La distinción Clemens Von
Pirquet para el año 2017 fue otorgada el Profesor Miguel Blanca Gómez por haber
realizado una contribución importante en el desarrollo de la especialidad de
Alergología a nivel nacional e internacional. Él es especialista en Alergia que
recibió su formación en el Hospital Universitario Carlos Haya de Málaga y
realizó una estancia después en el Hospital Middlesex
de Londres. Durante los años 2000-2003 fue jefe del servicio de Alergología del
Hospital La Paz (Madrid), y desde el 2003 al 2016 jefe del servicio de Alergología
en el Hospital Carlos Haya de Málaga. Durante los años 2008-2016 fue
coordinador de la Red Nacional para el estudio de las Reacciones Adversas a
Fármacos y Alérgenos. También ha sido profesor invitado en la Universidad de
Nancy (Francia) durante los años 2012-2013.
Miguel Blanca ha sido unos de los primeros
investigadores que ha estudiado en profundidad los mecanismos implicados en las
reacciones alérgicas a medicamentos, particularmente en los antibióticos
betalactámicos y los analgésicos y antiinflamatorios. Es autor o coautor de más
de 350 artículos de investigación publicados en revistas científicas de alto
impacto entre los que se incluyen artículos originales, revisiones, guías de
actuación clínica y artículos de opinión. Sus contribuciones científicas han
ayudo a conocer mejor los mecanismos implicados en las reacciones alérgicas a
medicamentos. También ha hecho contribuciones importantes al estudio de las
reacciones alérgicas a abejas y avispas, la rinitis alérgica y la
hipersensibilidad a alimentos.
El profesor Miguel Blanca es miembro de la
Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica y de la Red Europea para el
Estudio de las Reacciones Alérgicas a Medicamentos. También es miembro de la Academia Europea de
Alergia e Inmunología Clínica, y de varias comisiones de expertos de esta
sociedad. Es asesor para la industria farmacéutica en temas de Alergia y
reacciones a fármacos y a lo largo de su carrera ha formado a más de diez
grupos de investigación que están ubicados en distintos centros de España. Sus
publicaciones en revistas científicas y en libros de texto son estudiados por
alergólogos jóvenes y otros especialistas como material obligado para la
práctica clínica y de laboratorio diaria.
Actualmente realiza la labor de asesor
científico en el Hospital Infanta Leonor (Madrid) y está realizando estudios de
base poblacional para determinar la prevalencia de las enfermedades alérgicas
en diferentes poblaciones. Este proyecto se inició en Periana, con una
excelente acogida por parte de la población y en la que han colaborado más de
1500 personas incluyendo a la población infantil y adolescentes. Gracias a la
ayuda y facilidades dadas por la directora del colegio de primaria, Mari Carmen
Benítez, y el director del Instituto, Javier Gil, se ha completado un estudio
que servirá de guía de referencia una vez que sea publicado y distribuido en
los circuitos científicos. En esta activad dieron su apoyo el alcalde Rafael Torrubia,
que además se brindó a presentar al doctor Blanca a los alcaldes de otros
municipios de la Anarquía para extender estos estudios.
«La mejor calidad de vida va
en paralelo al aumento de las alergias» (SUR, 17/07/2017)
Miguel
Blanca recibió el premio de manos de la presidenta de la Academia Europea de
Alergia. / SUR
El médico malagueño Miguel Blanca recibe un premio de
la Academia Europea de Alergia que reconoce su trayectoria investigadora.
Hasta el año
pasado fue el director de la unidad de gestión clínica de alergias del Hospital
Regional Carlos Haya. La jubilación lo forzó a dejar esa actividad, pero
Miguel Blanca ha seguido trabajando desde su marcha de la sanidad pública
andaluza. Hace unas semanas, recibió en Helsinki (Finlandia) el premio Clemens
von Pickert, concedido por la Academia Europea de Alergia e Inmunología
Clínica. El doctor Blanca, natural de la localidad malagueña de Periana, es el
primer español al que se le concede ese destacado galardón.
– ¿Por
qué se da el premio y en qué consiste?
–Anualmente,
la Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica, que es un organismo que
integra a todas las sociedades científicas europeas, concede distinciones tanto
a investigadores jóvenes como a investigadores seniors por las aportaciones que
han realizado. Yo he recibido el premio Clemens von Pickert por las
contribuciones que he aportado en el mundo de la alergia. Es la primera vez en
40 años que se concede esta distinción a un español. Este premio es otro tramo
de los que he recorrido en mi vida. La carrera de investigador es de fondo. Yo
me siento activo y con ganas de seguir haciendo cosas.
