lunes, 13 de diciembre de 2021

UN VEZ MÁS, LA AXARQUÍA por Diego Núñez.

Artículo publicado por nuestro amigo Diego Núñez en el Diario Sur el día 13 de diciembre de 2021. 


UNA VEZ MÁS, LA AXARQUIA

La lectura de la última novela del médico y escritor Javier Clavero Salvador, “La Vendeja”, recientemente publicada, nos introduce de lleno en el entrañable mundo de la Axarquía malagueña. La novela está escrita en un estilo suelto y ameno. No cabe duda de que el autor tiene lo que se suele llamar “buena pluma”. La trama del relato mantiene la atención del lector hasta la última página. La obra describe de manera muy gráfica la repoblación de las tierras ajarqueñas tras la expulsión de los moriscos a través de los avatares de una familia concreta, los Calatrava. A lo largo de esta historia familiar se pueden seguir tanto las penurias de las primeras décadas de la repoblación como el posterior auge económico de la zona gracias al comercio de la pasa y del vino. Este tipo de novela realista, junto a su valor literario, contiene un elemento muy estimable: ser una fuente eficaz de conocimiento histórico. Para conocer, por ejemplo, la vida española en la segunda mitad del siglo XIX, no hay nada más ilustrativo que leer novelas tales como “La Regenta” de Clarín, “Fortunata y Jacinta” de Galdós o “Los Pazos de Ulloa”, de doña Emilia Pardo Bazán.

Por otra parte, y sin salirnos del tema, es preciso destacar que entre las personas cultas de Alemania se ha producido en los últimos años un notable giro de percepción en lo que a la Axarquía se refiere. Dado el gran influjo de Ortega y Gasset en el país germano, las bellas palabras que escribió en diciembre de 1910 (O. C., t. I, pág. 532 ) en su artículo “Al margen del libro A.M.D.G. (La vida en los colegios de jesuitas)”, de Pérez de Ayala, han tenido siempre un eco insoslayable en las guías turísticas y en la literatura alemanas posteriores. “Ayala fue emperador -escribe Ortega- en las clases del colegio de Gijón: yo también fui emperador en el colegio que los jesuitas tienen en Miraflores del Palo, junto a Málaga. ¿Sabe el lector?... Hay un lugar que el Mediterráneo halaga, donde la tierra pierde su valor elemental, donde el agua marina desciende al menester de esclava y convierte su líquida amplitud en un espejo reverberante, que refleja lo único que allí es real: la Luz. Saliendo de Málaga, siguiendo la línea ondulante de la costa, se entra en el imperio de la luz… Yo he sido durante seis años emperador en una gota de luz, en un imperio más azul y esplendoroso que la tierra de los mandarines”. Cabe recordar que una calle de El Palo lleva por nombre el de su padre (José Ortega Munilla), y que el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, tuvo el acierto de homenajear al ilustre filósofo con la escultura “Una gota de luz”, inaugurada en octubre de 2014 y ubicada en el Paseo Marítimo de la mencionada barriada malagueña.

Junto a esta visión fundamentalmente poética y estética, ha surgido con fuerza en la población alemana una nueva visión de índole económica, que contempla la Axarquía como tierra de una fecunda productividad protagonizada sobre todo por agricultores emprendedores y de gran iniciativa comercial. Una serie de factores, aunados entre sí, ha contribuido poderosamente a generar esta nueva imagen. En 2004, el famoso enólogo austriaco, Alois Kracher, conocido mundialmente por su maestría en la elaboración de vinos licorosos dulces, se asocia con el malagueño Jorge Ordóñez para fundar las Bodegas que llevan por nombre el de éste último en la localidad de Almáchar. Kracher, al que yo pude entrevistar en su Bodega en Illmitz (entrevista recogida en mi libro “Viaje cultural por el viñedo alemán”) viajaba con gran placer dos veces al año a la citada localidad ajarqueña para vigilar de cerca la marcha de la Bodega recién creada. El enólogo austriaco no se cansaba de predicar en el extranjero, en los eventos vinícolas a los que acudía, que no eran pocos, las bondades de la uva moscatel de Alejandría.

Al mismo tiempo, y como no podía ser de otra manera, Kracher también se enamoró de la variedad de aceituna verdial, productora de un aceite afrutado y dulce, muy del gusto del paladar alemán; entusiasmo que consiguió transmitir al gran bonzo de la crítica gastronómica alemana, Wolfram Siebeck. La influencia de Siebeck (murió en 2017) en los fogones germanos ha sido enorme. Por eso, no es de extrañar que, paseando hace un par de semanas por la ciudad de Stuttgart, viera en el escaparate de una tienda de productos gourmet dos botellas de 500 ml. de aceite verdial “el Milenario” de la Cooperativa San Isidro Labrador de Periana.

Junto a estos venturosos acontecimientos, no quisiera pasar por alto el que en Alemania se pueden recibir en la propia casa los excelentes frutos subtropicales de la Axarquía (aguacates, mangos, caquis, etc.), gracias a la feliz iniciativa de un grupo de agricultores ajarqueños a través del programa Crowdfarming, lo que está contribuyendo igualmente a que esta comarca malagueña sea cada vez más conocida allende el Rin.

Diego Núñez

No hay comentarios:

Publicar un comentario