divertidos que ni nos dimos cuenta. Dejamos de jugar un rato después, para tomar la merienda. La mamá de Damián nos había hecho unas tostadas con manteca y leche chocolateada. Cuando terminamos (aunque en realidad yo dejé una tostada, porque estaba lleno) Damián me llevó a recorrer la casa. Mientras estábamos en el living, vimos que se abría la puerta y entraba alguien. Era su papá que volvía del trabajo. Damián me había dicho que era profesor de historia y daba clases en la universidad. Además tocaba la guitarra aunque yo nunca lo vi tocar, ni cantar, ni nada. Después de saludarlo, subimos las escaleras para ver el resto de la casa. Arriba estaban las habitaciones. Primero entramos al cuarto de Damián. No era muy grande, pero tenía una repisa toda llena de muñecos. Muchos eran dinosaurios, como los del libro aunque algunos eran distintos. El estegosaurio, por ejemplo, tenía menos espinas nos quedamos unos minutos mirándolos y después fuimos a la habitación de los papás. Me acuerdo que había un afiche bastante grande pegado en la pared, todo negro y rojo. Tenía la cara de un señor de barba, con el pelo bastante largo y una boina en la cabeza, una boina con una estrellita en el medio. Cuando bajamos y vi de vuelta al papá de Damián, me causó gracia que tenía el mismo pelo y la misma barba que el señor del afiche. Parecía que lo quería imitar. Igual no lo pude ver mucho porque un rato después llegó mamá, que me venía a buscar. Mientras nos despedimos habló un poco con la mamá de Damián. Quedamos en que la semana siguiente él venía a mi casa.

Cuando volvimos me encontré con papá y me preguntó cómo me había ido. Yo le conté que habíamos jugado en el patio, que habíamos tomado la merienda y que la casa de Damián era muy grande. Y le conté también del afiche que tenía el papá y que me causaba gracia que él tuviera el mismo peinado y todo eso. Esa parte no sé por qué le interesó más. Me pidió que le explique mejor cómo era el afiche, los colores, la boina con la estrellita y todas esas cosas. Entonces se puso bastante serio y fue a hablar con mamá yo le pregunté si había algún problema pero él me sonrió y me dijo que no, que no había ningún problema.

El resto de la semana fue como siempre. Seguimos dibujando con Damián en los recreos, aunque él ahora se había conseguido un libro de trenes, y empezamos a coparlos también, a parte de los dinosaurios. Después vino el fin de semana y no me acuerdo bien qué hice. Creo que fuimos a comer a lo de los abuelos. Bueno, igual ni importa lo que pasó el fin de semana. Lo importante es que cuando llegó el lunes y tuvimos clases de vuelta, Damián estaba raro. Parecía triste y no tenía ganas de hablar. En la clase, no dijo ni una palabra. Y después, en el recreo, yo saqué el cuaderno de los dibujos como siempre, pero él se fue a un rincón y se sentó con la cabeza para abajo. Pensé que se le iba a pasar, así que me quedé dibujando solo. Pero cuando se fue de vuelta para el mismo rincón en el segundo recreo, le fui a preguntar qué le pasaba. Me dijo que su papá se había perdido y no lo podían encontrar. Hacía varios días que no lo veía y lo extrañaba un poco. A mí me pareció un poco raro. ¿Cómo un señor grande como el papá de Damián se podía perder? Pero él me dijo que era así, que el jueves a la noche fue reunirse con unos amigos y no volvió más.

Todo eso me dejó un poco preocupado, y el resto del día estuve pensando en dónde podía estar. Mi papá me dijo que me quedara tranquilo. Que por ahí se había ido a pasear y en cualquier momento aparecía de vuelta.

Pero en el colegio Damián seguía bastante callado. Sólo una vez lo pude convencer para que viniera a dibujar conmigo y lo hizo con pocas ganas. Fueron varios días así hasta que llegó el fin de semana otra vez. Y el lunes siguiente, cuando volvimos después del fin de semana, Damián no estaba.

Por ahí se había enfermado, así que no dije nada. Pero cuando el martes faltó de nuevo, fui y le pregunté a la maestra Mónica si sabía algo. Me dijo que Damián y su familia se habían ido a España. En realidad no toda la familia, porque parece que el papá seguía perdido. Yo me quedé un poco confundido, y recién un rato después volví y le pregunté a la maestra cuándo iban a volver. Pero me dijo que no, que se iban a quedar a vivir allá. A mí eso me pareció lo más raro de todo, pero ella no me lo quiso explicar. Bueno, por ahí tampoco sabía. La cuestión es que yo estuve un poco triste ese día, sobre todo porque Damián ni siquiera había ido al colegio a despedirse ni nada.