– ¿Qué es
lo que se ha valorado para concederle este premio europeo?
–Pues haber
contribuido a diversos conocimientos en el ámbito de las alergias. Yo he
dirigido en Málaga un grupo de investigadores durante muchos años y hemos hecho
importantes aportaciones.
– ¿Se le
da a la investigación de las alergias en nuestro país la importancia que tiene?
–La
investigación en alergias en España en su conjunto no es potente, como masa
crítica, sin menoscabo de que hay varios grupos importantes que están en primer
nivel en Europa, de los que el de Málaga siempre ha sido el más destacado.
– ¿Qué
significa para usted haber recibido esta distinción?
–Para mí,
supone el reconocimiento a un trabajo duro que he desarrollado durante muchos
años. Hacer investigación en Málaga, en un hospital asistencial como es Carlos
Haya, y ponerla en el número uno ha costado muchísimo.
– ¿Cómo
ha logrado compatibilizar su trabajo asistencial de médico con el de
investigador?
–Durante la
fase inicial, compaginé el trabajo asistencial y las guardias con la labor de
investigación. El secreto es doblar las horas de trabajo. Cuando fui nombrado
jefe, generé espacios para que se considerase la investigación. Conseguirlo no
fue fácil, porque el médico que tiene un horario convencional cree que el que
hace investigación es un privilegiado.
– ¿Apoya
realmente la Junta de Andalucía la actividad investigadora?
–La
investigación está reconocida porque los investigadores, a base de presionar,
se han hecho un hueco. Además, a medida que el país se moderniza, la
investigación no se puede ocultar ni tapar. A ello se une que los hospitales
que hacen investigación destacan y, cuando eso ocurre, la Administración no
hace ya oídos sordos. De todos modos, sigue siendo un gran problema.
– Supongo
que la falta de financiación continúa siendo una lacra para los investigadores.
–La
situación mejoró mucho con la llegada de los fondos europeos. También cambió el
panorama cuando con los fondos Feder se empezaron a crear las redes nacionales
de investigación. En 2008 se consiguió la red nacional de alergia con una
financiación de más de cuatro millones de euros.
– Ahora
que está jubilado en el SAS, sigue trabajando tanto como antes... ¿Lo hace por
vocación?
–Si no eres
académico de universidad y trabajas en el sector asistencial, cuando te jubilan
te dan una patada en el culo. Por culpa de la crisis, en los hospitales no
existe la figura de emérito. El investigador si deja de tener capacidad
ejecutiva y se convierte en asesor, su papel no queda bien definido. A través
de una fórmula que tenemos los médicos cuando nos jubilamos, yo ahora soy
asesor en el Hospital Infanta Leonor de Madrid y estoy haciendo trabajo de
campo. También tengo una oferta de docencia en Kuwait y otras que estoy
negociando.
– ¿Investigar
le ha motivado más que ver pacientes en la consulta?
–Yo he hecho
investigación clínica en el hospital, que siempre es con pacientes. El éxito es
buscar el punto de encuentro entre el laboratorio y la clínica. Y no es fácil.
– En los
últimos años, los servicios de alergias están cada vez más masificados. ¿Qué ha
pasado?
–El sistema
sanitario no ha previsto el crecimiento de la alergia ni el aumento de
pacientes. El incremento de la patología alérgica, además de por la
industrialización, se debe a factores que no son conocidos. Todo va ligado a la
calidad de vida.
– Pero
ahora se vive mejor, ¿no?
–Vivimos
mejor, usamos muchos antibióticos y nuestro contacto con el medio natural se ha
distanciado, que es donde hemos vivido siempre. La mejor calidad de vida va en
paralelo al aumento de la alergia. El problema es cómo volvemos atrás. Nadie va
a querer tener un burro en la casa ni cabras en el corral.
– ¿Qué se
puede hacer entonces?
–Eso se está
estudiando. Puede ser a través de modular dietas. También hay que hacer un uso
racional de los antibióticos. Lo que se sabe es que en un pueblo, donde la
gente no se ha movido, los abuelos no son alérgicos, sus hijos, un poco y los
nietos son alérgicos en un 40 por ciento.