Rafael nos recibe a media tarde en la
entrada de Periana, Vélez Málaga, La Axarquía. Las Sierras de Alhama y
Enmedio se alzan sobre el pantano de La Viñuela frente a nosotros, y las
velas blancas sobre las aceras anuncian que hoy es fiesta. Mozas y
mozos recorren las calles vestidos de moros y en la tasca El Alambique
hablan de Marruecos.
Rafael Núñez tiene el pelo entrecano y la fama de ser la persona del
pueblo que mejor ha seguido el rastro del agua. Durante décadas ha sido
profesor de geografía e historia y hoy, jubilado, rastrea los anales de
un lugar que le sirve para explorar la historia de su comarca, y aún
más. Junto a Núñez descubro cómo se organiza Periana en torno al líquido
elemento, las fuentes de las plazas, el viejo lavadero cuyo agua se
bifurca en tres acequias para llegar a los huertos; los frutales y su
propia casa blanca. En Periana salta a la vista que los antiguos
construían con el agua como eje de vida. A media tarde, sentados en un
patio blanco con plantas y un arco, Rafael habla de aljibes, acequias,
albercas, fuentes, pozos y restos de norias, también de cómo en esta
comarca los moriscos se quedaron en las alquerías y mantuvieron los
jardines andalusíes. Todo lo que vemos hoy es su herencia.
Al anochecer la luz de las velas ilumina las calles de Periana como
homenaje a quienes, entre otras muchas cosas, les enseñaron a manejar el
agua.
Texto: Elena García Quevedo.
Fotos: Carlos Pérez Morales.
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