Cuando mamá me vino a buscar le conté todo y me dio un abrazo. Me dijo que no me preocupara, que al principio lo iba a extrañar, pero después iba a encontrar otros amigos para jugar. Por ahí mamá tenía razón, pero yo no podía olvidar tan fácil. No tenía ganas de hacer nada y me tiré a la cama, a no hacer nada. Al rato papá me fue a saludar. Como vio que estaba un poco mal, me invitó a jugar a los soldaditos. Al principio le dije que no, pero después me insistió y acepté. Agarramos los muñequitos y los llevamos al jardín. Los pusimos entre las plantas, como si estuvieran luchando en medio de la selva. Ahí vimos que no estaban todos. Faltaban varios soldaditos rojos. Así que volví a la pieza a buscarlos, a ver si se habían caído ahí. Pero no estaban. Bajé las escaleras y le pregunté a mamá. Pero tampoco sabía. Así que volví al jardín con papá. Y seguimos jugando.

PABLO MARTÍNEZ ZARRACINA GANA EL IX CONCURSO LITERARIO NACIONAL "VILLA DE PERIANA" CON SU RELATO TITULADO "PARÍS, POSTAL DEL CIELO"



El área de Cultura y Educación de la Diputación Provincial de Málaga y el Ayuntamiento de Periana han hecho entrega del premio correspondiente al IX Certamen Literario Nacional Villa de Periana. Fallo del Premio: 11 de diciembre de 2000.

IX Certamen Literario Nacional Villa de Periana
En esta edición, el Premio ha sido otorgado a la obra titulada "París, postal del cielo", original del escritor bilbaíno Pablo Martínez Zarracina. El Premio está dotado con 300.000 pesetas.
El jurado estuvo formado por Antonio Clavero Muñoz, periodista; Javier Hidalgo León, empresario; José Antonio Mesa Toré, coordinador de actividades del Centro Cultural Generación del 27, diputación Provincial de Málaga; Rosa Palma Benítez, concejala de Cultura del Ayuntamiento de Periana; y Francisco Díaz, escritor.


PABLO MARTINEZ ZARRACINA
Nace en Bilbao, junto a la Plaza de toros de Vista Alegre, en noviembre de 1974.
Estudia en los Escolapios en la Alameda de Recalde, toma su primera comunión en la Basílica de Nuestra Señora de Begoña, deserta de los boy-scouts, crece, erupta, sufre, duerme y hace el idiota por ahí.
Principia estudios de Sociología en la Universidad del País Vasco, aunque hará todo lo posible para no terminar jamás dicha carrera. Bebe whisky en inhóspitos cubiles de la calle de La Esperanza, va a los toros, lee a Gracián y le suelta una patada a un perro que pasaba por ahí.
Persevera en su asma al estilo de Marcel Proust, descubre al bueno de Emilio Miguel Cioran y sufre severos ataques de misantropía. Se declara, por este orden, partidario de Antonio Bienvenida y de Roberto Polaco Goyeneche, de José Miguel Arroyo, Joselito, y de don Ramón María del Valle-Inclán.
Escribe por estar entretenido y por no terminar en la cárcel que es, para algunos, su querencia natural.
Ha perdido algunos concursos (fue finalista del Juan Martín Sauras) y ha ganado algunos otros, entre ellos el VII Concurso de Relato Erótico de la Universidad del País Vasco, el Premio Literario Café bretón de Logroño, y el Premio Argaya de ensayo, que concede, con rigurosísimo criterio la Diputación de Valladolid.
También consiguió el Premio Opera Prima 2000 de Crítica Literaria.
En la actualidad, AMG Editor ultima la publicación de su libro "La fascinación de los extremos (Tránsitos 1998-2000).




PARÍS, POSTAL DEL CIELO por Pablo Martínez Zarracina.

Cerraron la facultad a la que ya ni siquiera acudía, eran tiempos en los que cambiaría la Historia, días turbulentos que yo gasté paseando mi envoltura hambrienta y arruinada de estudiante extranjero por las calles de aquel París desmesurado y municipal que amaba y detestaba, como a casi todo, al mismo tiempo. Había que escapar tanto del proselitismo ramplón de las manifestaciones que enfollonaban el centro de la ciudad como del insoportable tópico versallesco del París de las postales. Plaza de la República abajo, caminaba sin prisa, un día tras otro, hacia el cementerio Père Lachaise, aquel fosal inasediable de muros grises en el que, entre un bosque blanco de estatuas funerarias, Balzac o Molière se pudrían junto a cualquier vulgar merchán decimonónico. Fueron tardes enteras paseando entre los muertos, mientras afuera, en las calles, los vivos preparaban sus revoluciones viciadas de entusiasmo, hipnotizados por el rebuzno aquel de que bajo los adoquines comenzaba la playa.

