La Panda de Verdiales San Isidro obtuvo el cuarto premio, y tercer puesto en el baile de pareja.
Verdiales bajo los olivos
La Fiesta Mayor vuelve a sus orígenes y se
traslada al campo. En el parque de La Concepción se cumplió la 51
edición de una tradición heredada de las fiestas de locos, tontos o
inocentes de la Edad Media.
Cristina Fernández málaga | Actualizado 29.12.2012 - 07:39
Dentro
del coche, soportando la lenta caravana de vehículos, se podía
cuestionar el nuevo lugar elegido para celebrar la Fiesta Mayor de los
Verdiales. Pero en cuanto se atravesaban las vallas policiales y se
entraba en el parque periurbano de La Concepción se comprendía todo. En
mitad del campo, entre olivos, pandas, aficionados y extranjeros
boquiabiertos se mezclaban para disfrutar de la vuelta a los orígenes de
una tradición proveniente del mundo rural y heredada de las fiestas de
locos, tontos o inocentes de la Edad Media.
Sin micrófonos, sin
camerinos, sin patio de butacas, a la antigua usanza se celebró ayer el
concurso de verdiales que contó este año con 26 pandas de los estilos
Montes, Almogía y Comares. La número 51 fue una edición de cambios,
porque también se modificó el formato del concurso y se establecieron
tres escenarios en los que actuaron simultáneamente cada uno de los
estilos. Luego se pasaba a una cuarta carpa en la que todas las pandas
tocaban dos luchas ante el público, esta vez sin jurado, como una
pequeña exhibición.
El día invitaba a la fiesta. Los asistentes
llevaron sillas y mesas portátiles, botas de vino, orzas de lomo en
manteca, chorizos y tortillas para bailar, tocar y escuchar los cantes
hasta la caída de la tarde. "Ésta es una fiesta popular y éste un lugar
idílico para celebrarla, aquí en los montes, con las pandas ensayando
bajo un olivo, es una manera de recuperar la fiesta", comentó ayer el
concejal de Cultura, Damián Caneda, que destacó la satisfacción de los
fiesteros.
También destacó las ventajas que suponía la nueva
fórmula para el público. "Pueden irse de un escenario a otro, ver los
diferentes estilos, es muy enriquecedor", agregó y subrayó la alta
participación del público. "Hace un día magnífico y a la gente le gusta
mucho, participan de ello y los extranjeros están alucinados ", añadió
junto a José Gómez Santiago, presidente de la Federación de Pandas de
Verdiales, orgulloso de que las escuelas atiendan a más de 1.400 alumnos
y que el relevo generacional esté más que garantizado.
"Sobre
el escenario tenemos a la Panda Primera del Puerto de la Torre, del
estilo Montes, la gran mayoría de sus componentes tienen menos de 35
años, en esta y en todas", aseguraba ayer José Gómez. Desde los años 90
funcionan las escuelas de verdiales, que actualmente llegan a las 23
entre la provincia y Málaga capital. Estos centros formativos acoge a
alumnos desde los 4 ó 5 años de edad que hacen sus primeros pinitos en
el baile hasta jubilados "que se acercan a la escuela para mantenerse
activos, para echar un rato de fiesta y divertirse", explicó el
presidente de la Federación de Pandas.
De estas escuelas
salieron Nerea Muñoz y las hermanas Martín, María José y Jéssica. Estas
últimas bailan en la panda Raíces de Álora, de estilo Almogía. Tienen 17
y 19 años y aseguraban ayer que lo que más les gusta de los verdiales
es "el ambiente". Sus abuelos eran fiesteros pero la tradición se perdió
en la generación de sus padres y sus tíos. Ahora, de una veintena de
primos, tan sólo ellas son las que se han embarcado nuevamente en la
fiesta. Nerea toca los platillos, el pandero, la guitarra y canta en la
panda Santa Catalina. Tampoco entienden algunos de sus amigos cómo le
pueden gustar los verdiales, pero su afición está por encima de las
críticas. "Pasamos el rato con los amibos, nos divertimos tocando y
bailando", dijo María José.