-¡Seamos realistas, pidamos lo imposible!

Como un presagio extraño, las sombras sordas de los aviones que se deslizaban hacia algún aeropuerto cercano cruzaban, pájaros fúnebres, el cielo inverso y ceniciento de las sepulturas. Yo no sabía si bajo los adoquines estaba la playa, pero estaba seguro de que bajo la tierra húmeda y carnal del Père Lachaise ardía una charcutería caótica de hombres agusanándose. Y por eso, para calmar absurdamente la inquietud que tal certeza me causaba, robaba las flores que cualquier bondadosa nietecilla acababa de poner sobre la tumba del abuelo Theophile y, tras musitar una improvisada oración pagana, las colocaba en el discreto panteón de Oscar Wilde o en la tumba olvidada del siempre excesivo Modigliani.


¡La imaginación al poder!

¡La imaginación al poder!

Bullía aquel París que me tocó. La ciudad era un tráfago de gente apresurada y murmurante.

Los universitarios hacían conseja en las esquinas con los bolsillos de las pellizas hinchados de panfletos, libros de Sartre y piedras de hachís. Las plomizas furgonetas de la policía irrumpían de pronto en escena, frenando en un chillido oxidado, vomitando su entraña multitudinaria y malcarada de porras, perros y gendarmes.

Era como si la ciudad entera, todos menos yo, participase en un juego de chiquillos traviesos, apasionante de carreras, héroes, heridos y malvados. Me lo decían los compañeros de la facultad, me lo decía el inevitable Jean Pierre:


¿Vendrás hoy a la asamblea, verdad? Ya verás, ya verás vamos a poner en su sitio a De Gaulle y a sus fascistas.

Demasiado cansado, demasiado escéptico, demasiado viejo para asambleísta, nunca lo supe. El caso es que asentía vagamente, sí, sí, claro, les vamos a dar duro a estos jodidos fascistas…, y me escapaba dando un paseo por el Canal de San Martín hasta el parque de San Martín hasta el parque de Buttes-Chamont, mi parque favorito de todo París. Se trataba de un parterre decadente y misterioso que, escondido al este de la ciudad, respiraba redimido de esa pandemia chillona y fotográfica que son en París los turistas. Allí podía charlar un rato con los fantasmas de los suicidas románticos que pululaban por los jardines y, después, pasarme las horas leyendo frente al lago ajadas ediciones de Céline y de Baudelaire que robaba en los tenderetes del viejo Montmartre.


¡Lo acabamos de decidir en la asamblea! ¡Mañana por la mañana vamos a ocupar los Campos Elíseos! ¡No puedes faltar!


Cómo voy a faltar. Hay que darles duro a esos jodidos fascistas…

Y luego no iba, claro, y mucho menos si la francachela contestataria tenía horario de mañana. A las mañanas el bueno de Jean Pierre, tu novio, bueno tu novio no, tu compañero, tu camarada, tu complemento eróticosentimental, tu apéndice sexorevolucionario, o lo que coño fuese, se iba pronto a la asamblea o a la manifestación o a lo que tocase, y yo me acercaba al Barrio Latino, a vuestro ático alquilado de la rue de Seine número 21, cerca de donde dicen que vivió George Sand.

Por temor al escándalo y a la electrocución nunca pulsaba aquel timbre ruinoso de cables tiesos y achicharrados. A modo de contraseña martilleaba sobre la puerta la Marcha de los toreadores de Bizer.


¡Ah, ejes tú, mi togeador! – Decías algo parecido al español. Imposible olvidad aquel pestazo a sándalo, pachuli y marihuana, aquellas fotos de los Beatles con el gurú Maharishi, aquella guitarra acústica colgada en la pared, el murmullo coñazo de los discos de Dylan, el onanismo drogado y eléctrico de la Jimi Hendrix Experience, las cortinas de seda rosa, el inmenso cartelón con la jeta del Ché, al que, por cierto, acaban de tirotear en Bolivia. No faltaba de nada: aquella buhardilla vuestra era el santasantórum de la revolución, la modernidad, la contracultura y el poder de las flores.


-¿Tú sabías que aquí al lado vivió George Sand?

Era alta, triste, amplia, bella deslavazado. Tenías los dientes grandes, el pelo liso, el cuerpo múltiple y tibio, generoso y acogedor.


¿George Sand? ¿Y quién es ese señor?

Estudiabas Psilocogía o Sociología o Pedagogía o alguna otra estupidez por el estilo. Últimamente apenas acudías a tus clases. Jean Pierre, en cambio, se largaba pronto; era un hombre ocupado el muy imbécil. Te quedabas en la cama, fumando largas genealogías de aquellos cigarrillos de has que tan torpemente confeccionabas, bebiendo litros de mate amargo que hervía en la bombilla tallada que un día alguien te trajo de Argentina.

Me abrías la puerta despeinada, medio dormida, medio desnuda. Apenas llevabas una breve camiseta roja que tenía impresa en negro la fea cara de Mao – Tse – Tung.

- Era una señora. Se llamaba Aurore Dupin. Escribía libros.

- Como tú.

- También era un poco golfa.

- Como yo.

Y te reías con tu boca grande, con tus dientes grandes, con tus labios grandes, gruesos, que a mí, al besarlos, me sabían un poco a pecado, otro poco a tierra y otro poco a pan con chocolate.

Siempre colgabas mi chaqueta de estudiante pobre en el perchero de cáñamo en el que dormitaban los horribles abrigos afganos de Jean Pierre.

- Decís que sois feministas, que sois socialistas, y ni siquiera habéis leído a George Sand. Bueno, como la vais a leer si ni siquiera sabéis quién es.

- Ya sabes, ahora lo que se lleva es Kerouac.

- Kerouac es una mierda.

- Pues a Jean Pierre le gusta mucho. Ahora está leyendo uno que se titula Los Túneles o algo así.

- Los subterráneos, amor los subterráneos.

O quizá me acercabas el cigarrillo de hachís que acababas de liar y mientras lo encendía, imaginaba a Jean Pierre, Boulebard Sant Michel arriba, embutido en uno de sus horribles tabardos afganos, enarbolando sus ínfulas guerrilleras, sus convicciones revolucionarias y su cornamenta florida de arce canadiense macho.

- A tu Jean Pierre, que en estos momentos se dispone a cambiar el mundo a base de encajar muchos porrazos, le estamos poniendo tú y yo una encornadura floreciente y churrigeresca.

- ¿Qué es churrigeresca?

- El churriguerismo, amor, es el rococó francés pero a la española; o sea, a lo bestia.

- Por eso engaño a Jean Pierre contigo, porque tú eres como él, pero a la española; o sea, a lo bestia.

Y entonces me besabas honda y largamente, besabas como si fueras a comerme, besabas besos de mar, adentelladas besabas, que algo así dijo el poeta, el caso es que tumbados en la cama confusa de rasos y fulares me besabas, con lenta voracidad, con loca parsimonia, con todo tu cuerpo me besabas y era aquello un incendio de manos, un combate de lenguas, un violento revuelo de ropas que sobraban. Y Jean Pierre, pensaba yo en la tregua gustosa del dejarse hacer, dándose guantazos con los gendarmes, alzando sus pancartas chillonas de flores y palomas, berreando hasta la afonía sus cancioncillas bobas y bienintencionadas. Algo así pensaba yo mientras clavaba mis ojos mucho más allá del techo desconchado, mientras sentía la calidez vegetal de tu boca dulce, mientras me abandonaba a la gustosa carnalidad de nuestro crimen.

Eras alta, triste, amplia, bella, deslavazada, era París, rue de Seine, número 21, eras tú y tus dientes grandes, tu pelo liso, tu cuerpo múltiple y tibio, generoso, acogedor. La buhardilla era ya una guerra de roces y saliva, una violenta obcecación eramos nosotros. La rebeldía movediza de tus senos, como puños de agua o miel, la artesanía tersa y cadenciosa de tu vientre, el alabe exacto y maternal de tus caderas, el limpio tafetán de tu espalda interminable, la onda y caliente musgosidad que allé en tu herida. Te ofrecías palpitante entre resuellos, y el canalla que albergo volvía a pensar un instante en tu novio Jean Pierre, que luchaba por redimir al mundo mientras tú gemías derramándote, palpitando como un animal arrebatado. Lenta liturgia del amor o de lo que fuese, la solemnidad gozosa de entreabrir un cuerpo de mujer, el ritmo antiguo y desatado de dos cuerpos que se confunden en un solo e impúdico animal. Naufragar salvajemente, perdidamente, en otro. Sumergirse en el océano cruel y hermoso que tú encarnabas, beber el sabor de tu desgarro, morder la huidiza luz que más me hería. Hasta que cerrabas los ojos y tensabas los labios gruesos, dolientes, y tus manos se clavaban en mi espalda como dos dolientes enredaderas. Hasta que yo, entremuriendo a fuego en tus entrañas, aprendía que no había redención posible libre de la lazada hambrienta de tus piernas, fuera del prodigio quemante de tu cuerpo. Y entonces ya, sabiamente, ibas destrenzando la ansiosa ligazón de tu lujuria, hasta perderte, hasta perdernos, en aquella manigua estupefaciente de aliento y cataclismos.