Para el presidente de la Federación de
Pandas de Verdiales, siempre hay una conexión especial entre los
verdialeros. "Siempre digo que enseñamos a tocar, a cantar y a bailar y a
ser buenas personas", explicó e incidió en lo "sano" del ambiente que
rodea esta fiesta, ya totalmente igualitaria entre ambos sexos pero en
la que "no estaba bien visto" que participaran las mujeres hasta después
de los años 60. "Antes había un bailaor, que llevaba normalmente la
bandera, y lo rifaban los padres y los pretendientes de las chicas para
que bailara con ellas", relataba José Gómez.
La fiesta de los
tontos, como era conocida en el mundo rural, era el momento del cortejo,
de poder observar y acercarse, de invitar a bailar y sentar las bases
de futuros noviazgos. En tiempos de redes sociales y conversaciones a
través de Whatsapp, ese matiz se ha perdido, pero el resto permanece
casi intacto. La panda Santón Pitar, de estilo Montes, descansaba bajo
un olivo, con los sombreros de cintas de colores, espejos y cuentas
colgados de las ramas retorcidas. Pepe Molina toca el violín en esta
formación nacida hace 30 años. También ha dedicado tiempo al estudio de
la fiesta.
"La esencia de la fiesta es ésta, la que estamos
viviendo, que es lo contrario al espectáculo", apuntó y agregó que "la
fiesta estaba fuera de su razón de ser, con un escenario, en un barrio
de la capital, aquí estamos en pleno campo, como cuando se hacía en la
Venta El Túnel o en Venta Nueva, en Los Montes". Sólo un día lluvioso,
aseguraba Pepe Molina, hubiera estropeado la organización del evento, a
la que únicamente pedía para el próximo año una carpa vacía para el
refugio en caso de mal tiempo, "por lo demás está perfecto", declaró.
Para
Pepe y su panda, el pasar todo el día en el campo era uno de los
mayores alicientes, el poder tocar y cantar allí mismo, "antes no
sabíamos ni dónde nos podíamos poner, no teníamos sitio", consideró, muy
satisfecho del cambio de escenario y de formato, "decisión de los
propios fiesteros", apuntó.
Los verdiales pertenecen, según
destacó Pepe Molina, al conjunto de fiestas conocidas como fiestas de
locos, tontos o inocentes de la Edad Media, y que tenía el 28 de
diciembre como día grande. Se ha perpetuado en el tiempo en los
territorios del Reino de Granada, en Murcia y Albacete, aunque con
distintos nombres, aquí pandas, allí cuadrillas y rondas. Las letras
hablan, sobre todo, del amor, ensalzan la belleza femenina y cantan a
sus enamorados. "Vienen desde épocas inmemoriales", comentó Molina. Los
temas no se actualizan, "esto no son carnavales", aunque de vez en
cuando alguien compone una letra y se introduce en la fiesta si "cae
bien".
Sobre el escenario una voz aguda repetía las palabras que
ya cantaron decenas de generaciones anteriores. Y sonaba totalmente
distinto a cualquier otra melodía. Eso es lo que atrajo más a Juan José
Camacho, procedente de San Sebastián, en su primer acercamiento a la
Fiesta Mayor. "El ambiente, la música tan peculiar, su colorido", dijo
poco después de posar junto a un verdialero con su sombrero puesto. "Son
otros sonidos, otra música, una fiesta muy autóctona y diferente" y el
sitio, destacó su mujer, "es ideal".
El alcalde de Málaga,
Francisco de la Torre, se retrasó de la hora prevista atrapado en un
atasco. Pero sí que disfrutaron de la fiesta otras autoridades como el
presidente de la Diputación Provincial, Elías Bendodo y la concejala del
distrito de Ciudad Jardín, Mariví Romero.
Fotos enviadas por Abraham Ortíz y Juan Miguel R. B. a los cuales agradezco especialmente su contribución y participación en esta página.