Un aroma denso de sexo, almizcle y marihuana quedaba flotando en el destartalado cielo de la buhardilla.

- Se ha hecho tarde. Puede llegar Jean Pierre.

- Si viene Jean Pierre le mato.

- Oh, ustedes los togeadoges, siempre matando animales inocentes.

- Ya ves. Y más si gastan cuernos.

Me despedías desnuda y despeinada me besabas inocentemente entre la oscura humedad del cochambroso rellano. Recuerdo hasta las escaleras enrevesadas y estrechas que tenía que bajar para llegar hasta la calle. La luz fría y luminosa de la rue de Siene, la luz del cielo de París, me devolvía al ingrato presente que, despojado de ti, habitaba.

Por algo hacer, mientras caminaba, me recordaba a mi mismo que en cualquiera de aquellas casas había vivido George Sand, que por aquel mismo lugar quizá pasaron un día Gautier, Chopin o Liszt a la busca de la caliente y turbulenta intimidad de mademoiselle Dupin. Subir las escaleras de una casucha del Barrio Latino detrás de una mujer: eso era, al parecer, vivir en París.

Para evitar toparme con Jean Pierre, solía bajar por la rue Bonaparte hacia Montparnassa. Otras veces, me dirigía hacia Notre-Dame y en la plaza de Saint Michel me encontraba con aquel pobre infeliz que llegaba exultante, sonriente, con un ojo amoratado, con una ceja partida, recogiendo la sangre que le manaba de la nariz quebrada en un moderno fular de gasa lila. A veces hasta me abrazaba. ¿Has estado, no? Ha sido un éxito. Hemos reunido a miles de personas. No me ha parecido verte. Se han sumado los obreros. El cerdo De Gaulle nos va a tener que escuchar ahora. Al final han cargado los muy hijos de puta. Ha sido una verdadera batalla. Un éxito. Tenías que ver como se las gastan los sindicalistas. Pero bueno ¿Qué te estoy contando? Ya lo habrás visto tu mismo. ¿Porque has estado, no? ¡Un éxito! Pero te dejo, te dejo, que se lo tengo que contar a Marie. Y se iba corriendo camino de la buhardilla de la rue de Seine, con su tabardo afgano al hombro, radiante, agitado, inocente, invicto, honesto, igual que un niño, un buzón o un perro. Quizá incluso se giraba para despedirse agitando los brazos. ¡Nos vemos mañana en la concentración! ¡Frente a la asamblea no se te olvide!

Y yo me arrebujaba en mi chaqueta triste de extranjero pobre y seguía caminando hacia ningún lugar, hacia cualquier rincón de aquella ciudad que no me pertenecía.

- Sí, sí, claro, hay que darles duro a esos jodidos fascistas.

Muelle de Grands Augustins, acuarela en piedra del corazón enfermo de aquel París que me tocó. El río como un labio de agua gris, la humedad resplandeciente del cielo sobre el puente de Austerliez, la arquitectura móvil, lenta, de los bouteaux avanzando frágiles pero solemnes, siempre presumidos de estrinques y aparejos. París, postal del cielo firmada por el Sena. Había tenido que venir un poeta nacido, como yo, mil kilómetros al sur de la Torre Eiffel, para revelarlo: París, postal del cielo firmada por el Sena. Parecía que no iba mal la revolución, parecía que al final iban a cambiar las cosas en París, en Francia, en el mundo. Ni al Sena ni a mi nos importaba demasiado. El cielo fijaba su perfección azul prusia sobre el lienzo de agua vieja que era el río. Como una de aquellas barcas ajadas me alejaba yo, echado al través de mi vida, desahuciado de París, despojado de ella, con las manos teñidas de un tibio aroma a algas vaginales, con los ojos encenagados de un brillo muerto, con el paso lastrado, malherido, de abandono, dolor y desencanto.